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Lazos
Roberta Mezzabarba
"VГnculos, cuerdas hechas de gritos (Apollinaire). Al filo del nuevo milenio una nueva amenaza llega desde las tinieblas. Un niГ±o ha sido salvado pero ahora un muchacho estГЎ en peligro. Tres mujeres luchan. Nadie estГЎ a salvo. El milenio ya no es milenio. Dos mil y Muerte. Una novela fascinante e intensa que mezcla thriller, suspense y esoterismo. Una Novela sobre la fuerza de los vГnculos del pasado y del presente. San Silvestre, 1999. Guglielmo y su vida aparentemente serena, sin sombras. Gemma, su novia, la Гєnica por lo que ha sentido algo que ha ido mГЎs allГЎ del placer fГsico. Angelica, una madre afectuosa y presente. Filiberto, padre frГo y desapegado. Y, finalmente, Luana y Lucio, los antagonistas de la historia, los que intentarГЎn destruir la vida de Guglielmo, de arrebatarlo a sus seres queridos para llevar a cabo un proyecto diabГіlico y descabellado de una mente enferma y demonГaca. Pero la vida tambiГ©n estГЎ hecha de elecciones. ВїSabrГЎ Guglielmo desasirse de los nudos que lo asfixian y volver a ser el dueГ±o de su vida? Una novela con una trama compleja, tonos sombrГos y dramГЎticos, una historia que atrapa y se deja leer de un tirГіn, porque estГЎ llena de suspense y de momentos de tensiГіn que apasionan y mantienen la atenciГіn. Haz clic aquГ y mira el BOOKTRAILER https://youtu.be/NtFL3BPhOC0 La novela LEGГЂMI ha recibido los siguientes reconocimientos en diversos concursos nacionales e internacionales en Italia 1) Premio a la excelencia en el Premio Internacional CittГ di Cattolica “Pegasus Litterary Awards XI EdiciГіn” 2) MenciГіn Especial con Diploma de Excelencia en el Premio Literario Alda Merini 2019 3) MenciГіn de Honor en el Concurso Literario Argentario 2019 IV ediciГіn. 4) Finalista en el Concurso Literario Internacional “L’ebbrezza della vita” en Gravina di Catania (CT) 5) Finalista en el Premio Literario Giovane Holden XIIIВ° ediciГіn en Viareggio (LU) 6) Premio especial femenino reservado a las autoras que han producido obras de admirable profundidad en el Premio Literario Internacional Montefiore IX EdiciГіn 2019 en Montefiore Conca (RN) 7) 1В° clasificado absoluto Narrativa Edita Premio Literario Nacional “Ti meriti un amore 2В° EdiciГіn” en Massa Lombarda (RA) 8) Finalista en el Concurso Literario “La quercia di MYR 3В° ediciГіn” en San Giacomo in Roburent (CN) 9) 3В° clasificado en el Concurso Literario CittГ di Terni “Il Logo D’Oro – IXX Edizione) en Terni (TR) 10) MenciГіn de honor en el Concurso Nacional e Internacional de PoesГa y Narrativa “Club della Poesia” en Cosenza 11) 3В° clasificado en el Concurso Literario Nacional Amarganta 5В° EdiciГіn en Rieti 12) Premio de la CrГtica en el Concurso Literario 2019 “I poeti sono maestrali” en Trani (BT) 13) MenciГіn de Honor en el Premio Bienal Internacional de PoesГa y Narrativa “Percorsi Letterari … dal Golfo dei Poeti Shelley e Byron, alla Val di Vara” en RiccГІ del Golfo della Spezia (SP) 14) MenciГіn de Honor premio literario Golden Holmes Awards 2020 en Napoli 15) Premio Especial de los Lectores en el Premio Literario Nacional ”Un Libro Amico Per L'inverno” 2019/2020 – IX EdiciГіn en Rende (CS) "
Roberta Mezzabarba
Lazos
Esta es una obra de fantasГa.
Nombres, personajes, ubicaciones y sucesos son imaginarios o son usados de manera ficticia y cualquier referencia a personas, vivas o muertas, a hechos o lugares existentes es puramente casual.
Tituolo oroginale de la obra: LegГ mi
Primera EdiciГіn
noviembre 2018
IL PORTO
В© 2018 La Caravella Editrice
Segunda EdiciГіn Publicado por В©Tektime
mayo 2020
196 pГЎginas
www.traduzionelibri.it
Roberta Mezzabarba
Lazos
Traductora: MarГa Acosta DГaz
A los movimientos del alma que dan sentido a todo
Prefacio
San Silvestre 1979
El dГa se estaba desvaneciendo con sus frГas luces invernales en un crepГєsculo claro y sereno. Una respiraciГіn forzada salГa en forma de pequeГ±as y brumosas nubes de los labios exangГјes de la parturienta que yacГa sobre una sГЎbana arrugada, descompuesta, despeinada, casi falta de fuerzas.
Otra mujer, tambiГ©n con el vientre hinchado, esperaba atemorizada, como una sombra, entre los gritos de dolor que rebotaban con ecos similares a polillas enloquecidas, aprisionadas entre los primitivos muros de aquella gran habitaciГіn con el techo alto y oscuro.
Fuera del gran ventanal, Гєnica fuente de luz de aquel ambiente angosto, blindado por una reja de oscuras barras de hierro, el horizonte se extendГa inmГіvil al final de los campos oscuros, cortando el tejido cerГєleo del cielo con su hoja afilada.
Durante un momento las dos mujeres se encontraron actuando de manera idГ©ntica: cuatro ojos miraron en la misma direcciГіn, cuatro ojos se abrieron como platos, asombrados al ver la escena que se mostrГі sГіlo por un momento, apenas deformada por la superficie rГєstica de aquellos vidrios seculares.
Hacia la puesta de sol dos esferas contrapuestas y luminosas se enfrentaban, una al final de su camino, la otra en los primeros instantes de su trayecto. Ante aquella visiГіn, pensamientos sin un sentido aparente nacieron en la mente de la joven mujer extendida sobre la cama: veГa mucho dolor, incГіgnitas antiguas como el universo, heridas de dolor y de nostalgia, anhelo morboso de que aquel encuentro pudiese repetirse de alguna manera, incluso la mГЎs impensable.
En la sombra, un hombre con los labios delgados, sonreГa: su primera flor estaba a punto de florecer.
En un instante el sol desapareciГі de la vista de las dos mujeres: en ese momento saborearon las primeras gotas de un veneno que podГa llevar el mundo a la locura, sin posibilidad de retorno.
Sin anunciarse, como cuando un dique es arrollado por la potencia de las corrientes que durante siglos lo han rozado, las contracciones volvieron a invadir el cuerpo de la parturienta.
Le pareciГі que el dolor no la dejaba ni siquiera respirar mientras los largos minutos discurrГan mezclados con gotas de sudor.
La garganta de Silene rugiГі con un grito de dolor y de liberaciГіn infinito, culmen de sus sufrimientos, luego se liberГі en el aire el llanto del pequeГ±o que acababa de superar la gran prueba del parto. Se balanceaba, quizГЎs todavГa preso del pГЎnico al sentirse apartado de aquel lugar eterno y caliente que hasta entonces lo habГa protegido y alimentado.
Silene relajГі los mГєsculos tensos hasta el espasmo y, cansada, mirГі a su hijo: el cordГіn umbilical todavГa no habГa sido cortado y Г©l era tan pequeГ±o… habГa sabido que era un varГіn en cuanto advirtiГі su presencia en el regazo. Con un hilo de voz lo llamГі con el nombre que en los largos meses del embarazo habГa pensado para Г©l: Guglielmo, este serГЎ tГє nombre, mi pequeГ±o.
Lo habГa escogido entre miles, lo habГa buscado con cuidado porque querГa para su hijo un nombre que pudiese protegerlo (extraГ±a idea) y, en fin, habГa escogido uno en desuso y quizГЎs un poco anticuado porque significa hombre que con su tenaz voluntad de vivir se defiende de los ataques de los otros. Ella tenГa experiencia en el significado de palabras como soledad, marginaciГіn, dolor, violencia y precisamente para su hijo nacido de la violencia querГa una vida distinta.
Inmersa en esos pensamientos Silene advirtiГі un dolor sutil en el pecho pero no se parГі a tenerlo en cuenta: sГіlo imaginГі que la excesiva felicidad que sentГa presionaba con fuerza desde el esternГіn, que no conseguГa contenerla totalmente.
Ella y su pequeГ±o habГan logrado sobrevivir a aquel parto, contrariamente a las pesadillas que la habГan perseguido: Гєltimamente en sus sueГ±os veГa una muerte y el comienzo de un tiempo lleno de sombras y dolor.
Lleno de esa felicidad tan efГmera su corazГіn dejГі de latir en pocos segundos.
Silene se habГa apagado con la imagen de su hijo Guglielmo impresa en sus ojos, casi sin darse cuenta, sin sentir inquietud por el fin que le esperaba a ella y a su pequeГ±o…
La historia de aquella extraГ±a noche que podrГa parecer inverosГmil a un oyente normal, resonarГa mГЎs adelante, en un futuro, como una de esas premoniciones que a los ancianos videntes les complace contar en las noches de tormenta…habГa una vez una joven mujer que fue secuestrada el dГa en que debГa dar a luz un niГ±o…
El hombre que habГa gozado en la sombra de cada uno de los gemidos de dolor de Silene habГa escapado: de todas maneras todo irГa como la seda. HabГa trabajado tan bien que, aunque una de las dos mujeres habГa muerto, no tenГa importancia: deberГa sГіlo cambiar ligeramente sus planes.
La luna brillaba en lo alto del cielo, negro como la pez.
Lina, la mujer que se habГa quedado en la sombra, estaba perturbada, paralizada por el terror.
Cuando decidiГі acercarse a Silene, sus sospechas cobraron vida… estaba muerta y la luna estaba ya arriba en el cielo: fue entonces, y sГіlo por un momento, que su mente volviГі a recordar nГtidamente el sol y la luna que tocaban al mismo tiempo la lГnea del cielo, cruzando sus destinos sГіlo durante un suspiro… tampoco ella sabГa, como Silene, que aquello que habГa visto no era sГіlo una simple coincidencia, y por lo tanto, no conocГa bien el significado que debГa atribuir a aquello de lo que habГa sido testigo.
El sol se habГa puesto, Silene habГa sido arrastrada a las tinieblas con el corazГіn destrozado… quedaban sГіlo el pequeГ±o Guglielmo y una gran luna roja de sangre en el cielo.
Ese pensamiento la devolviГі a la realidad, tenГa una misiГіn que cumplir. El hombre, probablemente, no habГa previsto que Silene muriese y ella no tenГa ni la mГЎs mГnima idea de quГ© hacer en ese momento con el niГ±o.
Lo decidiГі en un decir JesГєs: no contarГa jamГЎs a nadie lo que habГa sucedido. El pequeГ±o, criado en una familia normal, que no tenГa nada que ver con aquella horrible noche, no correrГa ningГєn peligro. Por otra parte, si aquel hombre no estaba loco ya no la buscarГa mГЎs: era un peligro demasiado grande el que correrГa exponiГ©ndose de aquella manera.
Todo habГa acabado.
Un escalofrГo helado la golpeГі en los riГ±ones y un dolor agudo, serpenteante, le envolviГі el vientre.
Sin pensar envolviГі al pequeГ±o, que se habГa adormecido, en el camisГіn con el cual Silene habГa sido raptada y abandonГі aquellos primitivos y tГ©tricos muros que la separaban del aire fresco de la noche: dejГі a sus espaldas el cadГЎver de Silene todavГa caliente, decidida a abandonar al reciГ©n nacido en la primera casa que encontrase.
El destino se habГa cumplido.
PRIMERA PARTE
Y luego estoy solo. Queda
la dulce compaГ±Гa
de luminosas mentiras.
В В В В Sandro Penna
Uno
Diciembre, 1999
El aire del gimnasio era una mezcla de olores, perfumes acres de epidermis sudadas y de cansancio fГsico llevado hasta el extremo.
Guglielmo estaba levantando una barra de pesas brillantes, los dedos apretados con un agarre de hierro, los bГceps atravesados por las bandas musculares evidenciadas por el esfuerzo, la piel ligeramente bronceada reluciente de sudor… Adoraba aquellas tardes despreocupadas que podГa pasar en aquel ambiente, desahogando con el esfuerzo fГsico la peor parte de sГ mismo.
Observaba despreocupado los cuerpos envueltos en adherentes chГЎndales de colores llamativos.
ГЃvido investigaba los cuerpos y las almas en contraluz de aquellas muchachas, seguГa sus movimientos, las expresiones de los rostros, los cabellos que flotaban en el aire, por millones, los innumerables fragmentos de vida que nunca conocerГa.
En el banco de al lado, mientras tanto, ocupГі el puesto uno de sus compaГ±eros de universidad con el que, a menudo, se encontraba tambiГ©n en el gimnasio: Claudio.
В« ВїQuГ© haces? Siempre babeando detrГЎs del sexo opuesto, Вїeh? В»
Ante aquellas palabras Claudio habГa fijado la mirada en una muchacha flexible que rellenaba perfectamente unos leotardos de color verde agua.
«Bueno, ¡te tengo que dar la razón! Aunque yo no crea en Dios, en ciertos momentos debo admitir que debe existir algo realmente bueno y misericordioso para dar vida a criaturas tan hermosas…»
Claudio era un muchacho muy susceptible a la fascinaciГіn femenina.
Mientras continuaba levantando pesas por encima de la cabeza, Guglielmo miraba a un grupo de cinco muchachas que hablaban entre ellas, gesticulando ligeramente.
В«Sabes. Cuando era pequeГ±o me gustaba mucho estar en la habitaciГіn donde mi madre recibГa a sus amigas. Me gustaba la manera en que ellas, olvidГЎndose de mi presencia, hablaban libremente sobre hombres, sin pudor, sin tapujos; hablaban de lo fГЎcil que era predecirles y engatusarles. Estaba totalmente fascinado por esas conversaciones y todas las veces me prometГa no convertirme, al crecer, en un hombre como los de sus charlas. Me sentГa casi obligado a no desilusionar a las mujeres debido a que me habГan permitido conocerlas desde dentro. Luego he aprendido que a una mujer le gusta un hombre tambiГ©n por todas las cosas que no consigue entender, incluso por los puntos de incomunicaciГіn, tambiГ©n porque estamos aquГ mirГЎndolas como si fuesen dulces en el escaparate de una pastelerГa, con la boca que se nos hace agua.В»
В«TГє, Guglielmo, Вїeres tan sentimental y filosГіfico que me quieres hacer creer que observas a estas bellezas sГіlo con ojo clГnico, para enriquecer tu conocimiento del universo femenino? В»
Claudio se esforzaba por mantener una expresiГіn seria: para Г©l era difГcil, si no imposible, concebir un interГ©s distinto del sexual por una mujer. Una risotada aclarГі de nuevo a Guglielmo la opiniГіn que tenГa Claudio sobre el tema.
В«Siempre el mismo: tГє venderГas tu alma para trabajar de ginecГіlogo, sГіlo para… a mГ, de las mujeres me gusta todo, tambiГ©n la cabeza, sus pensamientos, y me gusta, sobre todo, no desilusionarlas, me gusta darles lo que desean de mГ. В»
Guglielmo era un joven con grandes esperanzas: alto, los cabellos oscuros ligeramente ondulados, la tez dorada, las piernas torneadas y largas sostenГan un fГsico delgado, pero no esquelГ©tico. TenГa los dedos largos y armoniosos que terminaban con una uГ±as lisas y grandes como almendras peladas.
Una vez en un mercadillo una gitana le habГa leГdo la mano y se habГa quedado fascinada por esta caracterГstica suya, confiГЎndole que las uГ±as tan grandes se desarrollan en sujetos que habГa tenido que luchar con la vida y contra la muerte.
Guglielmo no le habГa dado mucha importancia a la charla de una mujer habituada a inventar historias para vivir. En su memoria no habГa ningГєn rastro de ninguna lucha por la supervivencia. Aquella gitana, sin embargo, se habГa despedido de Г©l con una afirmaciГіn que recordaba perfectamente: Nadie recuerda ciertos sufrimientos; se deslizan silenciosamente en la sangre, en caso contrario todos estarГais destinados a la locura o a la condenaciГіn…
Dos
Angelica era una mujer apacible.
Su carГЎcter resaltaba sin menoscabo de su aspecto fГsico: delgada, casi grГЎcil, las manos delicadas, las uГ±as rosadas, pequeГ±as y perfectas como minГєsculos pГ©talos de rosa, observaba el mundo con los ojos azul cielo y un alma limpia.
A menudo su edad resultaba indescifrable, un secreto escondido y cambiante: durante un instante parecГa una joven e indefensa cervatilla que se asomaba por primera vez a la vida con paso incierto, poco despuГ©s aparecГa la alta columna de un templo antiguo y con historia, irresistible, estable, con la memoria milenaria de los hechos de los que habГa sido mudo testigo.
Ella y su marido Filiberto vivГan en una magnГfica casa llena de molduras, de cuadros de colores sombrГos, de cortinas pesadas y drapeadas, de adornos que habrГan podido contar por si solos la historia de casi todos sus antepasados.
Su existencia era tranquila, casi fuera de lo comГєn.
Angelica amaba a su marido y Г©l, aunque era poco propenso a dejar traslucir sus sentimientos, intentaba apoyarla en todos sus caprichos, en todas sus necesidades.
Filiberto habГa demostrado el amor que lo ligaba a su mujer en distintas ocasiones pero aquella que ella habГa apreciado mГЎs se remontaba a veinte aГ±os antes.
Era una noche oscura con una luna pavorosamente grande, cuando a su puerta llamГі una mujer embarazada con la mirada aterrorizada. Llevaba entre las manos un paquete andrajoso del que provenГan unos gemidos.
«Haceos cargo de este pequeño, su madre… no puede… lo ha abandonado… ha muerto y yo no tengo ya fuerzas para llamar a otra puerta, dentro de poco tendré que traer al mundo a mi hijo… alguien os lo agradecerá. Su nombre es Guglielmo. Sólo os pido una cosa: no contéis jamás a nadie esto… jamás.»
Angelica no habГa conseguido nunca terminar un embarazo: parecГa que su fГsico rechazaba llevar el peso de una nueva vida. Aquella extraГ±a visita, en esa extraГ±a noche, habГa sido para ella como un mensaje divino escrito con letras de fuego en el cielo.
Con la llegada del pequeГ±o Guglielmo, Angelica habГa comprendido que habГa llegado la hora de poner fin a una serie de fallidos intentos de engendrar un niГ±o. Se sentГa tan daГ±ada de cuerpo como de mente… Seguramente, pensГі ella, Guglielmo habГa sido un premio, un bombГіn, un calmante para sobrevivir al dolor que la percepciГіn de su deficiente predisposiciГіn a concebir hijos le causarГa.
Angelica cogiГі de los brazos de aquella desconocida a aquel pequeГ±o, sin decir una palabra, sin saber nada de lo que habГa ocurrido nueve meses antes, ni aquella noche. La desconocida se fue, con un andar fatigado por el peso de la vida que custodiaba, en la noche que casi la envolvГa furtivamente, con sus manos enguantadas, sin hacer ruido. Antes de desaparecer por completo engullida por las tinieblas fue sacudida por una violenta contracciГіn que la obligГі a echarse a tierra. BuscГі con la mirada la puerta todavГa abierta de la que salГa una luz tenue que perfilaba con claridad la figura de la mujer con el largo camisГіn con el niГ±o, todavГa envuelto en los trapos que lo habГan visto nacer, estrechado entre los brazos, y de aquel hombre de espesos y oscuros bigotes que estaba a su lado con la mirada recelosa.
Angelica suplicГі a su marido que ayudase a la mujer, acompaГ±ГЎndola al hospital. El hombre la recogiГі de la carretera y con indiferencia la condujo hasta el coche para luego dejarla en el hospital. Filiberto habГa advertido algo extraГ±o en la mujer que se habГa presentado ante su puerta con aquel bebГ©, pero su mujer lo habГa mirado fijamente, con una mirada tan suplicante que no habГa podido negarle la felicidad de cuidar un niГ±o.
Desde aquella noche no supieron nada mГЎs de ella. Obedeciendo al deseo de la mujer habГan contado a todos la adopciГіn del niГ±o llevada a cabo debido al interГ©s de amigos muy influyentes.
Filiberto, alto oficial del ejГ©rcito, esquivo, seguidor de las normas, de todas las normas de este mundo, con dos bigotes afilados que le separaban los labios finos de la nariz puntiaguda, habГa vivido con el hijo, desde sus primeros aГ±os, una relaciГіn hecha de silencios.
A Г©l le hubiera gustado un recluta al que adiestrar, quizГЎs porque no conocГa otra manera de comunicarse con sus semejantes, Guglielmo, en cambio, con su carГЎcter fuera de lo normal, a veces un poco rebelde, no podГa encerrar su gozo por la vida en un uniforme que lo habrГa obligado a una serie infinita de SГ seГ±or.
No habГa conflictos.
Nunca habГan ocurrido enfrentamientos directos pero estaba claro que Guglielmo sentГa poco la presencia del padre. Con su aversiГіn a la vida militar, a todas las formalidades que aquel universo pretendГa, realmente habrГa incumplido las expectativas de su padre, un hombre habituado durante mucho tiempo a que no le contradijesen, jamГЎs.
Tres
Estaban acabando los preparativos para despedir el segundo milenio: por todas partes se oГa hablar de fiestas, veladas, cenas enormes, grandes bailes de disfraces, un Hallowen del fin del milenio, para ahuyentar la mala suerte y comenzar el Dos mil con la convicciГіn de haber hecho todo lo posible para olvidar los problemas del siglo XX, comenzado con una pГЎgina en blanco un nuevo capГtulo, si no con la certeza de mejorar, al menos con el beneficio de la duda.
Guglielmo participaba activamente en la organizaciГіn e intercalaba, con las horas frenГ©ticas de los preparativos, momentos de estudio: estaba preparando una investigaciГіn sobre los miedos del pueblo medieval en el AГ±o Mil. ExtraГ±o tema, habГa pensado, cuando el profesor de Historia Medieval se lo habГa asignado para la tesina pero, luego, cuando habГa comenzado a investigar se habГa dado cuenta de que podГa resultar un tema interesante, tambiГ©n porque se habГa convertido en excitante por el hecho de que no habГa muchos textos que mencionasen el estado de ГЎnimo que habГan afectado a los ciudadanos del AГ±o Mil.
El conserje de la biblioteca de la universidad lo veГa agarrado a las escaleras defectuosas revolviendo, entre las estanterГas mГЎs altas, libros polvorientos que no habГan sido tocados en decenas de aГ±os. Lo veГa bajarlos a la mesa, hojearlos, buscando afanosamente algo que lo ayudase a comprender mejor aquel oscuro misterio. A menudo su trabajo se demostraba vano, en muchos textos el AГ±o Mil ni siquiera estaba documentado, sГіlo aparecГa alguna noticia corta y poco significativa que se remontaba a un aГ±o antes o algunos aГ±os despuГ©s del milenio del nacimiento del Redentor.
Guglielmo vivГa ese perГodo, sin embargo, en una doble dimensiГіn: por una parte la mГЎs espontГЎnea y que lo unГa a los propГіsitos de sus coetГЎneos, completamente empeГ±ados en enterrar deliberadamente todo lo que quedaba de los Гєltimos respiros del aГ±o mil novecientos noventa y nueve, preparando bailes, mГєsica, grandes fiestas para celebrar dignamente esta muerte anunciada, a la que nadie llorarГa; por otra, se encontraba separado del resto, completamente atrapado en excavar, desesperadamente, entre las ruinas de diez siglos la bГєsqueda de un indicio, una pista, una luz aunque fuese dГ©bil que lo guiase en el descubrimiento de lo que atemorizГі al pueblo que habГa atravesado el primer cambio de milenio.
MantenГa encerradas dentro de Г©l estas emociones y a menudo, en los momentos mГЎs impensables, se preguntaba porquГ© Г©l y sus amigos, autГ©nticos representantes de la especie habitantes del segundo milenio, no sentГan un poco de miedo al preparase para vivir la transiciГіn del viejo al nuevo. QuizГЎs, pensaba, Вїera la inconsciencia que aliviaba todo tipo de miedo o el demasiado conocimiento habГa cegado las mentes privГЎndolas de la capacidad de discernir la proximidad de un perГodo tan inminente?
No hablaba con nadie de estas teorГas suyas, las escondГa casi amorosamente, en la oscuridad de las habitaciones iluminadas sГіlo por tenues lГЎmparas que convertГan en todavГa mГЎs sugestiva su investigaciГіn.
TenГa una novia, Gemma, que era su pareja fija desde hacГa unos meses.
Antes de aquella historia no habГa puesto jamГЎs a prueba su monogamia, habГa revoloteado de flor en flor, llegando a permitirse la compaГ±Гa de cuatro chicas al mismo tiempo: lo mГЎs asombroso era que hubiese conseguido tener siempre la situaciГіn controlada sin herir a ninguna de sus chicas.
Admirable.
Ahora, sin embargo, desde que habГa conocido a Gemma le parecГa que ella sola bastaba para cubrir el vacГo de decenas de chicas: no tenГa nada en comГєn con aquellas que habГa conocido antes, no era un tГa fГЎcil, no le gustaban los sitios oscuros, tenГa una montaГ±a de cabello rubios rizados, revueltos de manera salvaje. Se sentaban a menudo en los bancos del parque, al frГo sol de diciembre, y Guglielmo siempre se perdГa en los reflejos dorados de aquella melena, como hipnotizado por el destello de una joya.
Era por la maГ±ana temprano del Гєltimo martes del aГ±o y Guglielmo se encontraba en la biblioteca. Se habГa levantado con la convicciГіn de que ese serГa el dГa en el que encontrarГa algo interesante. HabГa sacado de la Гєltima estanterГa llena de volГєmenes aparentemente antiguos, un pequeГ±o libro de pГЎginas muy finas y amarillentas, distinto de todos los demГЎs: Guglielmo abriГі el libro y se sumergiГі entre aquellas letras, y leyГі:
La imagen del AГ±o Mil, que perdura todavГa hoy, es la de un pueblo aterrorizado por la inminencia del fin del mundo […] en la consciencia colectiva los esquemas milenaristas no han perdido del todo en nuestros dГas su facultad de seducciГіn […] el Medioevo, Г©poca oscura, esclava, madre de todas las supersticiones gГіticas […] la primera descripciГіn de los terrores del AГ±o Mil aparece cuando triunfa el nuevo humanismo y responde al desprecio que profesaba la joven cultura de Occidente por los siglos oscuros y burdos de los cuales salГa, de los que renegaba para observar, mГЎs allГЎ del abismo de barbarie, hacia la antigГјedad, su modelo […] en el medio de las tinieblas, el AГ±o Mil, antГtesis del Renacimiento, ofrecГa el espectГЎculo de la muerte y de la prosternaciГіn insensata.
ВЎLo habГa encontrado!
HabГa encontrado un cabo de aquella madeja tan intrincada, una pequeГ±a esperanza que, quizГЎs, prometГa llevarlo lejos, muy lejos. ApoyГі la palma de ambas manos sobre las pГЎginas abiertas de aquel libro y soltГі un gran suspiro, estirГі la espina dorsal sobre el respaldo de la rГgida silla y echГі la cabeza hacia atrГЎs. Si ese dГa no hubiese encontrado una pista, incluso muy pequeГ±a, habrГa pedido una entrevista con el profesor de Historia Medieval declarando su imposibilidad de seguir adelante con la elaboraciГіn de su tesina.
VolviГі a su lectura, confirmando sus sospechas sobre la escasez de noticias de aquel perГodo. En los dГas de terror, si es que habГa habido algГєn temor, a que llegase el fin del mundo, todos estaban demasiado ocupados en vender sus almas y otros bienes como para ocuparse de describir el estado de ГЎnimo de la gente. Cuando, luego, el miedo pasГі, quizГЎs, a muchos les debiГі parecer fuera de lugar ponerse a contar cosas de un peligro que la posteridad habrГa entendido como imaginario. Para agravar la situaciГіn, Guglielmo sabГa bien que ninguno de los literatos de esa Г©poca se habrГa interrogado sobre las condiciones de la vida mental del pueblo: se tomaban en consideraciГіn y se ponГan de relieve sГіlo las cosas excepcionales, lo inusual, sГіlo aquello que interrumpГa el curso ordenado de los hechos.
El mundo salvaje, la naturaleza casi virgen, los hombres todavГa poco numerosos, provistos sГіlo de instrumentos rudimentarios, que luchaban con las manos desnudas contra fuerzas vegetales y poderes de la tierra, incapaces de dominarlas, arrancГЎndoles con esfuerzo un escaso sustento, arruinados por la intemperie, flagelados periГіdicamente por la carestГa y las enfermedades, constantemente aquejados por el hambre […] una sociedad muy jerarquizada, masas de esclavos, un pueblo campesino en la mГЎs absoluta miseria, completamente sometido al dominio de las pocas familias que se despliegan en ramas mГЎs o menos ilustres, pero que la fuerza de los vГnculos de parentesco reГєne en torno a un Гєnico tronco.
Hubiera querido encontrar noticias, historias, sobre esos pueblos tan angustiados por la vida ordinaria y por el miedo por el inminente fin del mundo que parecГa planear sobre ellos como una sombra.
Sus oГdos no habГan escuchado ningГєn ruido pero una sombra, que habГa oscurecido casi completamente las pГЎginas de aquel libro que absorbГa toda su atenciГіn, lo sobresaltГі mientras pensaba. Un poco molesto Guglielmo levantГі la mirada prГЎcticamente seguro de encontrarse de frente con el conserje, curioso por conocer si habГa encontrado algo para su investigaciГіn.
Su expresiГіn disgustada se transformГі en sorpresa cuando, en cambio, vio a Gemma, con los brazos cruzados sobre el pecho y con una media sonrisa sobre aquel rostro que, ya de por sГ, era una primavera.
Quedaron mirГЎndose durante unos segundos, inmГіviles cada uno en su posiciГіn, casi como si estuviesen en el palco de un teatro.
Gemma vestГa un twinset[1 - Nota del traductor: Conjunto compuesto por un jersey fino y una rebeca del mismo color; popularizado por Jane Fontaine en la pelГcula Rebeca.] verde salvia: parecГa que la misma maГ±ana hubiese arrancado dos pequeГ±as bolitas de aquella lana para colorear los iris de sus ojos con los que de manera insistente miraba a Guglielmo, estudiГЎndolo en cada detalle, en cada gesto, escarbando incansablemente debajo de su aspecto exterior a la caza de algГєn pensamiento que hubiese escapado a su control.
Era una chica inteligente.
Se colocГі en una silla cercana a la ocupada por Guglielmo, apoyando su mano sobre la de Г©l, todavГa acomodada sobre las finГsimas pГЎginas del libro, que parecГa que lo habГa salvado del precipicio de la desesperaciГіn de no poder encontrar nada que saciase sus ansias de saber, de conocer los sentimientos, las conmociones y las frustraciones que habГan angustiado la existencia de los hombres que habГan vivido en el AГ±o Mil.
«¡CreГa que habГas desaparecido en las fauces de algГєn dragГіn escupe fuego!В» una risa cristalina saliГі de los labios de la muchacha. В«He pasado por tu casa y tu madre me ha dicho que esta maГ±ana ni te han sentido salir y yo he pensado que seguramente en tus sueГ±os habГas tenido una idea genial para tu tesina. ВїY quГ© lugar mejor para Guglielmo si no una biblioteca para sacar partido a todas tus energГas matutinas?В»
Gemma se habГa acercado a Guglielmo peligrosamente, era consciente de ello, al que habГa comenzado a conocer desde hacГa algГєn tiempo. Estando tan cerca arriesgaba mucho… Pero quizГЎs era aquello lo que deseaba, un enfrentamiento amoroso a primera hora de la maГ±ana, entre las estanterГas de la biblioteca…
Estaba cambiando.
Gemma se daba cuenta de la metamorfosis que lentamente la estaba llevando desde su forma de crisГЎlida hasta liberar en el aire las esplГ©ndidas alas de mariposa.
Comenzaba a tener pensamientos extraГ±os, deseos que jamГЎs habГa advertido antes de ahora.
Y todo sucedГa a causa de Guglielmo.
La vio asomarse desde la posiciГіn que ocupaba, hacia Г©l, con un movimiento fluido, sensual. Durante unos segundos se miraron a los ojos, distantes sГіlo unos pocos centГmetros, tanto que podГan advertir el hГЎlito cГЎlido de sus respiraciones sobre la piel del rostro, luego las pestaГ±as de Gemma ocultaron la luz de sus ojos, su rostro se inclinГі de manera imperceptible, su nariz rozГі la de Guglielmo, y un instante despuГ©s sus labios se unieron.
Siempre ocurrГa de la misma manera.
La magia envolvГa esos momentos con una niebla finГsima e impenetrable, un impulso incontrolable envolvГa como humeante espiral la mente de Guglielmo, confundiГ©ndole con susurros jamГЎs escuchados, conduciГ©ndolo a lugares que sГіlo su fantasГa podГa contener.
«¿Has encontrado algo sobre estos milenaristas atemorizados por el fin del mundo?»
В«SГ, Gemma, he encontrado algo, aunque muy vaga e infinitamente pequeГ±a con respecto a lo que esperaba hallar, pero es un principio, de todas formas. El misterio que envuelve estos hechos es innatural, no me convence. QuizГЎs hay algo mГЎs de lo que fue escrito, hace decenas, cientos de aГ±os, algo que nadie debГa conocer jamГЎs. QuiГ©n sabe si yo podrГ© alcanzar esa meta…»
La mirada de Guglielmo estaba perdida en la nada, como si desde un agujero en la atmГіsfera pudiese conseguir ver las cosas que a ningГєn mortal le estaba permitido ver.
В«Tu madre me ha dicho que ayer por la noche has tenido un enfrentamiento con tu padre, estaba un poco molesta, y no puedo no darle la razГіn… Вїno podrГas por lo menos intentar…?В»
В«Venga. Gemma, sabes perfectamente cГіmo estГЎn las cosas. No depende de mГ. Ayer por la noche estaba en el salГіn consultando algunos libros que habГa cogido en la biblioteca, y Г©l ha comenzado a decir que no deberГa perder tanto tiempo con los libros, la vida es otra cosa… como si Г©l lo supiese realmente… Gemma, no quiero que Г©l me modele a imagen y semejanza de sus antepasados, soldados profesionales, eslabГіn de una tradiciГіn inviolable. Quiero a mi familia, pero no quiero sentir su presencia como una soga alrededor del cuello, no quiero a cada pequeГ±o movimiento sentirme ahogado, no quiero que ellos decidan por mГ. Claro que mis padres me han traГdo al mundo, me han educado, son ellos los que han conseguido convertirme en lo que soy, pero no quiero que me pasen por encima en las decisiones que ataГ±en a mi futuro. ВїConsigues entenderme?В»
Gemma lo miraba con una sonrisa dulce y comprensiva. No le gustaba que Г©l sufriese de esa manera, pero sentГa que no podГa ayudarle porque sabГa que los asuntos de familia eran eso, asuntos de familia.
DespuГ©s de haber formulado mentalmente aquel pensamiento, sin decir una palabra, la muchacha volviГі a la realidad mirando su reloj de pulsera. Eran las diez y tres cuartos y su lecciГіn de Historia de las Civilizaciones comenzarГa en un cuarto de hora. AsГ que se levantГі de la silla y colocГі en sus hombros las asas de una mochila negra, de la que no se separaba jamГЎs:
В«Guli, me debo despedir, ВЎporras!, si no me doy prisa llegГі tarde a clase. Nos vemos esta noche.В»
Un beso rГЎpido sobre la frente de Guglielmo, luego desapareciГі entre las estanterГas de libros, casi engullida por todo aquel papel.
Cuatro
Guglielmo continuaba con la lectura de aquel librito del que, despuГ©s de una bГєsqueda minuciosa, tambiГ©n habГa conseguido recuperar la cubierta que le habГa descubierto el nombre del autor. Aquellas pГЎginas que habГan comenzado a dar gran parte de las respuestas que buscaba eran de un tal Duby y se llamaban El AГ±o Mil.
HabГa cogido aquel pequeГ±o volumen de la biblioteca, bajo la curiosa mirada del conserje, para llevГЎrselo a casa y leer en paz lo que le quedaba por analizar.
Eran las tantas de la noche y Г©l, tendido en la cama, con el libro apoyado sobre el pecho, ГЎvido, recorrГa las palabras en las pГЎginas buscando algo que todavГa desconocГa.
[…] de la era feudal, queda una sola crГіnica que habla del AГ±o Mil como un aГ±o trГЎgico: la de Sigerberto de Germbloux. Se vivieron en esos dГas muchos prodigios, un espantoso terremoto, un cometa con su cola resplandeciente; la luz vГvida e intensa inundГі hasta el interior de las casas y en el cielo, que pareciГі cortarse, dibujГі la imagen de una serpiente. […] Muchos al verlo creyeron que era el anuncio del Гєltimo dГa.
[…] en los Annali di Saint”Benoit”sur”Loire una noticia tan importante sobre el aГ±o 1003, que se destacГі por inundaciones insГіlitas, un milagro, el nacimiento de un monstruo que los padres ahogaron; pero el sitio del aГ±o 1000 de la encarnaciГіn quedГі vacГo.
MГЎs adelante encontrГі una referencia, pocas lГneas, que atrajeron su atenciГіn de manera particular. Abbone, abad de Saint- Benoit-su-Loire dejГі por escrito un recuerdo de su juventud:
[…] a propГіsito del fin del mundo, escuchГ© predicar al pueblo en una iglesia de ParГs que el Anticristo vendrГa al final del AГ±o Mil y que el juicio universal vendrГa a continuaciГіn.
LeГa esas palabras mientras su mente divagaba, llegando hasta el almacГ©n de la memoria donde encontrГі el recuerdo de un hecho de algunos aГ±os antes.
En el aГ±o mil novecientos noventa y siete un cometa, llamado Hale”Bopp, habГa llegado a ser visible en todas partes con el equinoccio de primavera. Un extraГ±o evento se produjo debido a su permanencia en el cielo: una treintena de adeptos de una secta religiosa de la California meridional, expertos en cibernГ©tica, pusieron en marcha un suicidio colectivo, con la convicciГіn de que con la muerte podrГan alcanzar una astronave alienГgena que viajaba en la cola del cometa para llegar a un estadio mГЎs allГЎ de lo humano. En un video clip que habГan realizado durante el suicidio afirmaban que se sentГan unos elegidos, unos afortunados, admitidos para gozar de la liberaciГіn de las miserias humanas.
En el mismo aГ±o una serie de calamidades habГa flagelado, aquГ y allГЎ, a las pobres ГЎnimas del globo terrestre sin una lГіgica: terremotos, fuertes vientos, lluvias torrenciales, trombas de agua. ParecГa que la historia se repetГa.
En otro escrito, del que habГa fotocopiado sГіlo algunas pГЎginas, Jules Michelet contaba el mismo fin del mundo por parte de los oprimidos como una liberaciГіn de las penas que los atormentaban.
El prisionero esperaba en el negro torreГіn, en la celda sepulcral; el siervo esperaba en su surco, a la sombra de la odiosa torre; el monje esperaba, entre la abstinencia del convento, entre la agitaciГіn solitaria del corazГіn, en medio a las tentaciones y las caГdas, a los remordimientos y a extraГ±as visiones, miserable broma del diablo que retozaba cruelmente a su alrededor, y que por la noche sacГЎndole la manta, le decГa alegremente al oГdo ВЎTГє estГЎs condenado! Todos deseaban salir de su penosa condiciГіn sin importar el precio. Y por otra parte debГa tener una cierta fascinaciГіn, ese momento en que la aguda y lacerante tromba habrГa golpeado el oГdo de los tiranos. Entonces desde el torreГіn, desde el convento, desde el surco explotarГa una terrible risotada en medio de los lloros.
Para desmitificar el suicidio colectivo los estudiosos de los aГ±os noventa se habГan esforzado en convencer a las masas que aquel punto detrГЎs de la cola del cometa era sГіlo una estrella y que a los componentes de la secta les habГa lavado el cerebro su lГder, pero los periГіdicos seguГan con los titulares encendidos y alusivos.
ВїSerГa verdad que el fin del mundo estaba tan cerca?
ВїSerГa verdad que los terrores de un nuevo medioevo invadirГan en pocos aГ±os a toda la humanidad?
La mente de Guglielmo corrГa veloz, comparaba teorГas, enfrentaba hechos, asociaba acontecimientos. En realidad, pensaba, en los umbrales del Dos mil serГa mucho mГЎs fГЎcil difundir el pГЎnico y que se convirtiese en psicosis.
Por otra parte, en el novecientos noventa y nueve despuГ©s de Cristo Вїno habrГa bastado una voz inspirada, una plaza o un pГєlpito de una oscura iglesia y una multitud alrededor para difundir la creencia universal de que el mundo estaba a punto de acabarse?
Cinco
San Silvestre, 1999
Las luces aquella noche parecГan aclarar un cielo sin fondo por el tupido color plomo y el aire, cargado de una niebla insistente, parecГa traslГєcido.
Eran las Гєltimas horas de un milenio agonizante, resquicios de luz en la oscuridad de un sueГ±o ya irreversible. Guglielmo estaba en su habitaciГіn: ya se habГa puesto su traje de Conde DrГЎcula, seГ±or de la noche, con el frac y la capa negra, la camisa blanca como la piel del rostro, cubierto de maquillaje, sobre el que resaltaban dos vistosas ojeras. De los labios salГan un par de dientes caninos agudos y brillantes.
El muchacho estaba de pie delante de un gran cuadro al Гіleo que, probablemente, estaba colgado en aquella pared, sobre la chimenea que descollaba en su habitaciГіn, desde hacГa un siglo o mГЎs. Una figura masculina con las piernas delgadas, enfundadas por botas altas de jinete, una austera fusta de cuero, los alamares brillantes en las charreteras, posaba con una pizca de vanidad mirando fijamente sobre cualquiera que transitase cerca de Г©l. Aquel era uno de los ilustres antepasados de la familia de su padre y, naturalmente, no podГa ser otra cosa que un oficial de caballerГa. Como habГa sucedido miles de veces observando aquel cuadro, a Guglielmo le parecГa que desde tiempos inmemoriales los componentes de su familia no supiesen hacer otra cosa que vestir un uniforme y comandar a legiones de soldados.
Se alejГі unos pasos encontrГЎndose, con sorpresa, su imagen en un espejo cercano.
Por esa noche serГa el seГ±or de las tinieblas, que vivГa de los momentos de otros, que chupaba la vida del cuello de sus incautas vГctimas. Aquella farsa le divertГa: abrirГa su enorme capa negra y gritarГa adiГіs al siglo que dentro de pocas horas se irГa, para siempre.
Gemma lo estaba esperando en su casa.
Su padre estaba al final de las escaleras, en el gran vestГbulo de la casa, con la bata de raso brillante apretada alrededor del cuerpo seco, con un periГіdico entre las manos.
В«Entonces, Guglielmo, Вїhas decidido no venir al cГrculo de oficiales para conmemorar conmigo y tu madre el cambio al Dos mil? Lo sabes, verdad, que serГa algo muy importante… por otra parte tu cumples tambiГ©n veinte aГ±os… y la familia es una instituciГіn sagrada a la que hay que respetar…»
Filiberto no miraba a los ojos a su hijo, evitaba su mirada, y por eso Guglielmo estaba nervioso hasta lo inverosГmil. ВїPor quГ© su padre no intentaba comprenderle aunque fuese sГіlo una vez? ВїPor quГ© para Г©l sГіlo existГan el cГrculo de oficiales, los reclutas y aquellos malditos galones?
В«PapГЎ sabes que significa mucho para mГ festejar con mis amigos esta ocasiГіn, y ademГЎs ВїquГ© harГa en el cГrculo de oficiales de tu cuartel vestido de Conde DrГЎcula?В» dijo el muchacho extendiendo con una pirueta su capa negra para intentar desdramatizar un poco la situaciГіn.
В«Realmente estarГas ridГculo, pero a vosotros los jГіvenes os gustan estas payasadas, y luego cuando tenГ©is entre la manos un fusil os tiemblan las piernas… SГ© yo lo que os harГa falta…»
«Querido, tranquilo, no arruinemos esta bella velada de fiesta, deseémosle un buen cumpleaños por sus veinte años a nuestro Guglielmo que poco a poco se está convirtiendo en un hombre…»
Angelica habГa entrado en la conversaciГіn con su voz encantadora en el momento justo, antes de que uno de sus dos hombres se enredase en una pelea a gritos. Comenzaba a ser difГcil, incluso para ella, mantener a raya a aquellas dos cabezas calientes. TenГa en la mano un pequeГ±o paquete azul marino con un lazo azul claro, todas las miradas de aquella habitaciГіn estaban dirigidas hacia ella.
В«Esto es para ti, hijo mГo, he esperado veinte aГ±os para dГЎrtelo, veinte largos aГ±os…»
Guglielmo cogiГі de las manos de su madre aquel paquete que parecГa esconder quГ© sabe quГ© y le sacГі el papel que lo envolvГa: un colgante blanco y transparente de alabastro de forma redondeada… una fina cuerda negra, retorcida hasta convertirse en un cordГіn, sujetaba el adorno y envolvГa un librito con la cubierta de cuero gastada… realmente un extraГ±o regalo.
В«No me he vuelto loca, no Guglielmo, tu madre no ha enloquecido. Es una historia larga, muy larga. Ven, sentГ©monos en tu sofГЎ preferido.В»
Con la mano izquierda agarrando la de su madre, y el extraГ±o colgante sujeto al librito en la derecha, Guglielmo la seguГa dГіcil, como cuando de niГ±o esperaba que le contase su fГЎbula preferida.
Filiberto, sospechando el tema de la larga historia que su mujer contarГa a su hijo, dijo en tono brusco:
В«Angelica, Вїhas pensado bien en lo que estГЎs a punto de hacer? No creo que sea apropiado… ВїNo recuerdas lo que nos dijo aquella mujer?… Yo en tu lugar no lo harГa.В»
Madre e hijo ya se habГan colocado en el sofГЎ.
Al escuchar esas palabras, Angelica alzГі los ojos azules hacia su marido, mirГЎndolo fijamente con una mirada firme, profunda y al mismo tiempo dulce.
ВїTenГan el derecho de esconder a Guglielmo su verdadera identidad?
ВїPodГan continuar haciГ©ndolo eternamente?
QuizГЎs aquella revelaciГіn romperГa la tranquilidad de su hijo pero estaba convencida de que debГa saberlo todo.
В«Filiberto, Guglielmo es mayor, y ahora ya no hay un motivo que nos induzca a continuar escondiГ©ndole algo que con el tiempo sabrГa de todas maneras.В»
Guglielmo, mientras tanto, como objeto de la contienda, se sentГa frustrado por aquellas verdades escondidas y hasta ese momento desconocidas para Г©l: Вїde quГ© estaban hablando, quГ© es lo que le habГan ocultado durante todos estos aГ±os?
Con un gesto instintivo se sacГі los dos caninos postizos, como diciendo: Muy bien, ahora nos dejamos de bromas y hablamos seriamente.
Miraba a la madre sentada a su lado y al padre en pie.
Estos minutos de expectaciГіn parecГan piedras lanzadas a cГЎmara lenta que nunca acababan de caer al suelo, y la espera a que sucediese parecГa interminable.
В«Debes saber querido hijo que la noche de San Silvestre de hace veinte aГ±os, yo y tu padre estГЎbamos en casa, sin celebrar de ninguna forma la llegada del nuevo aГ±o, estaba recuperГЎndome de uno de los innumerables abortos que mi fГsico ha debido soportar. Efectivamente, habГa tenido la sensaciГіn de que aquella pudiese ser una noche distinta a las otras, la luna destacaba en el cielo alta y muda. En un momento dado escuchamos llamar a la puerta: encontramos a una mujer embarazada con un paquete entre los brazos. Eras tГє. La mujer dijo que tu madre natural te habГa abandonado, quizГЎs porque estaba muerta o porque no podГa cuidarte y darte una vida digna. Con el ceГ±o fruncido nos recomendГі que no contГЎsemos a nadie la historia de aquella noche y hasta ahora no habГamos dicho nada a nadie. TГє te preguntarГЎs, ВїquГ© tienen que ver conmigo el colgante y el libro? Es un pequeГ±o secreto que he mantenido todo este tiempo, ni siquiera tu padre sabГa nada. Cuando, despuГ©s de haberte cogido de los brazos de la mujer que te habГa conducido hasta nuestra casa, subГ a la habitaciГіn para vestirte con la ropa que habГa preparado para el pequeГ±o que habГa perdido hacГa unos dГas, en el camisГіn que te envolvГa, quizГЎs el de tu madre natural, encontrГ© estos dos objetos y me hice la promesa de dГЎrtelos en tu veinte cumpleaГ±os.В»
Guglielmo recorrГa mentalmente los pГЎrrafos del discurso que sus oГdos acababan de escuchar, manteniendo fija la mirada sobre aquel colgante de tono mate y transparente que ahora, despuГ©s de haberlo apoyado en la palma de la mano, habГa asumido una tonalidad ligeramente rosada: en relieve cuatro espirales aladas convergГan hacia el centro, hacia un agujero desde donde partГa el cordГіn negro y brillante.
Aquella enseГ±a se parecГa vagamente a una cruz gamada[2 - Nota del traductor: La cruz gamada, antes de ser utilizada por los nazis, era un sГmbolo de la vida para los hindГєes y otros pueblos primitivos. TambiГ©n entre los indios americanos se utilizaba este sГmbolo. Representaba el discurrir del mundo.].
Su madre no era su madre, su padre no era aquel general del ejГ©rcito, la sangre que corrГa en sus venas era distinta de la suya, Г©l no era carne de su carne.
ВїPero entonces quiГ©n era?
ВїCuГЎles eran sus orГgenes?
ВїQuiГ©nes eran sus verdaderos padres?
ВїPor quГ© su madre lo habГa abandonado la noche de su nacimiento, probablemente todavГa sucio de la sangre que no era la de Angelica?
ВїCГіmo habГan podido permitirse aquellos dos adultos construir su vida sobre todas aquellas mentiras?
Pero quizГЎs habГa sido mejor asГ, la familia que lo habГa cuidado era una familia tranquila, su madre, su madre adoptiva, lo habГa amado como si realmente fuese hijo suyo.
Pero todo aquello era absurdo.
В«No quiero que todo lo que te he acabado de decir te cause tristeza, querido Guglielmo. No ha sido la naturaleza la que nos ha unido sino el amor que ha nacido sin condiciones, sin vГnculos de sangre que a veces pesan mГЎs que las cadenas de plomo. Se ha hecho tarde: ponte tu regalo y vete a buscar a Gemma, el libro lo coloco sobre tu mesilla de noche. Te deseo lo mejor, hijo mГo.В»
DespuГ©s de decir estas palabras Angelica cogiГі de las manos del hijo el colgante y se lo puso en el cuello, a continuaciГіn depositГі un beso en su mejilla acabada de afeitar y se levantГі del sofГЎ acercГЎndose a Filiberto que, hasta ese momento, habГa permanecido como inmГіvil y mudo observador de lo que habГa ocurrido en unos pocos minutos.
QuizГЎs no habГa sido tan malo revelar sus orГgenes a Guglielmo, ninguna maldiciГіn habГa ocurrido cuando Angelica habГa pronunciado esas palabras, pero en su memoria resonaba todavГa la profecГa de aquella mujer que habГa conducido a Guglielmo a sus vidas.
* * *
Guglielmo habГa parado el coche al lado de la verja que conducГa a casa de Gemma. HabГa llamado al portero automГЎtico y su madre le habГa dicho que su hija ya estaba lista y que bajarГa enseguida.
RespirГі hondo. Guglielmo se dio cuenta de que se habГan formado pequeГ±as nubes blancas, que luego observaba casi hipnotizado: todavГa no habГa asimilado completamente la informaciГіn que le habГan dado sin ni siquiera haber sido empaquetada y con el lazo en su sitio.
Se inclinГі hacia el espejo retrovisor de su coche para buscar su imagen reflejada, esperaba que por lo menos su rostro fuese real, esperaba que al menos su aspecto exterior pudiese ser el mismo despuГ©s de aquella revelaciГіn. Vio en la pequeГ±a superficie reflectante el rostro de un joven que amaba su vida y su familia, adoptiva, pero se sentГa conmocionado, confundido por aquella gran noticia que habГa sabido poco antes.
Realmente su madre no habГa querido turbar el perfecto orden de su vida, probablemente le habГa parecido justo revelar al hijo su verdadera identidad, Вїpero quГ© le habГa revelado realmente? En ese momento se sentГa despojado de uno de los pocos puntos fijos de su existencia: le daba la sensaciГіn de ser un ГЎrbol al que habГan arrancado sus raГces de la cГЎlida tierra para exponerlas cruelmente al sol.
Aquella noche celebrarГa el final del segundo milenio y quiГ©n sabe si con los Гєltimos minutos de mil novecientos noventa y nueve podrГa irse tambiГ©n aquel sentimiento de nГЎusea que lo invadГa por todas partes.
El sonido metГЎlico de la verja al volverse a cerrar lo devolviГі a la realidad.
Gemma habГa llegado hasta delante de Г©l envuelta en un remolino de tejido blanco que podГa, realmente, parecer innatural en la oscuridad de la noche: dos bonitas alas fabricadas totalmente con cГЎndidas plumas salГan de su espalda y llegaban casi a la altura de la nuca, donde los cabellos recogidos dejaban su rostro al descubierto, una tГєnica muy sencilla escondГa las piernas dejando ver sГіlo la punta de las zapatillas de tenis, tambiГ©n blancas.
Era el ГЎngel mГЎs gracioso que Guglielmo hubiese visto y de todas formas era el primero, seguramente, que se habГa materializado delante de sus ojos.
Gemma se acercГі a Г©l y, despuГ©s de haberle sacado los caninos que daban a su aspecto un no sГ© sabe quГ© de temible, depositГі un beso en sus labios.
Las dos lenguas se rozaron, con un escalofrГo: luces y tinieblas gozaban del mismo placer…un extraГ±o pensamiento destellГі en la mente de Guglielmo, pero su lГіgica, rГЎpidamente, lo descartГі enseguida.
El torbellino de sus pensamientos, sin embargo, no conocГa el reposo y generaba conjetura tras conjetura, sin darle tregua. Le parecГa advertir un triste presentimiento mientras observaba a Gemma entre sus brazos, la veГa tan pГЎlida y exangГјe que parecГa que estuviese muerta…
ВїQuГ© podrГa perturbar sus vidas en ese instante?
ВїNo era quizГЎs el candor casi lechoso de su disfraz que habГa bebido todo el rojo sangre que deberГa haber inundado el rostro de Gemma?
Subieron al coche.
Guglielmo girГі la llave debajo del volante y el ruido que generГі bastГі Г©l sГіlo para llenar el silencio en sus oГdos.
Las revoluciones del motor bajaron bajo el control de Guglielmo que estaba apoyando el pie derecho sobre el freno para pararse en el semГЎforo en rojo.
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notes
1
Nota del traductor: Conjunto compuesto por un jersey fino y una rebeca del mismo color; popularizado por Jane Fontaine en la pelГcula Rebeca.
2
Nota del traductor: La cruz gamada, antes de ser utilizada por los nazis, era un sГmbolo de la vida para los hindГєes y otros pueblos primitivos. TambiГ©n entre los indios americanos se utilizaba este sГmbolo. Representaba el discurrir del mundo.
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