Читать онлайн книгу "Mi Águila Ottawa"

Mi ГЃguila Ottawa
Virginie T.


Una historia de amor sobrenatural sobre el fondo de una leyenda amerindia. Apenimon: he dejado temporalmente mi tribu para partir en busca de mi alma gemela. No pensaba que este viaje me supondrГ­a un peligro. Cayla: he venido a CanadГЎ a estudiar la fauna y huir de la infidelidad de mi ex. Aunque soy veterinaria, no me imaginaba tener que curar al rapaz mГЎs grande que haya visto jamГЎs.В  Entre magia, cazadores furtivos, celos y malentendidos, descubrirГ©is la historia de amor de un amerindio fuera de lo comГєn y una veterinaria que no tiene pelos en la lengua.












Apenimon: he dejado temporalmente mi tribu para partir en busca de mi alma gemela. No pensaba que este viaje me supondrГ­a un peligro.

Cayla: he venido a CanadГЎ a estudiar la fauna y huir de la infidelidad de mi ex. Aunque soy veterinaria, no me imaginaba tener que curar al rapaz mГЎs grande que haya visto jamГЎs.

Entre magia, cazadores furtivos, celos y malentendidos, descubrirГ©is la historia de amor de un amerindio fuera de lo comГєn y una veterinaria que no tiene pelos en la lengua.


Mi ГЎguila

ottawa

En busca del alma gemela



Virginie T.



Traducido por Xavier MГ©ndez



El CГіdigo de la Propiedad Intelectual prohГ­be la copia o reproducciГіn destinada a un uso colectivo. Toda representaciГіn o reproducciГіn integral o parcial hecha para cualquier propГіsito, sin el consentimiento del autor, o de sus derechohabientes

o causahabientes, es ilГ­cita y constituye una falsificaciГіn, segГєn los tГ©rminos legales L.335-2 y siguientes del CГіdigo de la Propiedad Intelectual.

Todos los derechos reservados.

Título original: Mon aigle Ottawa. À la recherche de l’âme sœur

TraducciГіn de Xavier MГ©ndez MartГ­nez

В© Virginie T. 2020




CapГ­tulo 1

Apenimon


Vuelvo del trabajo sin apresurarme, conduciendo con el piloto automГЎtico por el camino sinuoso que serpentea a travГ©s de la montaГ±a. Es lo mismo todos los dГ­as. Mi puesto dentro de la policГ­a de la isla es gratificante, pero algo monГіtono. En Manitoulin no hay ni crГ­menes ni trГЎfico: Гєnicamente pequeГ±os hurtos entre los turistas o accidentes que requieren una investigaciГіn para conocer las circunstancias, investigaciones que se cierran rГЎpidamente en general.

Manitoulin es una pequeГ±a isla con un nГєmero limitado de habitantes durante el aГ±o, lo que hace que todo el mundo conozca a todo el mundo. Es un fenГіmeno reforzado por el hecho que el 90% de los autГіctonos pertenecen a uno de los seis clanes de la tribu ottawa dirigida por Tyee Pontiac, ello refuerza mi impresiГіn de que estГЎ anclada en el tiempo.

Mi clan siempre ha vivido apartado de los otros, en la cima de las montaГ±as, allГ­ donde el aire es puro y donde no te expones a que te molesten los vecinos. Nuestro animal tГіtem necesita espacio y altura, con una vista despejada y abetos por millares. Las montaГ±as son, pues, el lugar soГ±ado. Es algo que nunca me ha molestado y me ha permitido tener una intimidad casi imposible de obtener en el valle. Soy descendiente de un largo linaje de guerreros, de ahГ­ mi profesiГіn de agente del orden, y nuestro pueblo lleva tiempo viviendo en paz, lo cual confiere a mi soledad una escapatoria al aburrimiento. Pero desde hace poco incluso el majestuoso paisaje de los ГЎrboles cediendo bajo las rГЎfagas de viento no basta para acallar mi mente. Me siento como esos ГЎrboles que acaban crujiendo y rompiГ©ndose a fuerza de ser probados, sin la protecciГіn de su entorno. Mi corazГіn estГЎ vacГ­o, a punto de romperse, y mis amigos no pueden hacer nada por mГ­. Al contrario, su presencia no harГ­a mГЎs que aumentar mi malestar. Ellos no me entienden. A los treinta la mayorГ­a sГіlo piensan en divertirse y aprovechar la vida, y ese no es mi caso. Yo busco algo mГЎs profundo e infinitamente mГЎs duradero.

Desde que nuestro chamГЎn, Achak, encontrГі a su alma gemela, la dulce Isabelle, ruego al Gran EspГ­ritu que me conceda a mГ­ tambiГ©n esa bendiciГіn. Llevo tiempo esperando esa dicha, desde que tengo edad para entender la importancia de un alma gemela. Lo deseo arduamente y llevo meses preparГЎndome para ello, hasta he hecho hueco en mi casa para aquella que ha sido creada para mГ­. TambiГ©n he entendido que el destino es traicionero. Mi mujer seguramente no forma parte de la tribu, quizГЎ ni siquiera sea amerindia, como Isabelle. Como responsable de la seguridad, asisto a todos los Pow Wow desde que tengo edad para beber, he conocido a todos los miembros de la tribu de Pontiac y a todos los de los clanes mГЎs alejados y a tantos turistas que no podrГ­a ni contarlos. Sin embargo, nunca se me ha mostrado mi prometida, nunca se ha presentado en la isla. De no ser asГ­, ya hace tiempo que me la habrГ­a encontrado. AsГ­ pues, debo cambiar de tГЎctica y dejar de permanecer inmГіvil.

TambiГ©n es hora de que cambiemos nuestra visiГіn de la vida para abrazar nuestro destino si queremos seguir prosperando. Porque seamos honestos, si siempre hemos acogido a los turistas con los brazos abiertos es porque nos interesaba. Al fin y al cabo, son ellos los que dan vida a la mayorГ­a de los habitantes de la isla Manitoulin, y aunque les estemos agradecidos, nos mostramos desconfiados frente a los forasteros que desean instalarse aquГ­, lo cual explica la escasa diversidad en los orГ­genes de los habitantes. Como Achak, quien se negaba a contratar a una nodriza forastera para la hija del jefe. Recuerdo sus reflexiones, estaba convencido de que su llegada traerГ­a el infortunio a la tribu. Nodriza que, ironГ­as del destino, finalmente ha acabado siendo su otra mitad. A modo de desgracia, la llegada de Isabelle ha representado la alteraciГіn mГЎs grande en su vida asГ­ como su felicidad cada dГ­a desde que se conocieron. AsГ­ que yo tambiГ©n tengo que tener la mente abierta. Creo que ha llegado mi momento para salir de mi zona de confort e ir a explorar los alrededores de la isla para probar suerte. Por eso me dirijo hacia la impresionante casa que hay junto al parque Blue Jay Creek, para explicГЎrselo a mi jefe, Tyee, que es quien lleva la actividad turГ­stica.

Me topo con Isabelle y Aiyanna que juegan juntas en el jardГ­n. La hija de nuestro jefe se parece cada vez mГЎs a su madre, Aquene. Tiene unos ojazos azules maliciosos y un pelo negro azabache que brilla bajo el sol. SerГЎ una lince magnГ­fica, llena de finura, que harГЎ derretir con sГіlo una mirada al mГЎs aguerrido de los ottawas de aquГ­ unos aГ±os. A sus cuatro aГ±os, todavГ­a no puede tomar su forma animal, nosotros tenemos acceso a ella en nuestro dГ©cimo aniversario, y es preferible asГ­, ya que ese pequeГ±o torbellino ya es difГ­cil de controlar cuando estГЎ sobre dos piernas, no me imagino las travesuras que podrГЎ hacer estando sobre cuatro patas. A Tyee le cuesta acostumbrarse. Noto algo que me da una punzada en el corazГіn, como me ocurre siempre. El vientre de Isabelle se infla cada vez mГЎs dГ­a tras dГ­a. El anuncio de su embarazo el dГ­a del Pow Wow nos cogiГі a todos por sorpresa, incluso a Achak, quien no sabГ­a nada y a quien le costГі contener su alegrГ­a. Los orГ­genes franceses de la mujer de nuestro chamГЎn son traicionados por su piel igual de pГЎlida que el marfil, pero su lugar entre nosotros resulta indiscutible. Ha aceptado sin vacilar nuestros ritos y costumbres, y espero que mi compaГ±era sea igual de tolerante. Isabelle forma parte de los ottawas tanto como lo formo yo y la tribu acogerГЎ un bebГ© lince en los prГіximos meses. SerГЎ un gran momento para todos nosotros y tendrГЎ lugar una gran celebraciГіn para festejar ese acontecimiento. Deseo arduamente conocer la alegrГ­a de la paternidad yo tambiГ©n y espero acudir a esa ceremonia con mi alma gemela del brazo. SerГ­a un avance esencial en mi sueГ±o de fundar una familia.

Cuando pienso en el lince. Achak sale de la inmensa casa familiar, seguido de cerca por su hermano Tyee, nuestro jefe.

—Buenos días Apenimon. Pareces estar en forma. Me alegro de verte, llevabas tiempo sin dejar tus montañas para visitarnos. Sólo te podemos ver de lejos cuando estás patrullando. ¿Qué podemos hacer por ti?

—Hola. ¿Cómo sabéis que quiero algo? ¿Acaso no puedo venir sólo por el placer de vuestra compañía?

Achak se rГ­e cogiendo a su compaГ±era en brazos, poniendo las manos sobre su vientre con un gesto impregnado de posesividad. Isabelle se acurruca contra Г©l, poniendo sus manos sobre las de Г©l. Hay una afinidad evidente entre ellos. Quiero experimentar la misma quГ­mica con aquella que estГЎ destinada para mГ­.

—La puerta siempre estará abierta para ti, ya lo sabes. Pero olvidas que los espíritus me hablan, amigo mío. Y no me harás creer que has bajado hasta el valle sólo para vernos las caras.

Tyee mira cГіmo observo la pareja con una envidia que no puedo ocultar de tan intensa que es. Yo tambiГ©n quiero tener entre mis brazos a la mujer de mi vida y hacer esos ojitos hacia su vientre inflado, prueba irrefutable de nuestro amor.

—Sospechaba que vendrías a verme pronto. Incluso me sorprendo que no hayas venido antes. Te conozco. Hemos crecido juntos, no lo olvides. Deseas una compañera desde hace tiempo y la unión de Achak con su alma gemela ha reavivado tu deseo de encontrar a tu amor verdadero, ¿no es así?

Efectivamente, me conoce bien. Hicimos muchas tonterГ­as juntos cuando Г©ramos niГ±os. Y todavГ­a de adolescentes. ВїHabГ©is visto alguna vez a un lince volar? ВїImposible? No cuando es llevado por el aire por mi animal. Pero basta de nostalgia.

—Así es. Y pienso que mi alma gemela no se encuentra en la isla. Si los dos así me dais permiso, me gustaría irme por un tiempo para intentar encontrarla. Estamos en temporada baja de turismo, mis compañeros se las apañarán muy bien sin mí.

Los dos hermanos se miran y se comunican en silencio, Гєnicamente con la mirada. Lo suelen hacer a menudo. Es desconcertante y frustrante. ВїCГіmo te puedes oponer a sus argumentos si no puedes oГ­rlos? Achak retoma entonces la palabra.

—Seguramente tengas razón. Tu alma gemela no se encuentra entre los nuestros, ya la habrías descubierto hace tiempo, teniendo en cuenta todas las personas con las que te cruzas durante el día. Además, el clan de los zorros no ha emprendido represalias desde la muerte de Takhi. Su familia ha aceptado el hecho de que ella actuó mal y la conocían bien para saber que murió porque se negó a someterse. Así que puedes partir a explorar tranquilo. Podemos apañárnoslas bien durante un tiempo sin ti. No eres tan indispensable como te crees.

A pesar de sus palabras, sus ojos chispeantes me demuestran que les importo tanto como ellos me importan a mГ­. Su manera bromista me ayuda a relajarme. No me habГ­a dado cuenta hasta este momento que la idea de este enfrentamiento me habГ­a puesto de los niervos. Me habrГ­a sentado muy mal su negativa.

—¿A dónde piensas ir?

—El Gran Espíritu permanece callado a pesar de mis plegarias. Únicamente sé que tengo que dirigirme al noroeste, pero resulta vago.

Achak asiente con la cabeza. Sabe algo que yo ignoro, sin lugar a duda. LГіgico, se comunica con todos los espГ­ritus sin excepciГіn. Nuestro chamГЎn es muy poderoso y cercano a los espГ­ritus tГіtem.

—Dirígete hacia el lago de Kipawa, pero ve con mucho cuidado. Encontrarás el objeto de tu búsqueda, pero deberás probar tu valor para obtenerlo.

Ah, es verdad. A los espГ­ritus les gustan los enigmas y los misterios. Nos estimulan, pero no dan jamГЎs todas las respuestas. Nos toca a nosotros escoger el camino que tomamos para lograr nuestro objetivo, pues al fin y al cabo el trayecto es igual de importante que el destino. No pierdo mГЎs el tiempo. Tengo su bendiciГіn, lo cual es muy importante para mГ­, y sobre todo, un indicio del lugar donde encontrarГ© el amor de mi vida. Por primera vez toco con la yema de los dedos mi sueГ±o y no pienso dejarlo escapar. Ahora me toca hacer lo que sea para lograrlo y no me echarГ© atrГЎs ante ningГєn obstГЎculo.

—Siento no poder darte más precisiones. Sé que no supone una gran información.

—No te preocupes. No me esperaba tanto, así que gracias. Tu ayuda me es muy útil. Gracias a ti no parto a ciegas. Mi animal debería lograr hacer el resto. Es tan impaciente como yo y hará todo lo que está en su poder para dar con aquella que nos pertenece. Hasta pronto. Vendré para presentaros a mi mujer a mi regreso.

—Hasta pronto Apenimon. Y no dudes en llamarnos si necesitas ayuda. Estamos aquí para ti, aun estando lejos. Trae a tu alma gemela a casa.

Me paso por casa para preparar las cosas mientras sigo pensando en la advertencia del chamГЎn. TendrГ­a que probar mi valor. ВїQuГ© han querido decir los espГ­ritus? Soy un guerrero, mi fuerza y mi lealtad no son un secreto para nadie. Para ningГєn ottawa, mГЎs bien. Mi alma gemela estГЎ sin duda fuera de este mundo, y de hecho, mi nombre no le dirГЎ nada sobre mГ­, serГ© un hombre como cualquier otro a sus ojos. Y el valor no depende ciertamente sГіlo de la fuerza fГ­sica, se necesita mГЎs que eso para impresionar a una mujer. Me pongo en camino lo antes posible, en cuanto tengo lista la bolsa de viaje y estГЎ cargada en el coche, con la cabeza repleta de esperanza y de interrogantes. Estoy impaciente por encontrar a la mujer que colmarГЎ mi alma y la de mi animal. Estoy mГЎs que listo para seducirla y mantenerla a mi lado.




CapГ­tulo 2

Cayla


Partir por una corazonada en medio del Bosque Antiguo del lago Kipawa me habГ­a parecido una buena idea en ese momento. Cuando el MFBP, el Ministerio de Fauna, Bosques y Parques, me propuso esta misiГіn, me dije В«genial, podrГ© aunar mi pasiГіn con mi necesidad de estar solaВ». Ahora que me encuentro en medio de esta vegetaciГіn preservada desde hace mГЎs de 400 aГ±os, magnГ­fica y exuberante sГ­, pero completamente perdida, estoy menos convencida de este arrebato de genialidad. La soledad estГЎ bien, pero en absoluto cuando no hay mГЎs que ГЎrboles hasta perder la vista y cuando la orientaciГіn no es para nada mi punto fuerte. AГєn estoy convencida que tenГ­a todas las razones del mundo para exiliarme de esta manera, pero eso no me supone ahora ninguna ayuda frente al mapa que no me aclara en quГ© posiciГіn estoy. ВїCГіmo diantres se lee esta cosa? No tengo ni idea de dГіnde me encuentro y mi cabeza rezuma de pensamientos extraГ±os, cortocircuitando mi lado racional y pausado. Mi Гєltima relaciГіn amorosa se terminГі en pГ©rdida y fracaso y no me dejГі mГЎs herida de lo que dejГ© ver a mi familia, dejГЎndome llena de amargor. Mis padres pensaron que el cambio de aires me ayudarГ­a a recuperarme y asГ­ pues me apoyaron en mi deseo de irme a la otra punta del mundo, sola. De todas maneras, a mi familia nunca les gustГі Richard y era indispensable para mi salud mental que cambiara de aires.

Soy originaria de Lorena, donde descubrГ­ mi pasiГіn: los animales. Desde que era pequeГ±a, tanto como logro recordar en mi memoria, me quedaba admirada frente a ellos y obligaba a mis padres a ir al zoo de AmnГ©ville mГ­nimo una vez al mes. Mis padres conocГ­an esos caminos de memoria a fuerza de llevarme constantemente y a pesar de su lasitud, siempre accedieron a mi demanda. Las cebras y los tigres con sus rayas negras irregulares, los leones blancos de espeso pelaje y todos los otros habitantes del parque de animales me cautivaron a primera vista, como a cualquier niГ±o supongo, pero sobre todo me enamorГ© de los rapaces. Su pajarera es una de las mГЎs grandes del mundo y su espectГЎculo es simplemente alucinante. Los inmensos halcones, las ГЎguilas pescadoras y los halcones de Harris, entre otros, vuelan libremente en un ballet excepcional que acaba en apoteosis con un vuelo final de mГЎs de sesenta pГЎjaros simultГЎneamente que te dejan atГіnito. Para la pequeГ±a niГ±a que yo era en mi primera visita, aquello fue una revelaciГіn. Envidiaba su libertad en el cielo y su apariencia tan majestuosa. TenГ­a la impresiГіn de ser minГєscula bajo esos maestros de los cielos. Entonces decidГ­ ser veterinaria y trabajar en ese zoo. EstudiГ©, perseverГ© y seguГ­ estudiando. Me sumergГ­ en ese universo con todas las fuerzas de mi ser, poniendo frecuentemente entre parГ©ntesis mi vida de estudiante fiestera y despreocupada diciГ©ndome que ya recuperarГ­a el tiempo mГЎs tarde. Mientras las locas de mis compaГ±eras de piso se ponГ­an de punta en blanco para reГ­r, flirtear y seamos honestos, acostarse, yo me sumergГ­a en mis libros de anatomГ­a canina y de comportamientos de animales. ConseguГ­ mi objetivo a los veinticinco aГ±os y nunca me he arrepentido de mis sacrificios.

Y justo cuatro años después me encuentro lejos de mi casa porque hice una mala elección. Una mala elección desde el inicio de mi vida y me encuentro a miles de quilómetros de mi familia. Si hay algo de lo que me arrepiento es de haberle hecho más caso a mi corazón que a mi cerebro. Tendría que haber seguido como antes y escuchar a mi cabeza que me gritaba que no hiciera eso. Salir con mi jefe fue un grave error. Sin embargo, todo había empezado bien. El director del zoo, Richard Watson, diez años mayor que yo, se fue fijando cada vez más en mí y yo me sentí halagada. Bueno, quién no se habría sentido. Richard es rico, carismático, agradable a la vista y respeto su trabajo y su lucha por salvaguardar las especies. Navegábamos en el mismo barco profesional, lo cual para mí era una ventaja. Creí ingenuamente haber encontrado mi alter ego. Era halagador llamar la atención de una autoridad como él en ese campo. Todo empezó con pequeños detalles: me saludaba dándome un beso en vez de apretarme la mano, venía frecuentemente al centro para comprobar que no me faltase material, me preguntaba a menudo mi opinión sobre los animales que iban a venir… Y luego un día todo se volvió más concreto.

В«Me gustas mucho, Cayla. Llevo meses observГЎndote, por mГЎs que me repito una y otra vez que soy tu jefe y que no son aconsejables las relaciones entre empleados, no logro estar lejos de ti. Vente conmigo a tomar algoВ».

Lo reflexionГ©, sopesГ© los pros y los contras y terminГ© aceptando. Su sonrisa viril en esos labios firmes y carnosos y sus ojos brillantes de deseo por mГ­ acabaron derrotГЎndome. Nuestra relaciГіn empezГі un aГ±o antes con un beso fogoso. El tipo de beso que te deja con las piernas flaqueando y las bragas hГєmedas y yo pensaba ingenuamente que acabarГ­amos pasando nuestra vida juntos. Aunque no vivГ­amos juntos, a veces hablГЎbamos de tener un hijo. Bueno, mirando hacia atrГЎs, me doy cuenta de que era sobre todo yo quien pensaba en esa continuaciГіn lГіgica a nuestro amor, mientras que mi amante esquivaba sistemГЎticamente el tema.

В«Estoy tan bien contigo. ВїTe imaginas un pequeГ±o ser que se nos pareciera? ВїUna mezcla entre tГє y yo?

—Ya tendremos tiempo para pensar en eso, Cayla, no corras».

Yo no estaba del todo de acuerdo con ese comentario. Al fin y al cabo, nos llevГЎbamos diez aГ±os de diferencia y yo me preguntaba a veces si su reticencia no se debГ­a a ese hecho. Richard rozaba los cuarenta y yo suponГ­a que eso lo hacГ­a dudar, mientras que yo me decГ­a que era o ahora o nunca para tener un hijo. No querГ­a que Richard fuese un padre В«viejoВ» cuando llevase a nuestro hijo a la escuela. Es fastidioso cuando le dicen a un niГ±o В«aquГ­ estГЎ tu yayoВ» y que te responda В«es mi padreВ». La realidad habrГ­a resultado mucho mГЎs dolorosa y humillante. El seГ±or no consideraba tener descendientes, ni entonces ni nunca, y la edad era efectivamente un problema para nuestra pareja, pero no era suyo, sino mГ­o. A priori veintinueve aГ±os es el lГ­mite para sus conquistas.

Me acuerdo perfectamente del dГ­a que cambiГі mi vida y modificГі mi futuro. Fui a darle una sorpresa. Ese dГ­a libraba y habГ­a previsto encontrarme con Г©l para invitarlo a comer. Bien por mГ­. Fui yo quien se quedГі estupefacta y no en el mejor de los sentidos. EntrГ© sin llamar, como solГ­a hacer, y me quedГ© paralizada in situ por lo que vi. Richard estaba sentado en su sillГіn detrГЎs de su escritorio, con la bragueta abierta, con una becaria sobre sus rodillas. Fue la voz de mi jefe lo que me sacГі de mi estupor.

«—Cayla, ¿qué haces aquí?

—¿Es lo único que se te ocurre decir? Podrías subirte la bragueta al menos.

—No es lo que te imaginas.

—¿Ah no? Déjame adivinar. ¿Nuestra nueva becaria especialista en reptiles quería alimentar tu serpiente? Déjalo bonita, no es ninguna anaconda, más bien una culebrilla».

Me fui dando un portazo bajo la risita ahogada de la jovencГ­sima chica y el rostro carmesГ­ de mi desde entonces ex amante. Aquella pГ©sima venganza no me aliviГі en absoluto y volver al trabajo al dГ­a siguiente como si nada, despuГ©s de haber ignorado un sinfГ­n de llamadas de ese idiota, supuso una tortura, todos mis compaГ±eros estaban al corriente de la razГіn de nuestra ruptura. Su apoyo y su compasiГіn frente a la traiciГіn de Richard no hicieron sino intensificar mi impresiГіn de ahogarme en ese lugar que yo tanto habГ­a amado. Ya no soportaba recorrer los senderos llenos de familias felices y de compaГ±eros que sabГ­an demasiado sobre mis desengaГ±os amorosos y la vida sexual de Richard.

AsГ­ que me puse esa misma tarde en busca de otro trabajo que me permitiera evadirme de todo eso pero estando siempre en contacto con rapaces. Aun asГ­ no estaba dispuesta a olvidar mis prioridades. Tras muchas bГєsquedas, me encontrГ© con la pГЎgina del Ministerio de Fauna, Bosques y Parques del Quebec. El MFBP buscaba veterinarios especializados en aves para estudiar los pigargos y asГ­ adaptar mejor su protecciГіn sobre el territorio. Sin pensГЎrmelo dos veces, me presentГ© al puesto y me cogieron. Richard intentГі retenerme, recordГЎndome que tenГ­a que dar un preaviso, pero la amenaza de denunciarlo por acoso, con el apoyo de SMS, hizo que desistiera. Y asГ­ es como ahora me encuentro en el condado de TГ©miscamingue, con mi material de camping y de observaciones en un carrito, recorriendo el lago Kipawa por entre las tsugas canadienses y los abedules amarillos, un primo lejano estos de nuestros banales abetos, para observar las ГЎguilas majestuosas que nidifican en ellos. Me siento chiquitina en medio de este paisaje inmenso, ciertos especГ­menes llegan a una altura de hasta treinta metros, pero sigo sintiendo paz. Las semanas despuГ©s de mi ruptura fueron extenuantes moralmente y la insistencia de Richard por querer retenerme, sГіlo Dios sabrГЎ por quГ©, no ayudГі mucho. Mi dimisiГіn puso punto y final a esa pГЎgina de mi vida y este silencio apacible es un autГ©ntico bГЎlsamo apaciguador para mi corazГіn magullado.




CapГ­tulo 3

Apenimon


La fatiga se deja sentir al cabo de llevar cuatro horas conduciendo, tras haber hecho tres cuartas partes de mi trayecto, y me obliga a detenerme en North Bay. El lugar estГЎ mГЎs bien desierto a Гєltimas horas del dГ­a. Encuentro un hotelito sencillo, pero funcional, con una habitaciГіn cГіmoda con baГ±o incorporado. Se me hace raro estar lejos de la isla. Nunca habГ­a salido de ella, excepto durante los aГ±os que estudiГ© en la escuela de policГ­a, y este cambio de escenario, aunque sea por una buena causa, me estresa. SГіlo necesito una comida copiosa y unas horas de sueГ±o para poder retomar mi camino hacia mi destino. Ardo de impaciencia, pero no lograrГ© mi meta si me duermo al volante y mi estГіmago vacГ­o no deja de rugir. AsГ­ que me paro en el pequeГ±o asador de al lado para reponerme un poco antes de echar un sueГ±ecito bien merecido.

Las grandes camionetas que hay en el aparcamiento me ponen nervioso. No son los vehГ­culos en sГ­ mismos, sino mГЎs bien la carga que transportan. Hay jaulas dispuestas en la parte trasera, torpemente cubiertas con una lona, asГ­ como cajas metГЎlicas cerradas con llave, seguramente llenas de escopetas de caza. En cuanto que yo tambiГ©n soy cazador, y uno de los mejores, con toda humildad, no me gusta este desequilibrio de fuerzas. ВїQuГ© puede hacer un animal frente a un arma que puede alcanzarlo a varios metros de distancia? Mi bestia se estremece en mi cabeza con esta desagradable idea. Dudo que los hombres que poseen tal arsenal luchen honradamente, y cuando se caza para comer no se necesita ninguna jaula para encerrar a las presas muertas. Por mГЎs que la caza furtiva estГЎ prohibida, el trГЎfico de animales salvajes es muy lucrativo e incita a personas con pocos escrГєpulos a saltarse la ley. No pienso quedarme mucho aquГ­, ni mezclarme en historias que no me conciernen, pero contactarГ© con las autoridades del condado para darles parte de mis sospechas una vez estГ© de vuelta en casa.

A esta hora tardГ­a hay poca gente en el establecimiento y encuentro fГЎcilmente una mesa donde instalarme. Al igual que la isla Manitoulin, esta parte del Quebec estГЎ habitada principalmente por amerindios, lo que me permite pasar relativamente desapercibido. La misma piel oscura y el mismo acento, podrГ­a hacerme pasar fГЎcilmente por alguien de la zona. En fin, es lo que pensaba hasta que la camarera se dirige hacia mГ­ y me hace un interrogatorio en regla sobre cualquier cosa menos sobre mi elecciГіn para comer. AdemГЎs, se resiste a darme la carta antes de haber obtenido respuestas sobre una situaciГіn que no la concierne para nada.

—Buenos días. Nunca lo había visto por aquí. ¿De dónde dice que viene?

ВїA quГ© viene esa mirada sospechosa y fuertemente incГіmoda? Me mira como a un trozo de carne jugosa que tuviera delante mientras estГЎ a rГ©gimen. ВїEs que no reciben nunca turistas en esta ciudad? Si se mira bien, es un local pequeГ±ito que no tiene muy buena pinta con Гєnicamente unos cuantos hombres que me miran como a una bestia curiosa y la camarera de mediana edad que no parece ser muy amable. No debe haber montones de visitantes esperando para entrar. Su melena rubia recogida en un moГ±o deforme y su pintalabios chillГіn apenas hacen que desvГ­e la mirada de su uniforme limpio, aunque no muy atractivo precisamente. Puestos a jugar, vayamos hasta el final. No tengo nada de quГ© esconderme o arrepentirme, asГ­ que esto deberГ­a acabar pronto.

—Vengo del lago Huron.

—¿Y qué viene a hacer a nuestro pueblecito?

—Turismo. Sólo estoy de paso.

—¿Y a dónde se dirige si sólo está de paso?

Ya basta. Quiero ser cooperativo, pero hay unos lГ­mites. Soy un guerrero, no un acusado en una comisarГ­a. Normalmente soy yo quien hace las preguntas y a esta mujer le falta cruelmente sutileza echando esas miradas insistentes a los hombres apostados a la barra. He venido a comer, no a hacer una exposiciГіn de las razones de por quГ© estoy en este lugar en este preciso instante. Miro brevemente la carta y pido la especialidad de la casa, cortando de seco su intrusiГіn en mi vida privada.

—¿Me podría poner un bocadillo de carne ahumada y puchero, por favor?

Ella me mira de reojo, descontenta por mi evasiГіn, pero acaba tirando la toalla tras haberles echado otra mirada a los cazadores. Por lo que se ve, se conocen. Responde con un tono seco.

—Se lo traigo enseguida. ¿Agua?

—Estaría genial.

Se gira no sin una mirada sospechosa en mi direcciГіn. Sus comentarios insistentes acerca de las razones de mi presencia han llamado lГіgicamente la atenciГіn de los cazadores. Parecen nerviosos y no me quitan el ojo de encima, la camarera seguramente les ayuda a identificar una amenaza para ellos. Me encargo del servicio de protecciГіn de animales, asГ­ que dejo de observarlos cuando llega mi plato. No quiero buscarme problemas, no estoy aquГ­ para eso, pero me anoto mentalmente avisar sin falta a las autoridades.

Aprovecho la comida para pensar en mi compaГ±era. Me pregunto cГіmo serГЎ. No tengo ninguna preferencia sobre el fГ­sico. No tengo un tipo de chica que me llame la atenciГіn mГЎs que otro, mientras sea natural y me sienta seguro. Estoy seguro que los espГ­ritus me han reservado la mujer perfecta para mГ­. Aunque sГ­ que soy mГЎs exigente en el carГЎcter. Isabelle es una mujer adorable y la aprecio mucho, pero es demasiado tГ­mida y reservada para mi gusto. Yo desearГ­a una mujer mГЎs fuerte, con mГЎs temple, que pueda hacerme frente y que no dude en hacer sus propias elecciones sin miedo a las consecuencias. Mi animal es un predador y estГЎ lejos de estar amaestrado. Necesitamos, Г©l y yo, una compaГ±era que nos diga lo que piensa, que tome la iniciativa, y que no tenga miedo de ponernos en nuestro sitio en caso de necesidad. Me he comido mis platos de una sentada sin ni siquiera darme cuenta que mis pensamientos estaban acaparados por mi alma gemela, como me pasa a menudo. Pago y me meto de inmediato en la cama. Caigo rendido, un sueГ±o reparador me permitirГЎ emprender de nuevo maГ±ana por la maГ±ana, sin perder mГЎs tiempo.

Hay un ruido tremendo a mi alrededor. Es difГ­cil distinguir algo claro entre tanto alboroto. DeberГ­a transformarme, tendrГ­a una mejor visiГіn y el tiempo no me molestarГ­a mГЎs allГЎ de las nubes. Pero soy incapaz. Estoy bloqueado en mi cuerpo de hombre. Algo me mantiene anclado al suelo, inmГіvil. No puedo moverme ni un centГ­metro. Hasta la cabeza la tengo en una posiciГіn nada natural, bocarriba, lo que hace que no pueda verme el cuerpo, Гєnicamente la cima de los ГЎrboles y un cielo azul despejado de nubes. De repente oigo una voz. Una voz hechizante que me habla con mucho afecto. Entreveo una silueta en la cercanГ­a, pero no distingo sus rasgos. Tiene que ser ella. La persona hecha para mГ­ estГЎ ahГ­. Me dice que estГ© tranquilo, que ella se ocuparГЎ de mГ­. Es agradable oГ­rle decir que cuidarГЎ de mГ­ despuГ©s de todos estos aГ±os en que me he ocupado de otros, pero en realidad soy yo quien tiene que mimar a mi mujer. Por desgracia siento una amenaza que se cierne sobre nosotros. ВїPor quГ© estoy paralizado? ВїSoy un simple espectador? Es como si estuviera fuera de mi cuerpo, pero sin verme. ВїY por quГ© mi prometida es una sombra? Tengo que defender a mi mujer, es mi deber. Soy un guerrero ottawa y un policГ­a, estoy preparado para protegerla, siempre y cuando mi cuerpo me responda. El peligro se acerca, pГ©rfido. Y de repente, todo se vuelve rojo ante mis ojos, oscureciГ©ndome la vista y volviГ©ndola inГєtil. Hay sangre, la sangre se extiende por doquier a mi alrededor y mi amor empieza a alejarse, a desaparecer de mi campo de visiГіn. No, no, no. No puedo perder a mi otra mitad, no ahora, que justo acabo de encontrarla. Me debato contra el sopor que me habita. Libro un combate contra mi propio cuerpo para poder moverme, tengo que salvarla.

Pataleo tanto que acabo… cayéndome de la cama. Un sueño, no ha sido más que un sueño. No, no un sueño cualquiera. Es un mensaje de advertencia de los espíritus. Tengo que apresurarme. Mi compañera corre un grande peligro. Tengo que encontrarla y rápido si no quiero que esta pesadilla se haga realidad. El despertador encima de la mesilla me muestra que son las seis y media y percibo los primeros rayos de sol a través de los resquicios de las persianas. Desde aquí es imposible transformarme para emprender el vuelo. Es la regla más importante de mi tribu, nadie debe estar al corriente de nuestros poderes fuera de los clanes. Un animal salvaje saliendo de una habitación de hotel llamaría mucho la atención.

No pierdo ni un segundo. Meto mis cosas en el maletero del coche, paso por la recepciГіn del hotel para entregar las llaves y recoger de paso, gracias al conserje, una informaciГіn vital: la direcciГіn de un lugar tranquilo. Me pongo de nuevo al volante rumbo al bosque de Widdifield, guiado por el recepcionista, a sГіlo unos quilГіmetros de aquГ­.

Dejo el vehГ­culo en un caminito entre los grandes abetos. Todo estГЎ tranquilo, ningГєn excursionista o campista a la vista, como me lo habГ­a asegurado el empleado del hotel. Es perfecto. Me desnudo a salvo de miradas, me transformo en un haz de chispas y cojo altura. Mi bestia estГЎ contenta de desplegar sus alas y de sentir el viento sobre su cabeza y a lo largo de su plumaje. Pero no disfruta de este momento de libertad como de costumbre. No vuela en cГ­rculos para avistar una presa, no se tira en picado hacia el suelo para tener un subidГіn de adrenalina. Vamos de cacerГ­a para darnos un gran festГ­n, el mayor de los tesoros. Nuestra compaГ±era nos espera en el lago Kipawa. Nos necesita. El lago Kipawa es inmenso, mГЎs de trescientos quilГіmetros cuadrados, y se extiende en cinco cantones diferentes. Encontrar a mi alma gemela en medio de un territorio tan vasto serГЎ como encontrar una aguja en un pajar. Por suerte mi rapaz tiene la costumbre de ver hasta un pequeГ±o ratГіn en medio de un bosque. Su vista es la mejor del reino animal. Mi animal sale disparado como una flecha hacia la extensiГіn de agua a unos cien quilГіmetros al sureste de mi posiciГіn, al acecho del menor indicio que indique la presencia de mi compaГ±era.




Конец ознакомительного фрагмента.


Текст предоставлен ООО «ЛитРес».

Прочитайте эту книгу целиком, купив полную легальную версию (https://www.litres.ru/pages/biblio_book/?art=63808176) на ЛитРес.

Безопасно оплатить книгу можно банковской картой Visa, MasterCard, Maestro, со счета мобильного телефона, с платежного терминала, в салоне МТС или Связной, через PayPal, WebMoney, Яндекс.Деньги, QIWI Кошелек, бонусными картами или другим удобным Вам способом.



Если текст книги отсутствует, перейдите по ссылке

Возможные причины отсутствия книги:
1. Книга снята с продаж по просьбе правообладателя
2. Книга ещё не поступила в продажу и пока недоступна для чтения

Навигация