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Encontrada
Morgan Rice


Diario de un Vampiro #8
En ENCONTRADA (Libro # 8 del Diario del vampiro), Caitlin y Caleb despiertan en el aГ±o 33 dC, en el antiguo Israel, y se sorprenden al encontrarse en la Г©poca de Cristo. El antiguo Israel es un lugar de lugares sagrados, de antiguas sinagogas y de reliquias perdidas. Es el lugar mГЎs cargado de espiritualidad en el universo-y en el aГ±o 33 dC, el aГ±o de la crucifixiГіn de Cristo, es la Г©poca con la mayor carga de espiritualidad. En el centro de su capital, JerusalГ©n, se encuentra el Templo Sagrado de SalomГіn, en cuyo interior se encuentra el Santo de los Santos y el Arca de Dios. Y en estas calles, Cristo darГЎ sus pasos finales para ser crucificado. JerusalГ©n estГЎ llena de gente de todas las religiones y creencias, bajo la atenta mirada de los soldados romanos y su prefecto, el poder de Poncio Pilato. La ciudad tambiГ©n tiene un lado oscuro, con sus calles laberГ­nticas y callejuelas que conducen a sus secretos ocultos y a sus templos paganos. Finalmente, Caitlin ahora tiene las cuatro llaves pero aГєn debe encontrar a su padre. Su bГєsqueda la lleva a Nazaret, a Capernaum, a JerusalГ©n, siguiendo un sendero mГ­stico de secretos y pistas tras las huellas de Cristo. TambiГ©n, la lleva al antiguo Monte de los Olivos, a Aiden y su cofradГ­a, y los secretos y reliquias mГЎs poderosos que nunca antes habГ­a visto. Con cada movimiento, su padre estГЎ sГіlo a un paso de distancia. Pero el tiempo es clave: Sam se volviГі hacia el lado oscuro, y tambiГ©n ha aterrizado en esta Г©poca para unirse con Rexius, el lГ­der de la cofradГ­a malvada, y ambos buscarГЎn ganarle Escudo a Caitlin. Rexius no se detendrГЎ ante nada para destruir a Caitlin y a Caleb y, con Sam de su lado y un nuevo ejГ©rcito, las probabilidades estГЎn a su favor. Para empeorar las cosas, Scarlet ha llegado sola, separada de sus padres. Vaga solo con Ruth por las calles de JerusalГ©n, y mientras comienza a descubrir sus propios poderes, tambiГ©n se encuentra en un grave peligro como nunca antes. Sobre todo cuando descubre que ella tambiГ©n guarda un gran secreto. ВїCaitlin encontrarГЎ a su padre? ВїEncontrarГЎ el antiguo escudo de los vampiros? ВїSe reencontrarГЎ con su hija? ВїSu propio hermano tratarГЎ de matarla? ?Y su amor por Caleb sobrevivirГЎ este Гєltimo viaje de regreso en el tiempo?





morgan rice

Encontrada (libro #8 del Diario del Vampiro)




Acerca de Morgan Rice

Morgan Rice es la escritora de bestsellers # 1 de LOS DIARIOS DE LA VAMPIRESA, una serie para jГіvenes adultos que comprende once libros (y contando) ; la serie bestseller # 1 LA TRILOGIA DE LA SUPERVIVENCIA, un thriller post-apocalГ­ptico que comprende dos libros (y contando) ; y la serie de fantasГ­a Г©pica bestseller # 1 EL ANILLO DEL BRUJO, que comprende trece libros (y contando).

Los libros de Morgan estГЎn disponibles en audio e impresos, y han sido traducidos al alemГЎn, francГ©s, italiano, espaГ±ol , portuguГ©s, japonГ©s, chino, sueco, holandГ©s, turco, hГєngaro, checo y eslovaco (y en mГЎs idiomas prГіximamente).

A Morgan le encantarГЎ saber de ustedes, por favor no dude en visitar www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com/) para unirse a la lista de correos electrГіnicos, recibir un libro gratis, regalos gratis, descargar la aplicaciГіn gratuita, recibir las Гєltimas noticias exclusivas, conectarse en Facebook y Twitter, y ВЎestar en contacto!



Aclamada por EL DIARIO DEL VAMPIRO

"Rice hace un gran trabajo arrojando a los lectores en la historia desde el principio, demostrando una gran calidad descriptiva que trasciende la mera recreación del ambiente … La novela esté muy bien escrita y es extremadamente rápida de leer."



    Críticas –Black Lagoon (sobre Convertida)

"Una historia ideal para los jóvenes lectores. Morgan Rice ha hecho un buen trabajo dándole un giro interesante … es refrescante y única. La serie se centra en torno a una chica … ¡una chica extraordinaria! … Es fácil de leer, con un ritmo extremadamente rápido … Calificación PG ".



В В В В --The Romance Reviews (sobre Convertida)

"Me llamó la atención desde el principio y no podía dejar de leerla … .Esta historia es una aventura increíble con un ritmo rápido y llena de acción desde el principio. No hay oportunidad para aburrirse."



В В В В --Paranormal Romance Guild (sobre Convertida)

"EstГЎ repleta de acciГіn, romance, aventura y suspenso. ВЎPonga sus manos en este libro y enamГіrese nuevamente."



В В В В --vampirebooksite.com (sobre Convertida)

"Una gran trama y, sobre todo, es la clase de libro que tendrá problemas para dejar de leer por la noche. El final creó un suspenso tan espectacular que inmediatamente voy a querer comprar el siguiente libro, sólo para saber cómo sigue.”.



В В В В --The Dallas Examiner (sobre Amada)

"Un libro que rivaliza con TWILIGHT y con VAMPIRE DIARIES, y ВЎuno que te harГЎ querer seguir leyendo hasta la Гєltima pГЎgina! Si te gusta la aventura, el amor y los vampiros, ВЎeste libro es para ti! "



В В В В --Vampirebooksite.com (sobre Convertida)

"Morgan Rice prueba de nuevo que es una narradora de gran talento … .Este apelaría a una amplia variedad de públicos, incluyendo a los aficionados más jóvenes del género de vampiros / fantasía. Termina con un suspenso inesperado que te dejará conmocionado ".



В В В В --The Romance Reviews (sobre Amada)



Libros de Morgan Rice

EL ANILLO DEL BRUJO

UNA BÚSQUEDA DE HÉROES (Libro # 1)

UN MARZO DE REYES (Libro # 2)

EL DESTINO DE LOS DRAGONES (Libro # 3)

UN GRITO DE HONOR (Libro n Вє 4)

UN VOTO DE GLORIA (Libro n Вє 5)

UNA CARGA DE VALOR (Libro # 6)

UN RITO DE ESPADAS (Libro n Вє 7)

UNA CESIГ“N DE ARMAS (Libro # 8)

UN CIELO DE HECHIZOS (Libro n Вє 9)

UN MAR DE ESCUDOS (Libro # 10)

UN REINADO DE ACERO (Libro # 11)

UNA TIERRA DE FUEGO (Libro n Вє 12)

UNA REGLA DE REINAS (Libro n Вє 13)



LA TRILOGГЌA DE LA SUPERVIVENCIA

ARENA UNO: TRATANTES DE ESCLAVOS (Libro # 1)

ARENA DOS (Libro # 2)



LOS DIARIOS DE LA VAMPIRESA

CONVERTIDA (Libro # 1)

AMADA (Libro # 2)

TRAICIONADA (Libro # 3)

DESTINADA (Libro # 4)

DESEADA (Libro # 5)

COMPROMETIDA (Libro # 6)

JURADA (Libro # 7)

ENCONTRADA (Libro # 8)

RESUCITADA (Libro # 9)

DESEADA (Libro # 10)

DESTINADA (Libro # 11)



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Derechos Reservados В© 2012 Morgan Rice

Todos los derechos reservados. Ninguna porciГіn de este libro podrГЎ ser reproducida, almacenada en algГєn sistema de recuperaciГіn, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio o ser guardado en una base de datos o sistema de recuperaciГіn, sin la autorizaciГіn previa del autor.

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Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes , empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginaciГіn del autor o han sido usados como ficciГіn. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es total coincidencia.

Modelo de la portada: Jennifer Onvie. FotografГ­a de la portada: Adam Luke Studios, New York. Maquillista de la modelo: Ruthie Weems. Si deseas ponerte en contact con estos artistas, comunГ­cate con Morgan Rice.



HECHO:


Aunque aun se desconoce la fecha exacta de la muerte de JesГєs, muchos creen que muriГі el 3 de abril del aГ±o 33 DC




HECHO:


La sinagoga de CafarnaГєm (Israel), una de las mГЎs antiguas del mundo, es uno de los pocos lugares que quedan donde JesГєs impartiГі sus enseГ±anzas. TambiГ©n es allГ­ donde sanГі a un hombre "que tenГ­a el espГ­ritu de un demonio inmundo."




HECHO:


La actual Iglesia actual del Santo Sepulcro en JerusalГ©n, una de las iglesias mГЎs sagradas del mundo, fue construida en el lugar donde JesГєs fue crucificado y supuestamente resucitГі. Pero, paradГіjicamente, antes de que se construyera esta iglesia, en los primeros 300 aГ±os despuГ©s de su crucifixiГіn, este lugar fue ocupado por un templo pagano




REALIDAD: DespuГ©s de la Гљltima Cena, JesГєs fue traicionado por Judas en el antiguo jardГ­n de GetsemanГ­




HECHO:


Tanto el judaГ­smo como el cristianismo sostienen que habrГЎ un Apocalipsis, el fin de los dГ­as, cuando un MesГ­as llegarГЎ, y quienes han muerto podrГЎn resucitar. El judaГ­smo sostiene que cuando el MesГ­as llegue, los primeros en ser resucitados serГЎn quienes fueron enterrados en el Monte de los Olivos


"Voy a besar tus labios;
Por ventura algГєn veneno aГєn cuelgue de ellos,
Para restaurar la muerte.
O daga feliz! "

В В В В --William Shakespeare, Romeo y Julieta






CAPГЌTULO UNO




Nazareth, Israel

(Abril, 33 A.D.)


SueГ±os perturbadores inundaban la mente de Caitlin. Su mejor amiga Polly caГ­a por un precipicio extendiendo la mano tratando de tomar la suya, pero Caitlin no lograba agarrГЎrsela. TambiГ©n vio a su hermano Sam que huГ­a de su lado atravesando un campo sin fin; ella lo perseguГ­a pero, por mГЎs rГЎpido que corriera, no lograba alcanzarlo. Vio a Kyle y a Rynd sacrificar, ante sus ojos, a los miembros su cofradГ­a, los cortaban en pedazos y rociaban la sangre sobre ella. La sangre se transformaba en una puesta de sol color rojo sangre, que se cernГ­a sobre la ceremonia de su boda con Caleb. Pero, ellos eran las dos Гєnicas personas que restaban en la boda, los Гєltimos que quedaban en el mundo, y estaban de pie en el borde de un acantilado contra un cielo rojo sangre.

Y entonces vio, a la deriva en aguas turbulentas, a su hija, Scarlet, sentada en un pequeГ±o barco de madera, sola en un mar vastГ­simo. Scarlet sostenГ­a las cuatro llaves que Caitlin necesitaba para encontrar a su padre. Pero mientras Caitlin la observaba, Scarlet levantГі la mano y las dejГі caer en el agua.

"Scarlet" Caitlin tratГі de gritar.

Pero su voz no saliГі y, mientras miraba, Scarlet se alejaba cada vez mГЎs de ella, hacia mar adentro mientras enormes nubes de tormenta se juntaban en el horizonte.

“¡Scarlet!"

Caitlin Paine se despertГі gritando. Se sentГі respirando con dificultad y mirГі a su alrededor tratando de orientarse. Estaba oscuro y la Гєnica luz entraba por una pequeГ±a abertura a unos veinte metros de ella. ParecГ­a que estaba en un tГєnel. O tal vez en una cueva.

Caitlin sintiГі algo duro debajo de ella y se dio cuenta de que estaba acostada sobre un piso de tierra, encima de rocas pequeГ±as. HacГ­a calor y estaba lleno de polvo. Dondequiera que estuviera, no era Escocia. Se sentГ­a caluroso y seco como si estuviera en un desierto.

Caitlin se sentГі frotГЎndose la cabeza y entrecerrando los ojos en la oscuridad mientras trataba de distinguir entre el sueГ±o y la realidad. Sus sueГ±os eran tan vГ­vidos y su realidad tan surrealista que se le hacГ­a mГЎs y mГЎs difГ­cil distinguir la diferencia.

A medida que recuperaba su respiraciГіn y se sacudГ­a los malos pensamientos, Caitlin empezГі a darse cuenta de que habГ­a regresado en el tiempo. Estaba viva en alguna parte. En algГєn otro lugar y en otra Г©poca. SintiГі capas de suciedad en su piel, en el pelo, los ojos, y necesitaba baГ±arse. HacГ­a tanto calor allГ­ dentro que le era difГ­cil respirar.

Caitlin sintiГі un bulto familiar en su bolsillo y rodГі sobre ella; con alivio vio que su diario habГ­a viajado tambiГ©n. Inmediatamente palpГі su otro bolsillo y sintiГі las cuatro llaves, y luego levantГі la mano y tocГі su collar. Todo habГ­a viajado. Eso la aliviГі.

Entonces, ella se acordГі. Inmediatamente, se dio vuelta para verificar si Caleb y Scarlet habГ­an regresado con ella.

En la oscuridad, distinguiГі una silueta acostada que no se movГ­a y, primeramente, se preguntГі si era un animal. Pero, a medida que sus ojos se adaptaban a la oscuridad, se dio cuenta de que tenГ­a forma humana. Se levantГі lentamente, sentГ­a su cuerpo dolorido y rГ­gido despuГ©s de haber estado acostada sobre las rocas, y se acercГі al bulto.

AtravesГі la cueva, se arrodillГі, y empujГі suavemente el hombro de la forma de gran tamaГ±o. Ya sabГ­a quien era: no necesitaba que Г©l se volteara. HabГ­a podido sentirlo desde el otro lado de la cueva. Era, lo sabГ­a aliviiada, su Гєnico amor. Su marido. Caleb.

Mientras Г©l rodaba sobre su espalda, ella orГі para que Г©l hubiera regresado en buen estado de salud. Que se acordara de ella.

Por favor, rogГі. Por favor. SГіlo una Гєltima vez. Deja que Caleb haya sobrevivido el viaje.

Cuando Caleb se dio vuelta, ella se sintiГі aliviada al comprobar que sus facciones estaban intactas. No veГ­a ningГєn signo de lesiГіn. Al mirar mГЎs de cerca, la tranquilizГі ver que Г©l respiraba, su pecho subГ­a y bajaba lentamente, y sus pГЎrpados temblaban.

DejГі escapar un gran suspiro de alivio cuando Caleb abriГі los ojos.

“¿Caitlin?", él le preguntó.

Caitlin se echГі a llorar. Su corazГіn se disparГі mientras se inclinaba sobre Г©l y lo abrazaba. HabГ­an regresado juntos. Г‰l estaba vivo. Eso era todo lo que necesitaba. No pedГ­a nada mГЎs al mundo.

Él la abrazó, y ella lo sostuvo durante mucho tiempo, sintiendo sus músculos ondular. Se sentía muy aliviada. Lo amaba más de lo que pudiera decir. Habían regresado en el tiempo juntos tantas veces y a tantos lugares, habían visto juntos muchas cosas, habían tenido buenos y malos momentos, habían sufrido mucho y habían celebrado también. Pensó en todas las veces que casi se perdieron el uno del otro, la vez cuando él no la recordaba, cuando lo envenenaron … Los obstáculos para estar juntos parecían no tener fin.

Y ahora, por fin, lo habГ­an logrado. Otra vez estaban juntos en Г©ste, el Гєltimo viaje de regreso. ВїQuerГ­a decir que estarГ­an juntos para siempre? Caitlin se preguntГі. Lo deseaba con cada fibra de su ser. No mГЎs viajes de regreso al pasado. Esta vez, estarГ­an juntos para siempre.

Mientras Caleb le devolvГ­a la mirada, ella notГі que Г©l parecГ­a tener mГЎs edad. MirГі sus brillantes ojos marrones y pudo sentir el amor fluir de Г©l. Ella sabГ­a que Г©l estaba pensando lo mismo que ella.

Mientras ella lo miraba a los ojos, todos los recuerdos le vinieron de golpe. RecordГі su Гєltimo viaje, Escocia. Todo regresГі como si fuera un sueГ±o horrible. Al principio, habГ­a sido muy hermoso. El castillo, encontrarse con todos sus amigos. La boda. Mi Dios, la boda. Era la mГЎs hermosa que jamГЎs hubiera soГ±ado. BajГі la vista y mirГі su dedo; ahГ­ estaba el anillo. TodavГ­a estaba allГ­. El anillo habГ­a viajado tambiГ©n. Esta muestra de su amor habГ­a sobrevivido al viaje. Casi no podГ­a creerlo. Ella se habГ­a casado realmente. Y con Г©l. Ella lo tomГі como una seГ±al: si el anillo habГ­a podido retroceder en el tiempo, entonces su amor tambiГ©n podrГ­a.

Ver el anillo en su dedo realmente la llenГі de ilusiГіn. Caitlin se puso a pensar cГіmo se sentГ­a ser una mujer casada. Se sentГ­a diferente. MГЎs sГіlida, mГЎs segura. Ella siempre habГ­a amado a Caleb, y sabГ­a que Г©l tambiГ©n la amaba. Siempre habГ­a sentido que su uniГіn serГ­a para siempre. Pero ahora que era oficial, se sentГ­a diferente. SentГ­a que los dos eran realmente uno.

Entonces, Caitlin pensГі y recordГі lo que habГ­a sucedido despuГ©s de la boda: que debieron dejar a Scarlet, y Sam, y Polly. HabГ­a encontrado a Scarlet en el mar, habГ­a visto a Aiden y esuchado la terrible noticia. Polly, su mejor amiga, estaba muerta. Sam, su Гєnico hermano, se habГ­a alejado de ella para siempre y se habГ­a vuelto hacia el lado oscuro. Sus compaГ±eros de cofradГ­a habГ­an sido sacrificados. Era demasiado para que ella lo pudiera soportar. No podГ­a imaginar el horror, o vivir sin Sam- ni Polly cerca.

Con una sacudida, sus pensamientos se dirigieron a Scarlet. De repente, presa del pГЎnico, se apartГі de Caleb y empezГі a buscar en la cueva mientras se preguntaba si la niГ±a habГ­a podido regresar tambiГ©n.

Caleb debiГі estar pensando lo mismo porque sus ojos se abrieron enormemente.

"ВїDГіnde estГЎ Scarlet?", Г©l le preguntГі, como siempre leyendo su mente.

Caitlin se volviГі y corriГі por todos los rincones de la cueva, buscando en las grietas oscuras por una silueta, alguna forma, alguna seГ±al de Scarlet. Pero no encontrГі nada. BuscГі frenГ©ticamente, cruzando la cueva con Caleb y examinando cada centГ­metro.

Pero Scarlet no estaba allГ­. No estaba.

El corazГіn de Caitlin se hundiГі. ВїCГіmo podГ­a ser posible? ВїCГіmo era posible que ella y Caleb habГ­an regresado pero Scarlet no? ВїEl destino podГ­a ser tan cruel?

Caitlin volviГі y corriГі hacia la luz del sol, a la salida de la cueva. TenГ­a que salir a la calle, para ver lo que habГ­a allГ­, para ver si habГ­a alguna seГ±al de Scarlet. Caleb corriГі a su lado, y los dos corrieron hacia el sol y se pararon en la entrada de la cueva.

Caitlin se detuvo en seco justo a tiempo: una pequeГ±a plataforma sobresalГ­a de la cueva y luego caГ­a hacia la ladera empinada de una montaГ±a. Caleb se detuvo a su lado. Permanecieron de pie sobre la estrecha cornisa mirando hacia abajo. Por alguna razГіn, de nuevo habГ­an aterrizado a cientos de metros de altura, en el interior de una cueva en la montaГ±a. No habГ­a manera de ir hacia arriba o hacia abajo. Y si daban un paso mГЎs, caerГ­an en picada cientos de metros hacia abajo.

Debajo, se extendГ­a un valle enorme, que llegaba hasta el horizonte tan lejos como alcanzaba la mirada. Era un paisaje rural, desierto, salpicado de formaciones rocosas y una que otra palmera. A lo lejos habГ­a colinas y, debajo habГ­a un pueblo con casas de piedra y calles de tierra. HacГ­a aГєn mГЎs calor bajo el sol, que era insoportablemente brillante y caliente. Estaban en un lugar y un clima muy diferente al de Escocia. Y por lo rudimentario que se veГ­a el pueblo, tambiГ©n estaban en una Г©poca muy diferente.

Intercalados entre el polvo y la arena y la roca, habГ­a campos sembrados, parches de verde aquГ­ y allГЎ. Algunos estaban cubiertos de viГ±edos que crecГ­an en filas sobre laderas empinadas y entre ellos habГ­a ГЎrboles que Caitlin no lograba reconocer: ГЎrboles pequeГ±os de aspecto antiguo con ramas retorcidas y hojas de plata que brillaban bajo el sol.

"Olivos", dijo Caleb, leyendo su mente otra vez.

ВїOlivos? Caitlin se preguntГі. ВїDГіnde diablos estamos?

Ella mirГі a Caleb, sintiendo que Г©l podrГ­a reconocer el lugar y la Г©poca. Caleb tenГ­a los ojos muy abiertos; reconocГ­a el lugar y eso lo tenГ­a sorprendido. Se quedГі mirando como si estuviera contemplando a un amigo que habГ­a perdido hacГ­a mucho tiempo.

"ВїDГіnde estamos?", ella preguntГі, casi con miedo de saber.

Caleb inspeccionГі el valle frente a ellos y, finalmente, se volviГі y la mirГі.

Suavemente, Г©l dijo: "Nazaret".

Hizo una pausa, observГЎndolo todo.

"A juzgar por ese pueblo, estamos en el siglo I", dijo, volviéndose y mirándola con asombro, con los ojos encendidos de emoción. "De hecho, creo que podríamos estar en la época de Cristo.”




CAPГЌTULO DOS


Scarlet sintiГі que una lengua le lamГ­a el rostro y abriГі los ojos a la luz cegadora del sol. La lengua no se detenГ­a y, antes de que mirara, sabГ­a que era Ruth. AbriГі un poco los ojos: Ruth estaba inclinada sobre ella gimiendo, la loba se entusiasmГі aun mГЎs cuando Scarlet abriГі los ojos.

Scarlet sintiГі una punzada de dolor cuando tratГі de abrir los ojos aГєn mГЎs; la luz cegadora del sol llenГі de lГЎgrimas sus ojos que sintiГі mГЎs sensibles que nunca. TenГ­a un fuerte dolor de cabeza, se dio cuenta que estaba tendida sobre una calle de adoquines en alguna lugar. La gente corrГ­a y caminaba junto a ella, era evidente de que estaba en medio de una ciudad bulliciosa. Las personas se apresuraban de aquГ­ para allГЎ, la calle estaba llena de gente en todas direcciones; Scarlet podГ­a oГ­r el estruendo de la multitud al mediodГ­a. Mientras Ruth se quejaba y se quejaba, Scarlet se sentГі mientras trataba de recordar, de averiguar dГіnde estaba. Pero no tenГ­a ni idea.

Antes de que Scarlet pudiera tener en claro lo que habГ­a ocurrido, de repente sintiГі un pie en las costillas.

“¡Muévete!" dijo una voz profunda. "No puedes dormir aquí."

Scarlet vio una sandalia romana cerca de su cara. LevantГі la vista y vio a un soldado romano vestido con una tГєnica corta y un cinturГіn alrededor de su cintura, de la que colgaba una espada corta de pie junto ella. Llevaba un pequeГ±o casco de latГіn con plumas.

El soldado se inclinГі y la moviГі de nuevo con el pie. La estaba lastimando en el estГіmago.

"¿Escuchaste lo que dije? Muévete o te encierro.”

Scarlet querГ­a escucharlo, pero cuando abrГ­a aun mГЎs los ojos, el sol los lastimaba, y ella se sentГ­a muy desorientada. TratГі de ponerse de pie pero sentГ­a como si todo se estuviera moviendo en cГЎmara lenta.

El soldado se hizo hacia atrГЎs para patearla con fuerza en las costillas. Scarlet lo vio venir e, incapaz de reaccionar con la suficiente rapidez, se preparГі para recibir la patada.

Scarlet escuchГі un gruГ±ido y vio a Ruth, con su cabello en su espalda erizado, lanzarse al soldado. Ruth capturГі el tobillo del soldado en el aire y le hundiГі sus afilados colmillos con todas sus fuerzas.

El soldado empezГі a gritar; sus gritos llenaban el aire mientras la sangre brotaba de su tobillo. Ruth no lo soltaba y lo sacudГ­a con todas sus fuerzas mientras el soldado rГЎpidamente perdГ­a su anterior altivez y se llenaba de miedo.

Entonces, se agachГі y extrajo su espada. La levantГі en lo alto, iba a hundirla en la espalda de Ruth.

Fue entonces cuando Scarlet la sintiГі. Era como una fuerza que controlaba su cuerpo, como si una potencia extraГ±a, otra entidad, emergiera en su interior. Sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, Scarlet estallГі en acciГіn. No podГ­a controlarse y no entendГ­a lo que le estaba pasando.

Con el corazГіn palpitante por la adrenalina, Scarlet se levantГі de un salto y agarrГі la muГ±eca del soldado en el aire en el momento en que bajaba su espada. Mientras sostenГ­a el brazo del soldado, Scarlet sintiГі el poder correr por ella, un poder que nunca antes habГ­a sentido. AГєn usando todas sus fuerzas, el soldado no podГ­a moverse.

Ella le apretГі la muГ±eca, y lo hizo con tanta fuerza que, en estado de shock, por fin Г©l dejГі caer su espada. La espada aterrizГі sobre el empedrado con un sonido metГЎlico.

“Todo está bien, Ruth," Scarlet dijo en voz baja, y poco a poco Ruth fue soltando el tobillo.

Scarlet permaneciГі allГ­, sosteniendo la muГ±eca del soldado; lo mantenГ­a encerrado en su abrazo mortal.

"Por favor, dГ©jame ir," Г©l le suplicГі.

Scarlet sintiГі el poder fluir a travГ©s de ella y supo que, si querГ­a, podrГ­a lastimarlo mucho. Pero no querГ­a hacerlo. SГіlo querГ­a que la dejaran tranquila.

Poco a poco, Scarlet lo soltГі y lo dejГі ir.

Con miedo en los ojos, como si acabara de encontrarse con un demonio, el soldado dio media vuelta y huyГі sin molestarse siquiera en recuperar su espada.

"Vamos a Ruth", dijo Scarlet; sintiendo que podrГ­a volver con mГЎs soldados, no querГ­a quedarse.

Un momento despuГ©s, las dos corrГ­an hacia la multitud. Se apresuraron a travГ©s de los callejones estrechos y serpenteantes hasta que Scarlet encontrГі un rincГіn a la sombra. SabГ­a que los soldados no las encontrarГ­an allГ­, y querГ­a un minuto para pensar y averiguar dГіnde estaban. Ruth jadeaba junto a ella, mientras Scarlet tambiГ©n respiraba con dificultad por el calor.

Scarlet estaba asustada y sorprendida de sus propios poderes. SabГ­a que habГ­a algo diferente, pero no lograba entender lo que le estaba pasando; y tampoco sabГ­a dГіnde estaban los demГЎs. HacГ­a mucho calor allГ­, y ademГЎs estaba en una ciudad llena de gente que no conocГ­a. No se parecГ­a en nada a la Londres donde ella habГ­a crecido. Se puso a mirar a toda la gente que pasaba vestida con tГєnicas, togas, sandalias, llevando grandes cestas con higos y dГЎtiles sobre la cabeza y los hombros; algunos llevaban turbantes. Vio antiguos edificios de piedra, callejones serpenteantes, calles estrechas y empedradas, y se preguntГі donde podrГ­a estar. Eso no era Escocia. Todo se veГ­a muy primitivo, sentГ­a que habГ­a regresado miles de aГ±os en el tiempo.

Scarlet miraba por todos lados, con la esperanza de distinguir a su mamГЎ y su papГЎ. EscudriГ±Гі todos los rostros que pasaban, esperando, deseando que alguien se parara y se volteara hacia ella.

Pero ellos no se veГ­an por ninguna parte. Y con cada cara que pasaba junto a ella, mГЎs sola se sentГ­a.

Scarlet estaba empezando a entrar en pГЎnico. No entendГ­a por quГ© habГ­a regresado sola. ВїCГіmo pudieron abandonarla? ВїDГіnde podrГ­an estar? ВїEllos tambiГ©n habГ­an regresado? ВїAcaso ella no les importaba lo suficiente como para encontrarla?

Cuanto mГЎs tiempo Scarlet se quedaba allГ­, observando, esperando, mГЎs se daba cuenta de su situaciГіn. Estaba sola. Completamente sola, en una Г©poca y un lugar extraГ±os. Incluso si ellos habГ­an regresado en el tiempo, Scarlet no tenГ­a idea dГіnde buscarlos.

Scarlet mirГі su muГ±eca, el antiguo brazalete con la cruz que colgaba y le habГ­an dado justo antes de salir de Escocia. Mientras habГ­an estado parados en el patio de ese castillo, uno de esos hombres viejos vestidos de blanco se le habГ­a acercado y se lo habГ­a puesto en la muГ±eca. Ella creГ­a que era un brazalete muy bonito, pero no sabГ­a quГ© era ni quГ© significaba. TenГ­a la sensaciГіn de que podrГ­a ser algГєn tipo de pista, pero no tenГ­a idea de quГ©.

SintiГі a Ruth frotarse contra su pierna, y ella se arrodillГі, le besГі la cabeza y la abrazГі. Ruth se quejГі en su oГ­do mientras la lamГ­a. Al menos tenГ­a a Ruth. Ruth era como su hermana, y Scarlet estaba tan agradecida de que hubiera regresado con ella y que la hubiera protegido de ese soldado. No habГ­a nadie a quien quisiera mГЎs.

Cuando Scarlet de nuevo se puso a pensar en el soldado y en su encuentro con Г©l, se dio cuenta de que sus poderes debГ­an ser mГЎs grandes de lo que creГ­a. No lograba entender cГіmo ella, una niГ±a pequeГ±a, lo habГ­a podido someter. SentГ­a que estaba cambiando, o ya habГ­a cambiado, para ser alguien totalmente inГ©dito. RecordГі que en Escocia su mamГЎ se lo habГ­a explicado. Pero todavГ­a no acababa de entenderlo.

Solo deseaba que todo terminara. SГіlo querГ­a ser normal, querГ­a que las cosas fueran normales, que volvieran a como estaban. SГіlo querГ­a estar con su mamГЎ y su papГЎ; querГ­a cerrar los ojos y estar de vuelta en Escocia, en ese castillo, con Sam, y Polly, y Aiden. QuerГ­a regresar a la ceremonia de la boda; querГ­a que todos en el mundo se sintieran bien.

Pero cuando abriГі los ojos, todavГ­a seguГ­a allГ­, sola con Ruth en esa extraГ±a ciudad y en esa Г©poca extraГ±a. No conocГ­a a nadie. Nadie se veГ­a amable. Y no tenГ­a idea a dГіnde ir.

Hasta que Scarlet ya no lo pudo soportar mГЎs. TenГ­a que seguir adelante. No podГ­a estar escondiГ©ndose y esperando para siempre. Su mamГЎ y su papГЎ debГ­an estar por ahГ­, en alguna parte. SintiГі una punzada de hambre y oyГі a Ruth lloriquear, sabГ­a que tambiГ©n tenГ­a ganas de comer. TenГ­a que ser valiente, se dijo. TenГ­a que salir y tratar de encontrar a sus padres y tambiГ©n comida para las dos.

Scarlet saliГі al bullicioso callejГіn, estaba atenta a los soldados; a lo lejos, vio un grupos de ellos patrullando las calles, pero no parecГ­an estar buscГЎndola.

Scarlet y Ruth empujaron su paso entre las masas mientras se dirigГ­an por las callejuelas serpenteantes. Estaba tan lleno allГ­ que habГ­a gente por todas direcciones. PasГі junto a vendedores con carritos de madera vendiendo frutas y verduras, panes, botellas de aceite de oliva y vino. Los vendedores estaban uno al lado del otro, hacinados en los callejones, y gritaban para atraer clientes. La gente regateaba con ellos a mГЎs no poder.

Como si no estuviera lo suficientemente lleno, tambiГ©n habГ­a animales -camellos y asnos y ovejas y todo tipo de ganado, conducidos por sus propietarios. Entre ellos corrГ­an pollos salvajes, gallos y perros. OlГ­an terriblemente, y con sus rebuznos constantes, balidos y ladridos contribuГ­an a elevar el nivel de ruido del mercado.

Scarlet sabГ­a que Ruth tendrГ­a aun mГЎs hambre al ver esos animales, entonces se arrodillГі y la agarrГі por el cuello, para frenarla.

“¡No Ruth!", Scarlet dijo firmemente.

Ruth obedeciГі a regaГ±adientes. Scarlet se sintiГі mal por ella pero no querГ­a que Ruth matara a esos animales y causara una gran conmociГіn en esa multitud.

"Voy a encontrar comida para ti, Ruth", dijo Scarlet. “Te lo prometo."

Ruth se quejГі de nuevo y Scarlet sintiГі una punzada de hambre tambiГ©n.

Scarlet se apresurГі para dejar atrГЎs a los animales y condujo a Ruth por mГЎs callejones que se retorcГ­an y giraban, pasando junto a mГЎs vendedores y mГЎs callejones. ParecГ­a que este laberinto nunca terminarГ­a, y Scarlet casi no podГ­a ver el cielo desde allГ­.

Finalmente, Scarlet encontrГі un vendedor con un enorme pedazo de carne asada. PodГ­a olerla desde lejos, el olor se filtraba por todos sus poros; vio a Ruth mirar la carne mientras se lamГ­a los labios. Se detuvo mirando la carne boquiabierta.

“¿Quiere comprar una pieza?" El vendedor, un hombre grande con una bata cubierta de sangre, le preguntó.

Scarlet querГ­a un pedazo mГЎs que cualquier otra cosa. Pero cuando puso la mano en sus bolsillos, no encontrГі nada de dinero. SintiГі su brazalete, y se lo habrГ­a quitado para vendГ©rselo a ese hombre a cambio de comida.

Pero se obligГі a no hacerlo. SentГ­a que era algo importante, y entonces usГі toda su fuerza de voluntad para contenerse.

En cambio, lentamente, tristemente negГі con la cabeza. AgarrГі a Ruth y la alejГі del hombre. Ruth lloriqueaba y protestaba pero no tenГ­a otra opciГіn.

Siguieron adelante y, finalmente, el laberinto se abriГі en una plaza luminosa y soleada. A Scarlet le sorprendiГі ver el cielo abierto. DespuГ©s de haber caminado por todos esos callejones, sentГ­a que, con miles de personas dando vueltas en su interior, la plaza era el espacio mГЎs amplio y abierto que jamГЎs habГ­a visto. En el centro habГ­a una fuente de piedra, y una inmensa pared de piedra que se elevaba cientos de metros rodeando la plaza. Cada piedra era tan ancha que era diez veces su tamaГ±o. Contra esta pared, habГ­a cientos de personas de pie, que se lamentaban y rezaban. Scarlet no tenГ­a idea por quГ©, o dГіnde estaba, pero sintiГі que estaba en el centro de la ciudad, y que este era un lugar muy sagrado.

"ВЎEh, tГє!" le llegГі una voz desagradable.

Scarlet sintiГі que se le ponГ­an los pelos de punta y poco a poco se volviГі.

Un grupo de cinco chicos, sentados sobre una formaciГіn rocosa, la estaban mirando fijamente. Estaban todos sucios de pies a cabeza y estaban vestidos con harapos. Eran adolescentes, tal vez de 15 aГ±os, y Scarlet vio la maldad en sus rostros. Ellos estaban buscando problemas y habГ­an ubicado a su prГіxima vГ­ctima; Scarlet se preguntГі si era tan evidente que estaba sola.

Con ellos habГ­a un perro salvaje, enorme, rabioso, era dos veces el tamaГ±o de Ruth.

"ВїQuГ© estГЎs haciendo por aquГ­ sola?" el chico que parecГ­a el lГ­der le preguntГі burlonamente mientras los otros cuatro se reГ­an por lo bajo. Era musculoso y tenГ­a una mirada estГєpida, labios grandes y una cicatriz en la frente.

Mientras lo miraba, Scarlet sintiГі que adquirГ­a un nuevo sentido, uno que nunca habГ­a experimentado antes: un fuerte sentido de intuiciГіn. No sabГ­a quГ© le estaba pasando pero, de repente, pudo leer claramente los pensamientos del chico, sentir sus sentimientos y saber sus intenciones. Era claro como el dГ­a, y sintiГі que esos chicos no querГ­an nada bueno. QuerГ­an hacerle daГ±o.

Ruth gruГ±Гі a su lado. Scarlet supo que estaban a punto de enfrentarse -que era exactamente lo que querГ­a evitar.

Ella se inclinГі y le indicГі a Ruth que necesitaban retirarse.

"Vamos a Ruth", Scarlet le dijo mientras empezaba a girar y alejarse.

“¡Hey, chica, te estoy hablando a ti!", el muchacho gritó.

Mientras se alejaba, Scarlet mirГі por encima de su hombro y vio a los cinco saltar de la piedra y caminar tras ella.

Scarlet se echГі a correr por los callejones, tratando de alejarse lo mГЎs posible de esos chicos. PensГі en su confrontaciГіn con el soldado romano y por un momento se preguntГі si debГ­a detenerse y tratar de defenderse.

Pero no querГ­a pelear. No querГ­a hacerle daГ±o a nadie. O correr ningГєn riesgo. SГіlo querГ­a encontrar a su mamГЎ y papГЎ.

Scarlet doblГі en un callejГіn vacГ­o. MirГі hacia atrГЎs y vio el grupo de chicos perseguirla. No estaban muy lejos y rГЎpidamente estaban ganando velocidad. Demasiado rГЎpidamente. Su perro corrГ­a con ellos y Scarlet se dio cuenta de que pronto la alcanzarГ­an. TenГ­a que hacer algo para poder perderlos.

Scarlet se volviГі en otra esquina, esperando encontrar una manera de evadirlos. Pero su corazГіn se detuvo.

Era un callejГіn sin salida.

Scarlet se volviГі lentamente con Ruth a su lado lista para enfrentar a los chicos. Ahora estaban a quizГЎs diez pies de distancia. Los chicos se acercaron lentamente, tomГЎndose su tiempo, saboreando el momento. Se quedaron allГ­ riГ©ndose, llenos de crueldad.

"Parece que se te ha acabado tu suerte, niГ±a," dijo el chico que era el lГ­der.

Scarlet estaba pensando exactamente lo mismo.




CAPГЌTULO TRES


Sam se despertГі con un terrible dolor de cabeza. Se agarraba la cabeza con las dos manos, tratando de que el dolor desapareciera. Pero no habГ­a caso. SentГ­a como si el mundo entero estuviera cayendo sobre su crГЎneo.

Sam tratГі de abrir los ojos para averiguar dГіnde estaba pero el dolor era insoportable. La cegadora luz solar rebotaba en la roca del desierto y lo obligaba a protegerse los ojos y bajar la cabeza. SintiГі que estaba acostado sobre el rocoso suelo de un desierto, sentГ­a el calor seco y el polvo en la cara. Se acurrucГі en posiciГіn fetal y sostuvo su cabeza con mГЎs fuerza, tratando de que el dolor desapareciera.

De golpe, empezГі a recordar.

En primer lugar, se acordГі de Polly.

RecordГі la noche de bodas de Caitlin. La noche cuando le propuso matrimonio. Ella le decГ­a que sГ­. VeГ­a la alegrГ­a en su rostro.

RecordГі el dГ­a siguiente. Iba a cazar. Estaba entusiasmado por la noche por venir.

Luego, la encontraba. En la playa. Estaba muriendo. Ella le decГ­a de su bebГ©.

Olas de dolor lo invadieron. Era mГЎs de lo que podГ­a soportar. Era como una pesadilla terrible que vivГ­a una y otra vez y no podГ­a detenerla. SentГ­a que le habГ­an arrebatado todo lo que tenГ­a por vivir para, todo en un momento. Polly. El bebГ©. La vida tal como la conocГ­a.

DeseГі haber muerto en ese momento.

Entonces se acordГі de su venganza. Su rabia. TenГ­a que matar a Kyle.

Y el momento cuando todo cambiГі para Г©l. RecordГі cuando el espГ­ritu de Kyle lo penetrГі. RecordГі la indescriptible sensaciГіn de rabia mientras el espГ­ritu, el alma y la energГ­a de otra persona lo invadГ­a, poseyГ©ndolo por completo. Cuando Sam dejГі de ser quien era. Cuando se convirtiГі en otra persona.

Sam abriГі completamente los ojos y percibiГі lo que ya sabГ­a, que brillaban con un color rojo brillante. SabГ­a que no eran suyos. SabГ­a que ahora eran de Kyle.

SintiГі el odio de Kyle, sintiГі su poder correr a travГ©s de Г©l, a travГ©s de cada onza de su cuerpo, de sus dedos de los pies, a travГ©s de las piernas, los brazos, hasta la cabeza. SentГ­a el deseo de Kyle de destruir pulsar a travГ©s de cada onza de su ser, como si fuera un ser viviente, como algo pegado en su cuerpo que no se podГ­a quitar. SentГ­a que ya no estaba en control de sГ­ mismo. Una parte de Г©l extraГ±aba al viejo Sam, quiГ©n habГ­a sido. Pero otra parte de Г©l sabГ­a que ya nunca iba a volver a ser esa persona.

Sam oyГі un silbido y abriГі los ojos. Su cara estaba sobre las rocas del desierto y, al levantar la vista, vio una serpiente de cascabel a pocos centГ­metros de distancia. Los ojos de la serpiente miraban a Sam, como si estuviera en comuniГіn con Г©l y compartiera su energГ­a. La rabia de la serpiente era igual a la suya y estaba a punto de atacarlo.

Pero Sam no tenГ­a miedo. Por el contrario, sintiГі una una rabia no sГіlo igual a la de la serpiente sino mayor. Y con mejores reflejos.

En la fracciГіn de segundo en que la serpiente se preparaba para atacar, Sam se le adelantГі: extendiГі su mano, agarrГі en el aire a la serpiente por la garganta y evitГі que lo mordiera a tan una pulgada de distancia de su rostro. Sam sostuvo los ojos de la serpiente frente a los suyos, mirГЎndola de tan cerca que podГ­a oler su aliento, sus largos colmillos estaban a sГіlo una pulgada de distancia, muriГ©ndose por entrar en la garganta de Sam.

Pero Sam la sometiГі. La apretГі mГЎs y mГЎs hasta que le quitГі la vida. La vГ­bora quedГі inerte en su mano, aplastada, muerta.

Г‰l se hizo hacia atrГЎs y lo arrojГі por el desierto.

Sam se puso de pie y observГі el entorno. Todo a su alrededor era tierra y rocas, un desierto interminable. Se volviГі y se dio cuenta de dos cosas: en primer lugar, habГ­a un grupo de niГ±os pequeГ±os, vestidos con harapos que lo miraban con curiosidad. Cuando girГі hacia ellos, los niГ±os se dispersaron y corrieron como si un animal salvaje estuviera emergiendo de una tumba. Sam sintiГі que la rabia de Kyle lo atravesaba y tuvo ganas de matarlos.

Pero luego notГі hizo algo que lo hizo cambiar de parecer. La muralla de una ciudad. Un inmensa muro de piedra que se elevaba cientos de metros y se extiende sin fin. Entonces Sam se dio cuenta: se habГ­a despertado a las afueras de una ciudad antigua. Ante Г©l habГ­a una enorme puerta arqueada por la que entraban y salГ­an decenas de personas vestidas con ropa sencilla. Se veГ­an como si estuvieran en la Г©poca romana, vestidos con tГєnicas simples. El ganado tambiГ©n, entraba y salГ­a apresuradamente, y Sam lograba sentir la intensidad y el ruido de las multitudes tras las paredes.

Sam dio unos pasos hacia la puerta mientras los niГ±os se alejaban de Г©l como si fuera un monstruo. Se preguntГі cГіmo se verГ­a que daba miedo. Pero no le importГі. QuerГ­a entrar en esa ciudad para averiguar por quГ© habГ­a aterrizado allГ­. Pero a diferencia del viejo Sam, no sentГ­a la necesidad de explorarla: mГЎs bien tenГ­a la necesidad de destruirla. De romper esa ciudad en pedazos.

Una parte de Г©l tratГі de sacudirse esa idea y recuperar al viejo Sam. Se forzГі a pensar en algo que pudiera traerlo de vuelta. TratГі de pensar en su hermana, Caitlin. Pero la imagen era muy borrosa y, por mucho que lo intentГі, no pudo convocar su cara. TratГі de recordar sus sentimientos por ella, su misiГіn compartida, su padre. En el fondo, sabГ­a que querГ­a protegerla, querГ­a ayudarla.

Pero esa pequeГ±a parte pronto fue eclipsada por la nueva parte viciosa. Apenas podГ­a reconocerse a sГ­ mismo. Y el nuevo Sam lo obligГі a abandonar esos pensamientos y seguir adelante a la ciudad.

Sam entrГі por las puertas de la ciudad dando codazos a la gente. Una anciana, que cargaba una canasta sobre su cabeza, se acercГі demasiado, y Г©l la golpeГі con fuerza en el hombro haciГ©ndola volar golpeando su cesta y desparramando las frutas por todas partes.

"¡Hey!", un hombre grito. “¡Mira lo que hiciste! ¡Pídele una disculpa!"

El hombre se dirigiГі a Sam y estГєpidamente, extendiГі su mano y agarrГі su abrigo. El hombre debiГі haberse dado cuenta de que el abrigo ceГ±ido, negro y de cuero no era comГєn. El hombre debiГі haberse dado cuenta de que la ropa de Sam era de otro siglo, y que Sam era el Гєltimo hombre con quien querГ­a meterse.

Sam mirГі la mano del hombre como si fuera un insecto, y luego le agarrГі la muГ±eca y, con la fuerza de un centenar de hombres, se la dio vuelta. El hombre abriГі sus ojos con miedo y dolor, mientras Sam seguГ­a torciendo su muГ±eca. Finalmente, el hombre se volviГі de lado y cayГі sobre sus rodillas. Sin embargo, Sam siguiГі retorciГ©ndosela hasta que oyГі un crujido repugnante, y el hombre gritГі por el brazo roto.

Sam se inclinГі hacia atrГЎs y pateГі al hombre con fuerza en la cara, dejГЎndolo inconsciente sobre el suelo.

Un pequeГ±o grupo de transeГєntes que habГ­a estado observando se apartГі de Sam dГЎndole todo el espacio para que siguiera su camino. Nadie querГ­a estar cerca de Г©l.

Sam siguiГі caminando hacia la multitud y pronto estaba rodeado por mГЎs y mГЎs gente. Se mezclГі con una corriente interminable de humanos. No sabГ­a quГ© camino seguir, pero lo abrumГі un nuevo deseo. Lo inundГі el deseo de alimentarse. QuerГ­a sangre. QuerГ­a carne fresca.

Sam se dejГі llevar por sus sentidos que lo condujeron por un callejГіn. Al descender mГЎs y mГЎs, el callejГіn se hizo estrecho, mГЎs oscuro, mГЎs alto y aislГЎndose del resto de la ciudad. Era una parte sГіrdida de la ciudad, y la multitud se veГ­a mГЎs marginal.

Mendigos, borrachos y prostitutas llenaban las calles, y Sam pasГі junto a varios hombres gordos, pГ­caros, sin afeitar, sin algunos dientes, que se tropezaban al caminar. Sam se inclinaba y chocaba con ellos, enviГЎndolos volando en todas direcciones. Sabiamente, ninguno se detuvo a desafiarlo, aparte de gritar un indignado "ВЎHey"

Sam siguiГі su camino y de pronto se encontrГі en una pequeГ±a plaza. De pie en el centro, de espaldas a Г©l, habГ­a un cГ­rculo de una docena de hombres, vitoreando. Sam se acercГі y se abriГі paso para ver quГ© estaban vitoreando.

En medio del cГ­rculo habГ­a dos gallos quitГЎndose pedazos, estaban cubiertos de sangre. Sam vio a los hombres hacer sus apuestas, intercambiando monedas antiguas. Peleas de gallos. El deporte mГЎs antiguo del mundo. HabГ­an pasado muchos siglos, y sin embargo, nada habГ­a cambiado.

Sam ya habГ­a visto suficiente. Se estaba poniendo ansioso y sintiГі la necesidad de crear algo de caos. EntrГі al centro del anillo, hasta donde estaban los dos pГЎjaros. La multitud estallГі en un grito de indignaciГіn.

Sam no les hizo caso. AgarrГі a uno de los gallos por su garganta, lo levantГі y lo hizo girar sobre su cabeza. Hubo un crujido, hasta que el animal se aflojГі en su mano con el cuello roto.

Los colmillos de Sam se alargaron y los hundiГі en el cuerpo del gallo. Su boca se llenГі de sangre que se derramГі corriendo por la cara y sus mejillas. Insatisfecho, arrojГі el pГЎjaro. El otro gallo corriГі tan rГЎpido como pudo.

Claramente sorprendida, la multitud se quedГі mirando a Sam. Pero Г©stos eran tipos rudos que no se asustaban fГЎcilmente. Lo miraron enfurecidos, iban a enfrentarlo.

“¡Arruinaste nuestro deporte!", uno de ellos protestó.

“¡Vas a pagar por esto!" gritó otro.

Varios hombres corpulentos sacaron puГ±ales cortos y se lanzaron sobre Sam, querГ­an acuchillarlo.

Sam apenas se estremeciГі. Vio como todo sucedГ­a en cГЎmara lenta. Con sus reflejos un millГіn de veces mГЎs rГЎpidos, simplemente extendiГі la mano, agarrГі en el aire la muГ±eca del hombre y se la retorciГі con el mismo movimiento, rompiendo su brazo. Luego se inclinГі hacia atrГЎs y le dio una patada en el pecho, mandГЎndolo volando de regreso al cГ­rculo.

Cuando otro hombre se acercГі, Sam se lanzГі hacia adelante y lo golpeГі. Se acercГі y, antes de que el hombre pudiera reaccionar, hundiГі sus colmillos en su garganta. Sam bebiГі profundamente, la sangre se chorreaba por todas partes mientras el hombre gritaba de dolor. En unos momentos, Sam le succionГі vida, y el hombre se desplomГі inconsciente sobre el suelo.

Llenos de terror, los demГЎs miraron. Era claro de que estaban frente a un monstruo.

Sam dio un paso hacia ellos, y todos se volvieron y salieron corriendo. Desaparecieron como moscas y, en unos segundos, Sam era el Гєnico que quedaba en la plaza.

Los habГ­a vencido. Pero no le era suficiente. No habГ­a satisfacciГіn a la sangre y la muerte y la destrucciГіn que ansiaba. QuerГ­a matar a todos los hombres de esa ciudad. Ni siquiera eso serГ­a suficiente. No poder encontrar satisfacciГіn lo frustraba infinitamente.

Se echГі hacia atrГЎs, mirГі al cielo, y rugiГі. Era el grito de un animal que habГ­a sido liberado. Su grito de angustia se disparГі en el aire y reverberГі en las paredes de piedra de JerusalГ©n, mГЎs fuerte que las campanas, mГЎs fuerte que los rezos. Por unos momentos, el rugido sacudiГі las paredes y abarcГі la totalidad de la ciudad, de uno a otro extremo mientras sus habitantes se detuvieron, escucharon y aprendieron a temer.

En ese momento, supieron que habГ­a un monstruo suelto en la ciudad.




CAPГЌTULO CUATRO


Caitlin y Caleb caminaban por la empinada ladera de la montaГ±a hacia la aldea de Nazaret. El terreno era rocoso, y se resbalaban mГЎs que caminaban por la ladera empinada, levantando tierra. A medida que avanzaban, el terreno comenzГі a cambiar, la roca dio paso a matas de maleza y alguna palmera, y luego a hierba. Finalmente, llegaron a un olivar y caminaron en medio de hileras de olivos, mientras continuaban hacia la ciudad.

Caitlin mirГі de cerca las ramas y vio miles de pequeГ±as aceitunas que brillaban en el sol, y se maravillГі de lo bonitas que eran. Cuanto mГЎs se acercaban a la ciudad, los ГЎrboles eran mГЎs verdes. Caitlin mirГі hacia abajo y desde ese punto pudo tener una vista de pГЎjaro del valle y la ciudad.

Como un pequeГ±o pueblo enclavado en medio de enormes valles, Nazaret apenas podГ­a considerarse una ciudad. No parecГ­a tener mГЎs de unos pocos cientos de habitantes y unas pocas docenas de edificios pequeГ±os de un solo piso construidas de piedra. Varios parecГ­an estar construidos con una piedra caliza blanca y, a lo lejos, Caitlin vio a aldeanos machacar las enormes canteras de piedra caliza que rodeaban la ciudad. OГ­a el eco de su martillos y veГ­a el polvo de piedra caliza flotar en el aire.

Nazaret estaba rodeada por un sinuoso muro bajo de piedra de tal vez de diez metros de altura, que se veГ­a antiguo, aun en esa Г©poca. En el centro habГ­a una amplia puerta arqueada abierta. Nadie hacГ­a guardia en la puerta, y Caitlin supuso que no tenГ­an ninguna razГіn; despuГ©s de todo, se trataba de un pequeГ±o pueblo en el medio de la nada.

Caitlin se preguntГі por quГ© habГ­an despertado en esa Г©poca y en ese lugar. ВїPor quГ© Nazaret? PensГі de nuevo y tratГі de recordar lo que sabГ­a de Nazaret. Recordaba haber aprendido una vez algo al respecto, pero no podГ­a recordarlo. ВїY por quГ© el primer siglo? HabГ­a sido un salto espectacular desde la Escocia medieval, y de pronto extraГ±aba Europa. Este nuevo paisaje, con sus palmeras y el calor del desierto, era muy extraГ±o. MГЎs que nada, Caitlin se preguntГі si Scarlet estaba detrГЎs de esas paredes. Esperaba -rezГі- para que estuviera allГ­. TenГ­a que encontrarla. No estarГ­a tranquila hasta dar con ella.

Llena de expectativa, Caitlin atravesГі con Caleb la puerta de la ciudad. Su corazГіn latГ­a con fuerza ante la expectativa de encontrar a Scarlet-y averiguar por quГ© habГ­an sido enviados a ese lugar, para empezar. ВїEstarГ­a su papГЎ allГ­, esperГЎndola?

Cuando entraron a la ciudad, le impresionГі su vitalidad. Las calles estaban llenas de niГ±os corriendo, gritando, jugando. Los perros corrГ­an libremente, al igual que los pollos. Las ovejas y los bueyes deambulaban por las calles, y afuera de las casa habГ­a un burro o camello atado a un poste. Vistiendo tГєnicas primitivas y tГєnicas, los pobladores caminaban tranquilamente, llevando cestas de mercancГ­as sobre los hombros. Caitlin sentГ­a que habГ­a entrado en una mГЎquina del tiempo.

Mientras caminaban por las calles estrechas y pasaban junto a las casas pequeГ±as casas donde las ancianas lavaban la ropa a mano, la gente se detenГ­a para mirarlos. Caitlin se dio cuenta de que debГ­an verse fuera de lugar caminando por estas calles. Llevaba su moderno traje ajustado de batalla de cuero- y se preguntГі quГ© estarГ­an pensando esas personas. QuizГЎs que era un extranjero que habГ­a caГ­do del cielo. No los culpaba.

Frente a cada casa habГ­a alguien preparando la comida, vendiendo o trabajando en su oficio. Pasaron varias familias de carpinteros, el hombre estaba sentado fuera de la casa, serruchando, martillando, construyendo marcos para una cama, aparadores y ejes de madera para arados. En una casa, habГ­a un hombre construyendo una enorme cruz de varios metros de espesor y diez pies de largo. Caitlin se dio cuenta de que era una cruz donde alguien serГ­a crucificado. La idea la estremeciГі y mirГі hacia otro lado.

Al doblar por otra calle, toda la cuadra estaba llena de herreros. Por todas partes volaban yunques y martillos, y se escuchaba el clang del metal, cada herrero parecГ­a hacer el eco del otro. TambiГ©n, habГ­a pozos de barro con grandes llamas en su interior donde se calentaban trozos de metal al rojo vivo con el que se forjaban herraduras, espadas y todo tipo de piezas de metal. Sentados junto a sus padres, los niГ±os, con sus rostros negros de hollГ­n, observaban trabajar a sus padres. Caitlin se sintiГі mal de ver trabajar a los niГ±os a una edad tan pequeГ±a.

Caitlin buscaba por todas partes alguna seГ±al de Scarlet, de su padre, alguna pista de por quГ© estaban allГ­, pero no vio nada que pudiera orientarla.

Doblaron por otra calle que estaba llena de ceramistas. AllГ­, los hombres esculpГ­an enormes bloques de piedra caliza para producir estatuas, vasijas y enormes prensas planas. Al principio, Caitlin no supo para quГ© eran.

Caleb se acercГі y seГ±alГі.

"Son prensas para vino," le dijo, como siempre leyendo su mente. "Y para las aceitunas. Los usan para aplastar las uvas y las aceitunas y así extraer el vino y el aceite. ¿Ver las manivelas?”

Caitlin los mirГі de cerca y admirГі la destreza de los artesanos, las largas losas de piedra caliza, el intrincado trabajo del metal de los engranajes. Le sorprendiГі lo sofisticada que era su maquinaria, incluso para esa Г©poca y ese lugar. TambiГ©n le sorprendiГі una antigua nave de elaboraciГіn de vino. AllГ­ estaba, miles de aГ±os en el pasado, y la gente todavГ­a estaba haciendo botellas de vino y botellas de aceite de oliva al igual que en el siglo 21. Y mientras las miraba, se dio cuenta de que se parecГ­an a las botellas de oliva y vino que conocГ­a.

Un grupo de niГ±os corriГі junto a ella persiguiГ©ndose unos a otros y riendo, levantando nubes de polvo que cubrieron los pies de Caitlin. Las carreteras no estaban pavimentadas en este pueblo que, probablemente, pensГі, era demasiado pequeГ±o para que se invirtiera en carreteras pavimentadas. Sin embargo, sabГ­a que Nazaret habГ­a sido famosa por algo, y le molestaba no poder recordar de quГ©. Una vez mГЎs, le molestaba no haber prestado mГЎs atenciГіn en su clase de historia.

"Es el pueblo donde viviГі JesГєs," dijo Caleb, leyendo su mente.

Caitlin se puso roja toda vez que Г©l pudo leer tan fГЎcilmente los pensamientos. Ella no le ocultaba nada, pero aГєn asГ­, no querГ­a que leyera lo mucho que ella lo amaba. La apenaba.

"Г‰l vive aquГ­?", ella preguntГі.

Caleb asintiГі.

"Si hemos llegado en la época en que vivió aquí," dijo Caleb. "Es claro que estamos en el siglo uno. Lo sé por la forma de vestir y por la arquitectura. Estuve aquí una vez. Es muy difícil olvidar esta época y este lugar.”

Los ojos de Caitlin se abrieron ante la posibilidad.

"ВїDe verdad crees que podrГ­a estar aquГ­ y ahora? ВїJesГєs? ВїCaminando por aquГ­? ВїAquГ­ y ahora? ВїEn este pueblo? "

Caitlin no podГ­a hacerse a la idea. TratГі de imaginarse doblando en la esquina y encontrГЎndose con JesГєs en la calle. No lo podГ­a concebir.

Caleb frunciГі el ceГ±o.

"No lo sé", dijo. "No estoy sintiendo que él esté aquí y ahora. Tal vez ya se fue.”

Caitlin no sabГ­a quГ© decir. MirГі a su alrededor totalmente asombrada.

ВїГ‰l podrГ­a estar aquГ­? se preguntГі.

Estaba sin habla y sintiГі que su misiГіn era aun mГЎs importante.

"Podría estar aquí, en esta época," dijo Caleb. "Pero no necesariamente en Nazaret. El viajó mucho. Belén. Nazaret. Capernaum y Jerusalén, por supuesto. No sé a ciencia cierta si estamos en la época exacta. Pero si lo estamos, él podría estar en cualquier lugar. Israel es un lugar muy grande. Si él estuviera aquí, en esta ciudad, lo percibiríamos.”

"ВїQuГ© quieres decir?", preguntГі Caitlin, con curiosidad. "ВїQuГ© se siente?"

"No puedo explicarlo. Pero tú sabes. Es su energía. No se parece a nada de lo que hayas experimentado antes.”

De repente, un pensamiento cruzГі la mente de Caitlin.

"ВїLo conociste?", le preguntГі.

Caleb sacudiГі lentamente la cabeza.

"No, no de cerca. Una vez, yo estaba en la misma ciudad y en la misma Г©poca. Y la energГ­a era abrumadora. A diferencia de cualquier otra cosa que hubiera sentido antes."

Una vez mГЎs, a Caitlin le sorprendieron todas las cosas que Caleb habГ­a visto, todas las tiempos y lugares en que habГ­a estado.

"Sólo hay una manera de averiguarlo", dijo Caleb. "Necesitamos saber qué año es. Pero el problema es, por supuesto, que nadie comenzó a contar los años, como lo hacemos nosotros, hasta mucho tiempo después de que Jesús murió. Después de todo, nuestro calendario se basa en el año de su nacimiento. Y cuando él vivía, nadie contaba los años a partir del nacimiento de Jesús, ¡la mayoría de la gente ni siquiera sabía quién era! Así que si le preguntamos a la gente qué año es, pensarán que estamos locos.”

Caleb, al igual que Caitlin, mirГі a su alrededor buscando alguna pista.

“Puedo percibir que está en esta época", dijo Caleb lentamente. "Sólo que no en este lugar."

Caitlin examinГі el pueblo con mayor respeto.

"Pero este pueblo," ella dijo, “se ve tan pequeño, tan humilde. No es como un gran ciudad bíblica, como las he imaginado. Se ve como cualquier otra ciudad en el desierto.”

"Tienes razón", respondió Caleb, "pero aquí es donde vivió. No era un gran lugar. Fue aquí donde estuvo, entre estas personas.”

Siguieron caminando y cuando doblaron en una esquina, llegaron a una pequeГ±a plaza en el centro de la ciudad. Era una pequeГ±a y simple plaza alrededor de la cual habГ­a pequeГ±os edificios, y en el centro habГ­a un aljibe. Unos hombres de edad avanzada estaban sentados bajo la sombra, sostenГ­an bastones y miraban la plaza polvorienta y vacГ­a.

Caminaron hasta el aljibe. Caleb volviГі la manivela oxidada y poco a poco la cuerda gastada subiГі un cubo de agua.

Caitlin tomГі el agua frГ­a con las manos y salpicГі su rostro. Se sentГ­a muy fresca con ese calor. SalpicГі su rostro de nuevo y luego su pelo largo, pasando sus manos por Г©l. Estaba lleno de tierra y grasiento, el agua frГ­a se sentГ­a como el cielo. HabrГ­a dado cualquier cosa por ducharse. Se inclinГі, tomГі un poco mГЎs de agua con las manos y la bebiГі. Su garganta estaba reseca. Caleb hizo lo mismo.

Finalmente, se inclinaron contra el aljibe y observaron la plaza. No habГ­a ningГєn edificio especial ni ninguna pista que pudiera indicarles dГіnde estaban.

"Entonces, Вїa dГіnde vamos?", ella preguntГі finalmente.

Caleb mirГі a su alrededor, entrecerrando los ojos protegiГ©ndolos del sol con las manos. ParecГ­a tan perdido como ella.

"No lo sé", dijo rotundamente. “No sé me ocurre nada."

"En otras épocas y lugares", continuó, "las iglesias y los monasterios siempre parecían guardar nuestras pistas. Pero en este período, no hay iglesias. No hay cristianismo. No hay cristianos. Después de que Jesús murió, la gente comenzó a crear una religión con su nombre. En esta época, sólo hay una religión. La religión de Jesús: el judaísmo. Después de todo, Jesús era judío.”

Caitlin tratГі de procesarlo todo. Todo era muy complejo. Si JesГєs era judГ­o, pensГі, eso significaba que Г©l debГ­a haber rezado en una sinagoga. De repente, se le ocurriГі algo.

"Entonces, tal vez el mejor lugar para buscar es donde Jesús oró. Tal vez deberíamos buscar una sinagoga.”

"Creo que tienes razón," dijo Caleb. "Después de todo, la otra práctica religiosa de ese tiempo, si se puede llamar así, era el paganismo -la adoración de los ídolos. Y estoy seguro de que Jesús no rezaría en un templo pagano.”

Caitlin mirГі alrededor de la ciudad entrecerrando los ojos, buscaba algГєn edificio que se asemejara a una sinagoga. Pero no vio ninguno. Todas eran modestas moradas.

"No veo nada", ella dijo. "Todos los edificios tienen el mismo aspecto. Sólo son pequeñas casas.”

"Yo tampoco," dijo Caleb.

Quedaron en silencio mientras Caitlin trataba de procesarlo todo. Su mente corrГ­a con varias posibilidades.

"ВїCrees que mi papГЎ y el escudo tienen algГєn tipo de conexiГіn con todo esta lugar?", preguntГі Caitlin. "ВїCrees que si visitamos los lugares donde JesГєs estuvo eso nos llevarГЎ con mi padre?"

Caleb entrecerrГі los ojos mientras pensaba en lo que Caitlin estaba diciendo.

“No lo sé," dijo finalmente. "Pero es claro que tu papá está guardando un gran secreto. Un secreto no sólo para la raza de los vampiros, sino para toda la humanidad. Un escudo o un arma que cambiará para siempre la naturaleza de toda la raza humana. Debe ser algo muy poderoso. Y me parece que quien esté destinado a conducirnos con tu padre, necesita ser alguien muy poderoso. Como Jesús. Tendría mucho sentido. Tal vez, para encontrar a uno, tenemos que encontrar antes al otro. Después de todo, tu cruz abrió muchos cerrojos y nos condujo hasta aquí. Y encontramos casi todas nuestras pistas en las iglesias y en los monasterios.”

Caitlin tratГі de pensar en todo. ВїEra posible que su papГЎ conociera a JesГєs? ВїEra uno de sus discГ­pulos? La idea era impresionante aumentando el misterio en torno a su padre.

Ella se sentГі sobre el borde del aljibe y mirando la aldea que parecГ­a dormida, y no sabГ­a quГ© hacer. No tenГ­a idea de por dГіnde empezar a buscar. Nada llamaba su atenciГіn. Y ademГЎs, se sentГ­a cada vez estaba mГЎs desesperada por encontrar a Scarlet. SГ­, querГ­a encontrar a su papГЎ mГЎs que nunca; las cuatro llaves le quemaban en el bolsillo. Pero no veГ­a ninguna manera de usarlas, y era difГ­cil concentrarse en su padre cuando estaba preocupada por Scarlet. La idea de que estaba sola por ahГ­ le desgarraba el corazГіn. ВїQuiГ©n sabГ­a si estaba a salvo?

Pero, tampoco tenГ­a ninguna idea de dГіnde buscar a Scarlet. Se sentГ­a mГЎs y mГЎs desesperanzada.

De repente, seguido de su rebaГ±o de ovejas, un pastor entrГі por la puerta y caminГі lentamente hacia la plaza. Llevaba una larga tГєnica blanca, y una capucha protegГ­a su cabeza del sol; se dirigiГі hacia ellos, sosteniendo un bastГіn. Al principio, Caitlin pensГі que estaba caminando directamente hacia ellos. Pero entonces se dio cuenta: el aljibe. Solamente querГ­a algo de beber, y ellos estaban en el camino.

Mientras caminaba, las ovejas pululaban a su alrededor llenando la plaza, todas se dirigГ­an hacia el pozo. DebГ­an saber que habГ­a agua cerca. RГЎpidamente, Caitlin y Caleb estaban en el medio de la manada que los empujaba fuera de su paso. El balido impaciente de las ovejas llenaba el aire, mientras esperaban que el pastor las guiara.

Caitlin y Caleb se hicieron a un lado cuando el pastor se acercГі al pozo, girГі la manivela oxidada, y subiГі lentamente el cubo. Entonces, Г©l se sacГі la capucha.

Caitlin se sorprendiГі al ver que era joven. TenГ­a una gran mata de pelo rubio, una barba rubia y ojos azules brillantes. Г‰l sonriГі revelando las lГ­neas de sol en su cara alrededor de sus ojos, y Caitlin sintiГі el calor y la bondad irradiar de Г©l.

TomГі el cubo lleno de agua, y, a pesar del sudor en su frente y de que tenГ­a sed, se volviГі y vertiГі el primer cubo de agua en la pila en la base del pozo. Las ovejas se reunieron alrededor mientras bebГ­an agua.

Caitlin tuvo la extraГ±a sensaciГіn de que tal vez ese hombre sabГ­a algo, que tal vez lo habГ­an puesto en su camino por una razГіn. Si JesГєs vivГ­a en esa Г©poca, pensГі, tal vez ese hombre habГ­a oГ­do hablar de Г©l.

Caitlin sintiГі una punzada de nerviosismo en el estГіmago mientras se aclaraba la garganta.

"ВїPerdГіn?", le preguntГі.

El hombre se volviГі y la mirГі, y ella sintiГі la intensidad de sus ojos.

"Estamos buscando a alguien. Quizás sepas si él vive aquí.”

El hombre entrecerrГі los ojos, y Caitlin sintiГі como si Г©l estuviera viendo a travГ©s de ella. Era algo muy extraГ±o.

“Él vive”, respondió el hombre como si estuviera leyendo su mente. "Pero ya no está aquí."

Caitlin casi no lo podГ­a creer. Era cierto.

“¿A dónde se fue?", preguntó Caleb. Caitlin percibió el interés su voz, y se dio cuenta que quería saber desesperadamente.

El hombre desviГі la mirada hacia Caleb.

“Pues a la Galilea," el hombre respondió, como si fuera algo obvio. "Al mar."

Caleb entrecerrГі los ojos.

“¿Capernaum?", preguntó Caleb tentativamente.

El hombre asintiГі con la cabeza.

Los ojos de Caleb se abrieron reconociendo el lugar.

“Mucha gente lo está siguiendo", dijo el hombre crípticamente. "Búsquenlo y lo hallarán.”

De pronto, el pastor bajГі la cabeza, se volviГі y comenzГі a alejarse, con las ovejas detrГЎs. Se dirigГ­a al otro lado de la plaza.

Caitlin no podГ­a dejarlo ir. TodavГ­a no. TenГ­a que averiguar mГЎs. SentГ­a que Г©l estaba ocultando algo.

"ВЎEspera!" ella gritГі.

El pastor se detuvo, se volviГі y la mirГі fijamente.

"ВїConoces a mi padre?", ella le preguntГі.

Para sorpresa de Caitlin, el hombre lentamente asintiГі con la cabeza.

"ВїDГіnde estГЎ?", preguntГі Caitlin.

“Tú debes encontrarlo", dijo. “Eres quien carga las llaves."

"ВїQuiГ©n es Г©l?", preguntГі Caitlin, desesperada por saber.

Poco a poco, el hombre negГі con la cabeza.

“No soy más que un pastor en el camino."

“¡Pero no sé por dónde buscar!" Caitlin respondió desesperadamente. "Por favor. Tengo que encontrarlo.”

El pastor abriГі lentamente su boca en una sonrisa.

"Siempre, el mejor lugar para buscar es donde te encuentras," Г©l respondiГі.

Entonces, se cubriГі la cabeza, dio media vuelta y cruzГі la plaza. AtravesГі la puerta arqueada y, un momento mГЎs tarde, se habГ­a ido junto con sus ovejas.

Siempre el mejor lugar para buscar es dГіnde te encuentras.

Sus palabras resonaron en la mente de Caitlin. De alguna manera, sintiГі que era algo mГЎs que una alegorГ­a. Cuanto mГЎs lo pensaba, mГЎs sentГ­a que era literal. Como si le hubiera dicho que habГ­a una pista allГ­, donde ella estaba.

De repente, Caitlin se volviГі y buscГі en el aljibe, el lugar donde habГ­an estado sentados. Ahora, sentГ­a algo.

Siempre el mejor lugar para buscar es dГіnde te encuentras.

Caitlin se arrodillГі y pasГі las manos por la antigua pared lisa de piedra. La palpГі, estaba cada vez mГЎs segura de que habГ­a algo allГ­, que el pastor la habГ­a guiado a una pista.

"ВїQuГ© estГЎs haciendo?", Caleb le preguntГі.

Caitlin buscГі frenГ©ticamente, examinando las grietas de todas las piedras, sabГ­a que estaba por buen camino.

Finalmente, a mitad de camino alrededor del pozo, se detuvo. EncontrГі una grieta que era un poco mГЎs grande que las demГЎs. Era lo suficientemente grande como para que pudiera meter su dedo. La piedra alrededor era un poco mГЎs suave, y la grieta era levemente mГЎs grande.

Caitlin metiГі la mano y tratГі de abrirla. De pronto, la piedra empezГі a ceder, y luego a moverse. La piedra se soltГі de la base del pozo. Caitlin se asombrГі de encontrar un pequeГ±o escondite detrГЎs.

Caleb se acercГі acurrucГЎndose sobre su hombro mientras ella se agachaba en la oscuridad. SintiГі algo frГ­o y metГЎlico en la mano y lo sacГі lentamente.

Caitlin levantГі la mano hacia la luz y abriГі lentamente la palma.

Y no pudo creer lo que habГ­a agarrado.




CAPГЌTULO CINCO


Scarlet estaba de espaldas contra la pared al final del callejГіn sin salida con Ruth a su lado, mientras observaba con temor al grupo de matones soltar su perro hacia ella. El enorme perro salvaje se lanzГі gruГ±endo directamente a su garganta. Todo estaba ocurriendo tan rГЎpidamente que Scarlet no sabГ­a cГіmo reaccionar.

Antes de que pudiera hacer algo, de repente Ruth gruГ±Гі y se lanzГі hacia el perro. SaltГі en el aire y a mitad de camino lo encontrГі y hundiГі sus colmillos en la garganta del perro. Ruth aterrizГі sobre el animal y lo inmovilizГі contra el suelo. El perro debГ­a ser dos veces el tamaГ±o de Ruth, pero Ruth lo sujetaba sin hacer mayor esfuerzo y no lo dejaba levantarse. ApretГі los colmillos con todas sus fuerzas hasta que el perro dejГі de luchar, estaba muerto.

“¡Eres una pequeña perra!" gritó el muchacho que era líder, estaba furioso.

Г‰l se dirigiГі directamente hacia Ruth. LevantГі un palo afilado en un extremo como una punta de lanza, y lo bajГі hacia la espalda de Ruth.

Scarlet respondiГі a sus instintos y se lanzГі a la acciГіn. Sin siquiera pensarlo, corriГі hacia el chico, levantГі la mano y cazГі el palo en el aire, justo antes de que tocara a Ruth. Luego, lo jalГі hacia ella, se inclinГі hacia atrГЎs y le dio una patada en las costillas.

Г‰l se desplomГі, y ella lo pateГі de nuevo, dГЎndole una patada giratoria, esta vez en la cara. Г‰l se dio vuelta y cayГі de bruces sobre la piedra.

Ruth se dio vuelta y se lanzГі hacia el grupo de chicos. SaltГі en el aire y hundiГі sus colmillos en el cuello de uno de ellos, aplastГЎndolo contra el suelo. Eso dejaba a sГіlo tres.

Scarlet se quedГі parada frente a ellos y, de repente, un nuevo sentimiento se apoderГі de ella. Ya no sentГ­a miedo; ya no querГ­a huir de esos muchachos; ya no querГ­a correr y esconderse; ya no querГ­a que su mamГЎ y papГЎ estuvieran allГ­ para protegerla.

Algo cambiГі en su interior mientras cruzaba una lГ­nea invisible, un punto de inflexiГіn. Por primera vez en su vida, sintiГі que no necesitaba a nadie. Solo se necesitaba a sГ­ misma. En lugar de tener miedo, estaba disfrutando el momento.

Scarlet sintiГі que la rabia la invadГ­a y se elevaba desde los dedos de sus pies y le atravesaba el cuerpo, hasta su cuero cabelludo. Era una emociГіn elГ©ctrica que no lograba entender y que nunca habГ­a experimentado antes. Ya no querГ­a huir de esos chicos. Tampoco querГ­a dejarlos ir.

Ahora, querГ­a vengarse.

Mientras los tres chicos se quedaron parados mirГЎndola en estado de shock, Scarlet se lanzГі sobre ellos. Todo sucediГі tan rГЎpido, que apenas pudo pensar lo que estaba haciendo. Sus reflejos eran mucho mГЎs rГЎpidos que los de ellos, parecГ­a que los chicos se estaban moviendo en cГЎmara lenta.

Scarlet saltГі en el aire, mГЎs alto de lo que jamГЎs lo habГ­a hecho, y le dio una patada al niГ±o en el centro, poniendo los dos pies sobre su pecho. Lo mandГі volando a travГ©s del callejГіn como si fuera una bala hasta que el chico se estrellГі contra la pared y se desplomГі.

Antes de que los otros dos pudieran reaccionar, ella girГі y le dio un codazo a cada uno en la cara, luego se dio vuelta y le dio una patada al otro en el plexo solar. Ambos se derrumbaron, estaban inconscientes.

Scarlet se quedГі junto a Ruth, respirando con dificultad. MirГі a su alrededor a los cinco muchachos tirados alrededor de ellas, ninguno se movГ­a. Y entonces, se dio cuenta: ella los habГ­a vencido.

Ya no era la Scarlet de antes.


*

Durante horas, Scarlet vagГі por los callejones con Ruth a su lado, alejГЎndose de los chicos lo mГЎs que pudo. Bajo el calor, doblГі en callejГіn tras callejГіn hasta perderse en el laberinto de las estrechas callejuelas de la vieja ciudad de JerusalГ©n. El sol del mediodГ­a caГ­a a plomo sobre ella, y estaba empezando a sentirse exhausta; tambiГ©n por la falta de comida y agua. Mientras serpenteaban por entre la multitud, Ruth jadeaba a su lado y tambiГ©n estaba sufriendo.

Un niГ±o pasГі junto a Ruth y acariciГі su espalda, tirando de ella juguetonamente, pero con demasiada fuerza. Ruth se volviГі y reaccionГі, gruГ±endo y mostrГЎndole los colmillos. El niГ±o gritГі, llorГі, y se fue corriendo. No era propio de Ruth comportarse de esa manera; por lo general, era muy tolerante. Pero el calor y el hambre la estaban afectando. TambiГ©n estaba canalizando la rabia y la frustraciГіn de Scarlet.

Por mucho que lo intentara, Scarlet no sabГ­a cГіmo calmar la rabia que aun sentГ­a. Era como si algo en su interior se hubiera desatado, y no pudiera controlarlo. SentГ­a cГіmo sus venas palpitaban y su ira aumentaba y, al pasar junto a los vendedores que ofrecГ­an todo tipo de comida que ella y Ruth no podГ­an darse el lujo de comer, su ira crecГ­a. TambiГ©n se daba cuenta de que lo que estaba experimentando, sus intensos dolores del hambre, no eran por el hambre tГ­pico. Era otra cosa. Era algo mГЎs profundo, mГЎs primario. No sГіlo querГ­a comida. QuerГ­a sangre. Necesitaba alimentarse.

Scarlet no sabГ­a lo que le estaba pasando y no sabГ­a cГіmo manejarlo. OlГ­a un pedazo de carne y se metГ­a entre la gente solo para mirarlo. Ruth se apretaba a su lado.

Scarlet se estaba abriendo paso a codazos cuando un hombre en la multitud la empujГі.

“¡Hey chica, mira por dónde caminas!", espetó.

Sin siquiera pensarlo, Scarlet se volviГі y empujГі al hombre. Г‰l era mГЎs de dos veces su tamaГ±o, pero saliГі volando derribando varios puestos de fruta cuando cayo al suelo.

Г‰l se puso de pie, conmocionado, y observГі a Scarlet, tratando de entender cГіmo una niГ±a pequeГ±a habГ­a podido golpearlo de esa manera. Luego, con una mirada de miedo, prudentemente se volviГі y se alejГі.

El vendedor frunciГі el ceГ±o a Scarlet, intuГ­a que provocarГ­a problemas.

"¿Quieres carne?", espetó. “¿Tienes dinero para pagar?"

Pero Ruth no pudo contenerse. Se lanzГі hacia adelante, hundiГі sus colmillos en el pedazo enorme de carne, arrancГі un trozo, y se la tragГі. Antes de que alguien pudiera reaccionar, se lanzГі de nuevo hacia otro trozo.

Esta vez, el vendedor bajГі su mano lo mГЎs fuerte que pudo para golpear a Ruth en la nariz.

Pero Scarlet lo vio venir. De hecho, algo le estaba sucediendo a su sentido de la velocidad, su sentido de la oportunidad. Mientras la mano del proveedor comenzaba a descender, Scarlet se vio levantando su propia mano y agarrando la muГ±eca del vendedor antes de que tocara a Ruth.

Con los ojos bien abiertos, el vendedor mirГі a Scarlet, sorprendido de que una niГ±a tan pequeГ±a pudiera agarrarlo con tanta fuerza. Scarlet apretГі la muГ±eca del hombre hasta que todo su brazo empezГі a temblar. Incapaz de controlar su rabia, Scarlet lo miraba con furia.

"No te atrevas a tocar mi lobo," Scarlet gruГ±Гі al hombre.

"Yo… lo siento," dijo el hombre, agitando el brazo del dolor, con los ojos abiertos de miedo.

Finalmente, Scarlet lo soltГі y se alejГі del puesto con Ruth a su lado. Mientras se alejaba, oyГі un silbido detrГЎs de ella, y luego los gritos de la gente llamando a los guardias.

“Vamos, Ruth!" Scarlet dijo, y las dos se fueron corriendo por el callejón, perdiéndose en la multitud. Al menos Ruth había comido.

Pero Scarlet tenГ­a un hambre abrumadora, y no creГ­a poder contenerla por mГЎs tiempo. No sabГ­a lo que le estaba pasando, pero mientras caminaba por calle tras calle, se encontrГі observando la garganta de las personas. Se enfocaba en sus venas, veГ­a el pulso de la sangre. Se lamГ­a los labios, deseando -necesitando hundir sus dientes allГ­. La abrumaba la idea de beber su sangre e imaginaba lo que podrГ­a sentir cuando la sangre corriera por su garganta. No lograba entenderlo. ВїYa no era para nada humana? ВїSe estaba convirtiendo en un animal salvaje?

Scarlet no querГ­a hacerle daГ±o a nadie. Racionalmente, tratГі de detenerse.

Pero fГ­sicamente, algo se estaba apoderando de ella. Estaba creciendo, desde los dedos de sus pies, las piernas, a travГ©s de su torso, hasta la coronilla de la cabeza y hasta la punta de sus dedos. Era un deseo. Un deseo insaciable e imparable. Estaba controlando sus pensamientos, diciГ©ndole quГ© pensar, cГіmo actuar.

De repente, Scarlet detectГі algo: a lo lejos, detrГЎs de ella, un grupo de soldados romanos la estaba persiguiendo. Su oГ­do, ahora hiper-sensible, la alertГі con el sonido de sus sandalias golpeando la piedra. Lo sabГ­a a pesar de que estaban a unas cuadras de distancia.

El sonido de sus sandalias golpeando contra la piedra la irritГі aГєn mГЎs; el ruido se mezclaba en su cabeza con el sonido de los gritos de los vendedores, los niГ±os riendo, los perros ladrando .... Era demasiado para ella. Su oГ­do se estaba volviendo demasiado fuerte y le molestaba la cacofonГ­a del ruido. El sol tambiГ©n se sentГ­a mГЎs fuerte, como si estuviera brillado justo encima de su cabeza. Todo era demasiado. SentГ­a como si estuviera bajo el microscopio del mundo, y estaba a punto de explotar.

Rebosante de rabia, Scarlet se recostГі y, de repente, sintiГі una nueva sensaciГіn en sus dientes. SintiГі que su dos dientes incisivos crecГ­an y le sobresalГ­an unos colmillos afilados cada vez mГЎs grandes. No sabГ­a lo que estaba experimentando, pero sabГ­a que estaba cambiando a algo que no podГ­a reconocer ni controlar. De repente, vio a un hombre gordo, grande, borracho, tambalearse por el callejГіn. Scarlet supo que tenГ­a que alimentarse, o morirГ­a. Y algo dentro de ella querГ­a sobrevivir.

Cuando Scarlet se escuchГі gruГ±ir, se sorprendiГі. Por lo primigenio, el ruido la asombrГі con creces. SentГ­a que estaba fuera de su cuerpo mientras se abalanzaba y saltaba por el aire directamente hacia el hombre. Vio en cГЎmara lenta como Г©l se volvГ­a hacia ella con los ojos muy abiertos por el miedo. Y sintiГі cuando sus dos dientes delanteros se hundieron en la carne, en las venas de su garganta. Y un instante despuГ©s, sintiГі la sangre caliente del hombre vertirse en su garganta llenando sus venas.

OyГі el grito hombre, que durГі sГіlo un momento. Un segundo mГЎs tarde, Г©l cayГі sobre el suelo, ella estaba encima de Г©l, chupando toda su sangre. Poco a poco, empezГі a sentir una nueva vida, una nueva energГ­a fluir por su cuerpo.

QuerГ­a detenerse y soltar al hombre. Pero no podГ­a. Lo necesitaba. Lo necesitaba para sobrevivir.

Necesitaba alimentarse.




CAPГЌTULO SEIS


Ardiendo de rabia, Sam corrГ­a gruГ±endo por las callejuelas de JerusalГ©n. QuerГ­a destruir, destrozar todo a la vista. Cuando pasГі junto a una fila de vendedores, se acercГі y derribГі sus stands que cayeron uno sobre otro como si fueran fichas de dominГі. Golpeaba a la gente a propГіsito, tan fuerte como podГ­a, y los enviaba volando en todas direcciones. Se lanzГі por el callejГіn como una bola de demoliciГіn fuera de control, derribando todo a su paso.

Sobrevino el caos; se escuchaban mГЎs y mГЎs gritos. No bien la gente se daba cuenta, huГ­a para salir de su camino. Era como un tren de destrucciГіn.

El sol lo estaba volviendo loco. CaГ­a a plomo sobre su cabeza como si fuera un ser vivo, aumentando su rabia. Nunca habГ­a sabido lo que era la verdadera rabia hasta ahora. Nada parecГ­a satisfacerlo.

Vio un hombre alto y delgado y se lanzГі sobre Г©l, hundiendo los colmillos en su cuello. Lo hizo en una fracciГіn de segundo, succionГі la sangre, y luego se apresurГі a hundir los colmillos en el cuello de otra persona. Iba de persona en persona, hundiendo sus colmillos y chupГЎndoles la sangre. Se movГ­a tan rГЎpidamente que nadie tenГ­a tiempo para reaccionar. Uno tras otro caГ­a al suelo, y Sam iba dejando un rastro a su paso. Г‰l estaba en un frenesГ­ por alimentarse y sentГ­a como su cuerpo comenzaba a hincharse de sangre. AГєn asГ­, no le era suficiente.

El sol lo estaba llevando al borde de la locura. Necesitaba sombra, y rГЎpido. Vio un gran edificio a lo lejos, un elaborado palacio construido de piedra caliza, con pilares y enormes puertas arqueadas. Sin pensarlo, se lanzГі al otro lado de la plaza y abriГі las puertas de una patada.

AllГ­ estaba fresco y Sam pudo respirar. Que ya no sintiera el sol sobre su cabeza era toda una diferencia. Pudo abrir los ojos que lentamente se adaptaron a la luz.

Decenas de personas lo miraban con sus rostros asustados. La mayorГ­a estaba sentada en el interior de pequeГ±as piscinas y baГ±os individuales mientras que otros caminaban descalzos sobre el piso de piedra. Todos estaban desnudos. Sam se dio cuenta que estaba en una casa de baГ±os. Una casa de baГ±os romana.

Los techos eran altos y arqueados y dejaban entrar la luz, y habГ­a grandes columnas arqueadas por todos lados. Los pisos eran de mГЎrmol brillante y estaba lleno de pequeГ±as piscinas. La gente holgazaneaba relajГЎndose.

Es decir, hasta que lo vieron. RГЎpidamente se levantaron y sus expresiones de tranquilidad se transformaron en una de temor.

Sam no soportaba ver a esas personas -esos ricos ociosos, descansando como si no les importara el mundo. Los harГ­a pagar. EchГі la cabeza hacia atrГЎs y rugiГі.

La mayorГ­a de la gente tuvo el buen tino de irse y apresurarse a tomar sus toallas y batas para tratar de salir tan pronto como podГ­an.

Pero Sam no les dio tiempo para huir. Sam se lanzГі hacia ellos, se abalanzГі sobre la mujer mГЎs cercana, y hundiГі los dientes en su cuello. ChupГі la sangre y ella cayГі al suelo rodando en un baГ±o, tiГ±Г©ndolo de rojo.

Sam hizo lo mismo una y otra vez, saltando de una a otra vГ­ctima, hombres y mujeres por igual. Pronto la casa de baГ±os se llenГі de cadГЎveres, los cuerpos flotaban por todas partes y las piscinas se teГ±Г­an de rojo.

Se escuchГі algo en la puerta, y Sam girГі para ver de quГ© se trataba.

AllГ­, en la puerta, habГ­a docenas de soldados romanos. VestГ­an los uniformes tГ­picos -tГєnicas cortas, sandalias romanas, cascos emplumados y llevaban escudos y espadas cortas. Otros sostenГ­an arcos y flechas. Las sacaron y apuntaron a Sam.

“¡Quédate donde estás!", el líder gritó.

Sam gruГ±Гі mientras se volvГ­a, se irguiГі revelando toda su estatura, y comenzГі a caminar hacia ellos.

Los romanos hicieron fuego. Decenas de flechas volaron por el aire hacia Г©l. Sam las vio moverse en cГЎmara lenta, sus relucientes puntas de plata se dirigГ­an hacia Г©l.

Pero él fue más rápido que sus flechas. Antes de que pudieran llegar hasta él, Sam estaba en el aire, saltando por sobre todos ellos. Fácilmente cubrió toda la habitación de unos cuarenta pies – incluso antes de que los arqueros relajaran sus manos.

Sam bajГі con los pies delante y golpeГі al soldado en el centro de la formaciГіn en el pecho con tanta fuerza que Г©ste golpeГі a los demГЎs que cayeron como una fila de fichas de dominГі. Una docena de soldados se desplomaron.

Antes de que los demГЎs pudieran reaccionar, Sam arrebatГі dos espadas de las manos de dos soldados. GirГі y los atacГі en todas direcciones.

Su punterГ­a era perfecta. CortГі cabeza tras cabeza, luego se volviГі y clavГі la espada en el corazГіn de los sobrevivientes. Se movГ­a a travГ©s de la multitud como si fuera mantequilla. En cuestiГіn de segundos, decenas de soldados estaban sobre el suelo, sin vida.

Sam se dejГі caer de rodillas y hundiГі sus colmillos en el corazГіn de cada uno, bebiГі y bebiГі. Se arrodillГі en cuatro patas y, encorvado como una bestia, se hartГі de sangre, tratando de saciar su rabia que no tenГ­a lГ­mites.

Sam terminГі, pero aГєn no estaba satisfecho. SentГ­a como si necesitara pelear con ejГ©rcitos enteros, matar a masas de humanos de una sola vez. Necesitaba atiborrarse durante semanas. Y aun asГ­, no serГ­a suficiente.

“¡SANSON!" gritó una extraña voz femenina.

Congelado en seco, Sam se detuvo. Era una voz que no habГ­a escuchado en siglos. Era una voz que casi habГ­a olvidado, una que nunca habГ­a esperado oГ­r de nuevo.

SГіlo una persona en este mundo lo llamaba SansГіn.

Era la voz de su creador.

AllГ­, de pie junto a Г©l, mirando hacia abajo con una sonrisa en su hermoso rostro, estaba el primer amor verdadero de Sam.

Era Samantha.




CAPГЌTULO SIETE


Caitlin y Caleb volaban por el cielo claro y azul del desierto hacia el norte de Israel, hacia el mar. Debajo, se extendГ­a la tierra y Caitlin observaba los cambios en el paisaje. HabГ­a enormes extensiones de desierto, de tierra quemada por el sol, rocas, piedras, montaГ±as y cuevas. Casi no habГ­a gente, excepto por algГєn pastor vestido de pies a cabeza de blanco con una capucha que le cubrГ­a la cabeza para protegerse del sol, su rebaГ±o lo seguГ­a de cerca.

Pero mГЎs al norte, el terreno empezГі a cambiar. El desierto dio paso a colinas, y el color cambiГі tambiГ©n, pasando de un marrГіn seco y polvoriento a un verde vibrante. Los olivares y viГ±edos salpicaban el paisaje. Pero aГєn asГ­, se veГ­an pocas personas.

Caitlin pensГі en lo que habГ­a descubierto en Nazaret. En el interior del aljibe, le habГ­a sorprendido encontrar un objeto que ahora aferraba en su mano: una estrella de David de oro del tamaГ±o de la palma de su mano. A lo largo habГ­a grabada una pequeГ±a inscripciГіn antigua con una sola palabra: Capernaum.

Era claro que era un mensaje que les indicaba dГіnde ir. Pero, Вїpor quГ© Cafarnaum? Caitlin se preguntГі.

Caleb le habГ­a dicho que JesГєs habГ­a pasado un tiempo allГ­. ВїSignificaba que los estaba esperando? ВїY su padre tambiГ©n estarГ­a allГ­? ВїY, posiblemente Scarlet?

Caitlin escudriГ±Гі el paisaje debajo. Le sorprendiГі lo poco poblado que Israel estaba en esa Г©poca. Volaba sobre una que otra casa ya que las viviendas eran muy pocos y estaban separadas entre si. TodavГ­a era una tierra vacГ­a con mucho campo. Las Гєnicas ciudades se parecГ­an a pueblos y se veГ­an primitivas, con edificios de arquitectura sencilla de uno o dos pisos y construidos de piedra. Tampoco se veГ­a ningГєn camino pavimentado.

Mientras volaban, Caleb se puso a su lado y estirГі su mano. Era agradable sentirlo tan cerca. Caitlin se preguntaba por enГ©sima vez, por quГ© habГ­an aterrizado en esa Г©poca y en ese lugar. Tan atrГЎs en el tiempo. Tan lejos. En un lugar tan diferente a Escocia y a todo lo que sabГ­a.

PodГ­a sentir que esta era la Гєltima parada en su viaje. AllГ­. Israel. Era un lugar y una Г©poca tan poderosos, que sentГ­a la energГ­a irradiar de todo. Todo parecГ­a dirigirse espiritualmente hacia ella, como si estuviera caminando y viviendo y respirando dentro de un campo de energГ­a gigante. SabГ­a que la estaba esperando algo trascendental. Pero no sabГ­a quГ©. ВїEstaba su padre allГ­? ВїPodrГ­a encontrarlo alguna vez? Era muy descorazonador. TenГ­a las cuatro llaves. Г‰l deberГ­a estar allГ­, Caitlin pensГі, esperГЎndola. ВїPor quГ© tenГ­a que seguir buscando?

Lo que mГЎs le preocupaba era Scarlet. Miraba hacia abajo por todos los lugares que pasaban, buscando algГєn rastro de ella y de Ruth. Por un momento se preguntГі si no habГ­a logrado regresar, pero rГЎpidamente sacГі esa idea de su mente, evitando tener esos malos pensamientos. No podГ­a concebir su vida sin Scarlet. Si supiera que Scarlet ya no estaba con ella, sabГ­a que no tendrГ­a la fuerza para seguir adelante.

Caitlin sentГ­a la estrella de David arder en su mano, y volviГі a pensar en el lugar a dГіnde se dirigГ­an. Deseaba saber mГЎs sobre la vida de JesГєs; deseaba haber leГ­do la Biblia mГЎs cuidadosamente durante su niГ±ez. TratГі de recordar algo, pero solamente sabГ­a lo bГЎsico: JesГєs habГ­a vivido en cuatro lugares: BelГ©n, Nazaret, CafarnaГєn, y JerusalГ©n. Ellos acababan de abandonar Nazaret y ahora estaban en camino a Capernaum.

Ella no podГ­a evitar preguntarse si al seguir sus huellas, iban tras el tesoro, si tal vez Г©l tenГ­a alguna pista, o si alguno de sus seguidores tenГ­a alguna idea de dГіnde estaba su padre y tambiГ©n el escudo. De nuevo se preguntГі cГіmo podrГ­an estar conectados. PensГі en todas las iglesias y monasterios que habГ­a visitado a lo largo de los siglos, y sentГ­a que todo se conectaba. Pero no sabГ­a cГіmo.

Lo Гєnico que sabГ­a de Capernaum era que se trataba de un pequeГ±o pueblo de pescadores humildes en la Galilea sobre la costa noroeste de Israel. Pero no habГ­an pasado ningГєn pueblo en horas -de hecho no habГ­a ni un alma a la vista, y no habГ­a ninguna seГ±al de un mar- y mucho menos agua.

Entonces, justo cuando lo estaba pensando, volaron sobre la cima de una montaГ±a, y ante ella se abriГі el otro lado del valle. La vista le quitГі el aliento. AllГ­, se extendГ­a un mar brillante. Era del azul mГЎs profundo que jamГЎs habГ­a visto en su vida, y brillaba bajo la luz del sol, parecГ­a el cofre de un tesoro. Lo bordeaba una magnГ­fica costa de arena blanca, y las olas se estrellaban contra la costa que parecГ­a interminable.

Caitlin sintiГі un estremecimiento de emociГіn. Se dirigГ­an en la direcciГіn correcta; la costa debГ­a llevarlos a CafarnaГєm.

"AllГ­," dijo la voz de Caleb.

Entrecerrando los ojos hacia el horizonte, ella miro hacia donde Г©l seГ±alaba, y apenas pudo distinguirlo: a lo lejos se veГ­a un pequeГ±o pueblo. No era una ciudad, casi ni un pueblo. Tal vez, habГ­a dos docenas de casas y una gran estructura junto a la costa. A medida que se acercaban, Caitlin entrecerrГі los ojos para observar con mayor precisiГіn pero no vio a a nadie: sГіlo unos pocos aldeanos caminaban por las calles. Se preguntГі si era por el sol del mediodГ­a, o porque el pueblo estaba deshabitado.

Caitlin mirГі hacia abajo buscando alguna seГ±al del mismГ­simo JesГєs pero no vio nada. MГЎs importante aГєn, no lo percibГ­a. Si lo que le habГ­a dicho Caleb era cierto, ella podrГ­a sentir su energГ­a desde lejos. Pero no percibГ­a ninguna energГ­a fuera de lo comГєn. Una vez mГЎs, comenzГі a preguntarse si estaban en la Г©poca y el lugar adecuados. Tal vez ese hombre habГ­a estado equivocado: tal vez JesГєs habГ­a muerto muchos aГ±os antes. O tal vez ni siquiera habГ­a nacido.

De repente, Caleb se lanzГі hacia abajo, hacia el pueblo y Caitlin lo siguiГі. Encontraron un lugar escondido fuera de la muralla, en un bosque de olivos. Luego, atravesaron la puerta de la ciudad

Caminaron por la pequeГ±a aldea polvorienta, hacГ­a mucho calor, el sol lo quemaba todo. Los pocos aldeanos que deambulaban apenas los notaban; sГіlo parecГ­an interesados en encontrar una sombra o en abanicarse. Una anciana se acercГі al aljibe, levantГі una cuchara grande, bebiГі, y luego se limpiГі el sudor de la frente con la mano.

Por las callejuelas, el lugar parecГ­a completamente desierto. Caitlin observaba con cuidado buscando alguna seГ±al, cualquier cosa que pudiera conducirlos a alguna pista, una seГ±al de JesГєs, o su padre, o el escudo, o Scarlet, pero no veГ­a nada.

Se volviГі hacia Caleb.

"ВїY ahora quГ©?", le preguntГі.

Caleb la mirГі sin responder. Estaba tan perdido como ella.

Caitlin se volviГі para observar las paredes del pueblo, su arquitectura humilde y, cuando mirГі a travГ©s de la ciudad, notГі un camino estrecho, muy transitado que descendГ­a hacia el mar. Al seguir su rastro a travГ©s de una puerta de la ciudad, a lo lejos vio el brillo del mar.

Le dio un codazo a Caleb, y Г©l tambiГ©n lo vio y la siguiГі mientras salГ­an de la ciudad.

Al acercarse a la costa, Caitlin vio tres pequeГ±os botes de pesca de colores brillantes, gastados medio varados en la arena, flotando en las olas. HabГ­a un un pescador sentado en uno, y junto a los otros dos habГ­a dos pescadores de pie con el agua hasta los tobillos. Eran hombres de edad avanzada con barba y cabello de color gris, sus rostros se veГ­an tan gastados como sus barcos, estaban bronceados y llenos de arrugas. VestГ­an tГєnicas blancas y capuchas blancas para protegerse del sol.

Mientras Caitlin los observaba, dos elevaron una red de pesca y la arrastraron lentamente hacia las olas. La jalaban mientras luchaban con las olas, y un niГ±o pequeГ±o saltГі de uno de los barcos y corriГі hacia ellos para ayudarlos a jalar la red. Cuando regresaron a la orilla, Caitlin vio que habГ­an capturado decenas de peces que se retorcГ­an y tiraban contra el suelo. El niГ±o gritaba de alegrГ­a mientras que los ancianos permanecГ­an serios.

Caitlin y Caleb se habГ­an acercado en silencio -sobre todo por el romper de las olas- y los pescadores no se habГ­an dado cuenta de que estaban allГ­. Caitlin se aclarГі la garganta para no asustarlos.

Todos se dieron vuelta y los miraron, se veГ­an sorprendidos. Ella no los culpaba: debГ­an dar un espectГЎculo impactante, los dos vestidos de negro de pies a cabeza, con cuero y equipo de batalla. DebГ­an verse como si hubieran caГ­do del cielo.

"Lamentamos molestarlos," comenzó Caitlin, “pero, ¿es aquí Cafarnaum?", le preguntó al hombre que tenía más cerca.

Г‰l la mirГі y luego a Caleb, y nuevamente a ella. Г‰l asintiГі lentamente con la cabeza.

"Estamos buscando a alguien", continuГі Caitlin.

"ВїY a quiГ©n?", preguntГі el otro pescador.

Caitlin estaba a punto de decir "mi padre", pero luego se detuvo, dГЎndose cuenta de que no servirГ­a. ВїCГіmo iba a describirlo? Ni siquiera sabГ­a quiГ©n era o quГ© aspecto tenГ­a.

AsГ­ que, en su lugar, nombrГі a la Гєnica persona que se le vino a la mente, la Гєnica persona que ellos podrГ­an reconocer: "JesГєs."

Casi esperaba que se burlarГ­an de ella, se reirГ­an y la mirarГ­an como si estuviera loca, como si no tuviera idea de quiГ©n era JesГєs.

Pero, para su sorpresa, su pregunta no pareciГі sorprenderlos; la tomaron en serio.

"Se fue hace dos semanas", dijo uno de ellos.

El corazГіn de Caitlin dio un vuelco. Entonces. Era cierto. Г‰l estaba realmente vivo. Estaban en su misma Г©poca. Y realmente Г©l habГ­a estado allГ­, en ese pueblo.

"Y todos sus seguidores", dijo el otro. "SГіlo los viejos como nosotros y los niГ±os no lo seguimos."

“¿Así que él es real?", preguntó Caitlin, en estado de shock. Todavía podía creerlo; era demasiado para que pudiera comprenderlo.

El chico se levantГі y se acercГі a Caitlin.

“Él curó la mano de mi abuelo", dijo el muchacho. "Míralo. Él era un leproso. Ahora ha sanado. Muéstrale abuelo ", dijo el muchacho.

El anciano se volviГі lentamente y echГі la manga hacia atrГЎs. Su mano se veГ­a perfectamente normal. De hecho, cuando Caitlin mirГі de cerca, vio que la mano se veГ­a mucho mГЎs joven que la otra. Era extraГ±o. TenГ­a la mano de un muchacho de 18 aГ±os. Rosada, color de rosa y de aspecto saludable, era como si le hubieran dado una mano nueva.

Caitlin no lo podГ­a creer. JesГєs era real. Realmente sanaba a las personas.

Al ver la mano de ese hombre, ese hombre que habГ­a sido un leproso, perfectamente curado, sintiГі un escalofrГ­o por la espalda. Todo se hizo uno. Por primera vez, tuvo la esperanza de que realmente lo podrГ­a encontrar, y tambiГ©n a su padre y el Escudo. Y que podrГ­an conducirla con Scarlet.

"ВїSabe a dГіnde se fue?", preguntГі Caleb.

“A Jerusalén, por lo que oímos," otro pescador gritó por sobre el sonido de las olas.

JerusalГ©n, pensГі Caitlin. SentГ­a que estaba muy lejos. HabГ­an volado hasta allГ­, a CafarnaГєm. Y ahora sentГ­a que habГ­a sido una bГєsqueda inГєtil. DespuГ©s de todo eso, tendrГ­an que regresarse e irse con las manos vacГ­as.

Pero ella sentГ­a la estrella de David quemГЎndole la mano, y estaba segura de que habГ­a una razГіn por la que los habГ­an enviado a CafarnaГєm. SentГ­a que habГ­a algo mГЎs, algo que necesitaban encontrar.

"Uno de sus discípulos está todavía aquí", dijo un pescador. "Pablo. Puedes preguntarle. Puede ser que sepa exactamente a dónde fueron.”

"ВїDГіnde estГЎ?", preguntГі Caitlin

"Donde todos pasan el tiempo. En la antigua sinagoga ", dijo el hombre. Se dio vuelta y seГ±alГі por encima del hombro con su pulgar.

Caitlin se volviГі y mirГі por encima de su hombro, y allГ­, sobre una colina, mirando el mar, vio un hermoso templo pequeГ±o de piedra caliza. Incluso en esa Г©poca, se veГ­a antiguo. Adornado con columnas intrincados, miraba hacia el mar. Incluso desde esa distancia, Caitlin sintiГі de que se trataba de un lugar sagrado.

“Era la sinagoga de Jesús," uno de los hombres dijo. “Era donde pasaba todo el tiempo."

"Gracias", dijo Caitlin, comenzando a caminar hacia allГ­.

El hombre se acercГі y la agarrГі del brazo con su nueva mano, la mano sana. Caitlin se detuvo y lo mirГі. Pudo sentir la energГ­a pulsar a travГ©s de su mano, en el brazo. No se parecГ­a a nada de lo que jamГЎs habГ­a sentido. Era una energГ­a que curaba, consolaba.

“No eres de aquí, ¿verdad?", preguntó el hombre.

Caitlin sintiГі cГіmo el la miraba a los ojos, y estaba segura que estaba sintiendo algo. Se dio cuenta de que no tenГ­a sentido mentirle.

Lentamente, ella negГі con la cabeza. "No, no lo soy."

Г‰l la mirГі por un largo tiempo, y luego asintiГі lentamente con la cabeza, satisfecho.

"Vas a encontrarlo," Г©l le dijo. "Puedo sentirlo."


*

Caitlin y Caleb caminaron hasta la orilla, las olas rompГ­an junto a ellos, el olor pesado de la sal se sentГ­a en el aire. Las brisas eran refrescantes, sobre todo despuГ©s de haber estado tanto tiempo en el calor del desierto. Se volvieron y subieron una pequeГ±a colina, en la cima estaba la antigua sinagoga.

Caitlin alzГі la vista mientras se acercaban: estaba construida de una piedra caliza desgastada, parecГ­a como si hubiera estado allГ­ durante miles de aГ±os. PodГ­a sentir la energГ­a emerger del lugar; era un lugar sagrado, podГ­a afirmarlo. Su gran puerta arqueada estaba entreabierta y crujiГі mientras se balanceaba con el viento, mecida por la brisa del mar.

A medida que caminaban por la colina, pasaron macizos de flores silvestres que crecГ­an aparentemente de la roca, en la gama de colores brillantes propia del desierto. Eran las flores mГЎs hermosas que Caitlin jamГЎs habГ­a visto en su vida, tan inesperadas, tan improbables en ese lugar desolado.

Llegaron a la cima de la colina y caminaron hasta la puerta. Caitlin sentГ­a la estrella de David quemГЎndole dentro su bolsillo y supo que era el lugar indicado.

Caitlin levantГі la vista y sobre la puerta vio una gran estrella de David de oro incrustada en la piedra y rodeada de letras hebreas. Era increГ­ble pensar que ella estaba a punto de entrar en un lugar donde JesГєs habГ­a pasado tanto tiempo. De alguna manera, habГ­a esperado entrar a una iglesia pero, por supuesto, como lo habГ­a pensado, no tenГ­a sentido porque las iglesias no se construyeron hasta despuГ©s de su muerte. ParecГ­a extraГ±o pensar en JesГєs en una sinagoga pero, despuГ©s de todo, Г©l habГ­a sido judГ­o y un rabino, asГ­ que tenГ­a todo el sentido.

Pero, ВїquГ© importancia tenГ­a todo esto para la bГєsqueda de su padre? ВїPara encontrar el escudo? Cada vez mГЎs, sentГ­a que todo estaba conectado, todos los siglos y las Г©pocas y los lugares, toda la bГєsqueda por todos los monasterios e iglesias, todas las llaves, todos los cruces. SintiГі que habГ­a un hilo conductor allГ­, justo delante de sus ojos. Sin embargo, aГєn no sabГ­a quГ© era.

Era evidente que habГ­a algo sagrado, espiritual en lo que fuera que tenГ­a que encontrar. Lo que tambiГ©n le pareciГі extraГ±o porque, despuГ©s de todo, Г©ste era un mundo de vampiros. Pero, mientras lo pensaba, se dio cuenta de esta tambiГ©n era una guerra espiritual entre las fuerzas sobrenaturales del bien y el mal, los que querГ­an proteger a la raza humana y los que querГ­an perjudicarla. Y claramente, lo que fuera a encontrar tendrГ­a enormes consecuencias no sГіlo para la raza de los vampiros sino tambiГ©n para la raza humana.

La puerta estaba entreabierta y Caitlin se preguntГі si sГіlo debГ­an entrar.

"ВїHola?" Caitlin llamГі.

EsperГі unos segundos, su voz hizo eco. No hubo ninguna respuesta.

Ella mirГі a Caleb. Г‰l asintiГі con la cabeza, tambiГ©n sentГ­a que estaban en el lugar correcto. Ella levantГі la mano, apoyГі la palma de la mano sobre la antigua puerta de madera, y la empujГі suavemente. La puerta crujiГі cuando se abriГі, y los dos entraron al edificio que estaba a oscuras.

HacГ­a mГЎs frГ­o en el interior protegido del sol, y le tomГі a Caitlin un momento para que sus ojos se acostumbraran. Poco a poco, pudo ver con claridad y observar la habitaciГіn ante ella.

Era magnГ­fica, muy diferente a todo lo que habГ­a visto antes. No era magnГ­fica, como las demГЎs iglesias en las que habГ­a estado; en realidad era un edificio humilde, construido de mГЎrmol y piedra caliza, adornado con columnas y tallas intrincadas en el techo. No habГ­a bancos, no habГ­a donde sentarse, era sГіlo un gran espacio abierto. En el otro extremo, habГ­a un altar sencillo pero en vez de una cruz encima, habГ­a una gran estrella de David. DetrГЎs, habГ­a un pequeГ±o armario de oro con imГЎgenes de dos grandes volutas talladas en ella.

SГіlo unas pocas pequeГ±as ventanas arqueadas se alineaban a lo largo de las paredes, y aunque la luz del sol entraba a raudales en algunos lugares, todavГ­a estaba oscuro. Este lugar era muy silencioso, muy tranquilo. Caitlin oГ­a sГіlo el estruendo lejano de las olas.

Caitlin y Caleb intercambiaron miradas y luego caminaron lentamente por el pasillo, hacia el altar. Mientras caminaban, sus pasos resonaban en el mГЎrmol, y Caitlin no pudo evitar tener la sensaciГіn de que los estaban observando.

Llegaron al final del pasillo y se pararon frente al gabinete de oro. Caitlin estudiГі los diagramas grabadas en el oro: eran tan detallados, tan intrincados, que le recordaba a la iglesia en Florencia, en el Duomo, sus puertas de oro. ParecГ­a como si alguien hubiera pasado toda una vida tallГЎndola. AdemГЎs de las imГЎgenes de las volutas, habГ­a letras hebreas a su alrededor. Caitlin se preguntГі lo que habГ­a dentro.

"La TorГЎ", dijo una voz.

Caitlin girГі, sorprendida de escuchar otra voz. No entendГ­a cГіmo alguien pudo haberse movido tan despacio arreglГЎndoselas para que ella no pudiera detectarlo, y, sobre todo, leer su mente. SГіlo una persona muy especial podrГ­a hacerlo. Ya sea un vampiro, o una persona santa, o ambos.

Un hombre que llevaba una tГєnica blanca, con la caperuza hacia atrГЎs, con el pelo largo y castaГ±o claro despeinado y barba caminaba hacia ellos. TenГ­a unos hermosos ojos azules y una cara compasiva iluminada con una sonrisa. Se veГ­a atemporal, tal vez de unos 40 aГ±os, y se dirigГ­a hacia ellos con una leve cojera, sostenГ­a un bastГіn.

"Son los pergaminos del Antiguo Testamento. Los cinco libros de Moisés. Eso es lo que hay detrás de esas puertas de oro.”

SiguiГі acercГЎndose hasta unos pocos metros de distancia, y se detuvo ante Caitlin y Caleb. Se quedГі mirГЎndola, y Caitlin pudo sentir la energГ­a que salГ­a de Г©l. Era evidente de que no era una persona comГєn y corriente.

"Yo soy Pablo", dijo, sin extender su mano, que descansaba sobre su bastГіn.

"Yo soy Caitlin, y Г©l es mi marido, Caleb", respondiГі ella.

Г‰l sonriГі con gusto.

"Lo sГ©", respondiГі.

Caitlin se sintiГі como una tonta. Ese hombre, que era capaz de leer su mente tan fГЎcilmente, sabГ­a mucho mГЎs sobre ella que lo que sabГ­a ella de Г©l. Era una sensaciГіn extraГ±a de que todas estas personas, en todos estos siglos y lugares, sabГ­a acerca de ella y la habГ­an estado esperando. La hacГ­a sentir aun mГЎs que tenГ­a un propГіsito, una misiГіn. Pero tambiГ©n la frustraba porque no sabГ­a lo que era, ni a dГіnde ir.

“Lo siento por haber entrado así", dijo Caleb. "Pero nos dijeron que Jesús oró en este lugar. Que estuvo aquí recientemente. ¿Es cierto?"

El hombre asintiГі lentamente con la cabeza, manteniendo los ojos fijos en Caitlin.

"Partieron a JerusalГ©n hace algГєn tiempo", dijo. "Si fueran de las personas que llegan para ser sanados, es demasiado tarde. Pero, de nuevo, sГ© que ustedes no han venido para eso. No. Tienen un propГіsito muy diferente, Вїno? ", les preguntГі, sin dejar de mirar a Caitlin.

Caitlin asintiГі, sintiendo que ese hombre ya lo sabГ­a todo. Y por primera vez en su vida, tuvo otro sentimiento: este hombre estaba cerca de su padre. Г‰l sabГ­a dГіnde estaba. La sensaciГіn le hizo sentir un escalofrГ­o por todo el cuerpo. Nunca antes se habГ­a sentido tan cerca de Г©l.




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